Un gallego ha puesto contra las cuerdas al FBI. O, para ser exactos, ha desnudado la escasa fiabilidad de su base de datos de ADN, en la que ha descubierto errores de calado que pueden tener consecuencias muy importantes a la hora de inculpar a sospechosos de todo tipo de crímenes. Antonio Salas, científico del programa Ramón y Cajal y miembro del grupo de Medicina Xenómica de Santiago, dirigido por Ángel Carracedo, lleva realizando desde el 2002 una minuciosa investigación con el apoyo de sus colegas de equipo y de científicos extranjeros, como el alemán Hans Jürgen Bandelt, que se ha visto refrendada con la publicación de sus trabajos en revistas de máximo impacto internacional como Science , American Journal of Human Genetics , Plos Medicine y otras más especializadas que han avalado las pruebas que ha aportado para demostrar los errores de bulto en los datos genéticos y en la interpretación de los mismos que la agencia americana utiliza en sus pesquisas.
Mediante un trabajo multidisciplinar, en el que se combinan instrumentos de la genética evolutiva y de poblaciones, la bioinformática o las matemáticas, Salas y sus colaboradores han detectado fallos documentales en la base de datos de ADN del FBI, errores producidos en laboratorio, mezcla de muestras y contaminación de los perfiles genéticos, errores más que suficientes como para invalidarlos como pruebas. «Hay errores que han generado patrones que no son naturales, ya que hemos observado perfiles genéticos que no pertenecen a la variabilidad genética de los seres humanos, es como si fueran marcianos», explica.
Dentro de esta progresiva labor de zapa para desnudar los errores en el banco de datos del FBI, que continuará en breve con la aparición de nuevos trabajos en revistas de gran prestigio, se encuentra una investigación especialmente importante en la que Antonio Salas demuestra con pruebas la errónea interpretación que la agencia realiza de los datos que maneja. ¿Cuál es el fallo?
En una investigación criminal, el hecho de que un vestigio de ADN hallado en el lugar del crimen coincida con el perfil genético del sospechoso no es una prueba concluyente de por sí. Es necesario cotejar ese perfil con el de la población en general para comprobar el porcentaje de posibilidades de que ese rastro de ADN sea único o pueda encontrarse de forma aleatoria con una relativa frecuencia. Para ello, la comparación se hace con el banco de datos genéticos que el FBI dispone de la población en general. El problema, y eso es lo que ha demostrado el científico gallego, es que la base de ADN del FBI no es representativa de la población norteamericana.
La agencia estadounidense realiza una clasificación de la población por etnias o razas, algo ya de por sí muy discutible desde el punto de vista genético: hispanos, afroamericanos, asiáticos-americanos, apaches, navajos o caucásicos (de origen europeo). «Nosotros demostramos científicamente después de rastrear su base de datos que estos grupos pseudoétnicos no son homogéneos genéticamente, no se corresponden con una realidad genética», explica Salas.
Dicho de otra forma, un individuo de Nueva York, que en este caso puede ser un sospechoso, se encuadra dentro del grupo de los hispanos, pero resulta que si se rastrea su genoma utilizando técnicas de genética evolutiva tiene hasta un 50% de sus genes de origen africano. ¿Qué tiene en común desde el punto de vista del ADN este individuo con otro hispano de Tejas? Muy poco. Y lo mismo ocurre con el resto de los grupos étnicos clasificados por el FBI. A efectos prácticos, el problema surge porque, si por ejemplo el sospechoso es hispano, los agentes compararán su ADN con los individuos de esta mal llamada etnia. «La interpretación de esos datos quedará completamente sesgada», concluye Antonio Salas.
¿Ha reaccionado el FBI a las críticas del científico gallego? «Alguna respuesta ha habido -responde Salas- porque creo que ellos han reaccionado e intentan reparar los fallos que hemos detectado, aunque nosotros tampoco pretendemos decir que ellos lo hagan todo mal, que tampoco es así».
R. Romanhttp://www.lavozdegalicia.es/hemeroteca/2007/03/11/5621751.shtml
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