Una modalidad "paranormal" poco difundida -aunque no menos peligrosa-
es
la pretensión de ciertos "videntes" y "mentalistas" de poder resolver
y/o colaborar en el esclarecimiento de hechos delictivos, extravíos o
desapariciones de personas, mediante el uso de sus supuestas
capacidades extrasensoriales. La búsqueda de notoriedad pública -y su
consecuencia inmediata: mayores ingresos a través de las consultas
privadas- tientan a muchos inescrupulosos a probar suerte en este campo
ya suficientemente explorado y
con resultados harto insatisfactorios.
Los
medios utilizados son, como siempre, dispares y muchas veces se
conjugan para el mismo fin: bolas de cristal, naipes, invocación a los
espíritus, radiestesia, astrología, "psicometría" (identificación de
personas o acontecimientos a través de un objeto), etc. Según reconocen
muchos de ellos, estos son meros instrumentos para activar sus poderes
psíquicos. Ya poco importan sus métodos -nunca revalidados científicamente- sino los resultados y derivaciones,
que nos competen a todos en la medida en que algún organismo oficial
decide apelar a la ayuda de dichos personajes, ya sea a través de sus
representantes o de algún funcionario público que actúa en forma
privada, no oficial.
Por otro lado, la triste situación que atraviesan los familiares y
amigos de una eventual víctima puede impulsarlos a incurrir en algo más
que una pérdida de tiempo y de dinero: al dolor y la confusión se
sumará una estafa moral con todos los daños psicológicos que ésta
implica.
Otro factor de no menos importancia es el riesgo
siempre latente de que algún inocente sea blanco de las "acusaciones
paranormales" de estos megalómanos.
Jueces imprudentes
Uno
de los casos que más prensa ganó en nuestro país e involucró a toda una
comunidad en una atmósfera de máxima superstición, fue el que tuvo
lugar en la provincia de Córdoba en la década del '30.
Con la esperanza de poder esclarecer la desaparición de
Marta Ofelia Stutz (9),
producida el 19 de noviembre de 1938, muchos adivinos se disputaron el
valor de sus "técnicas" y lograron así una gran promoción a través de
la prensa de la época. Más allá de sus fracasos, esto sirvió como
prólogo para alimentar el pensamiento mágico reinante, del cual no
estaba exento el propio juez instructor de la causa, Wenceslao Achával.
Con los mismos resultados, el desborde se produjo cuando el magistrado
decidió recurrir a los servicios de un astrólogo traído oficialmente
desde Buenos Aires, quien, con la "humildad" que suele caracterizar a
estos personajes prometió que "en un plazo de cinco días" resolvería el
caso "por medio de sus conocimientos supranormales" [La Voz del
Interior, 3 de diciembre de 1938, p. 9. En Jiménez De Asúa, L. (1941) La
Telepatía en la Administración de la Justicia Criminal. Anales del
Instituto de Psicología de la Facultad de Filosofía y Letras, Tomo III,
249-304].
La ridícula participación del astrólogo, que no pudo
cumplir con su promesa, perjudicó las actuaciones del sumario y a la vez
originó un serio conflicto entre la policía y el juez.
A
tal punto llegó el escándalo que el mismísimo Tribunal Superior de
Justicia se vio obligado a recomendarle al juez que "ajuste su actuación
a las normas que son usuales en estos casos y a la compostura que
impone la elevación y seriedad del cargo" [La Voz del Interior, 13 de
diciembre de 1938, p. 14]. Por su parte el psiquiatra Gregorio Bermann
señaló con buen criterio: "La creencia vulgar en poderes sobrenaturales
-astrología, quiromancia, videncia, rabdomancia, etc. - ha extraviado y
complicado enormemente la labor de investigación, perturbando el pronto
descubrimiento del crimen monstruoso" [La Voz del Interior, 21 de
diciembre de 1938, p. 4. Jiménez De Asúa, L. (1941) La Telepatía en la
Administración de la Justicia Criminal. Anales del Instituto de
Psicología de la Facultad de Filosofía y Letras, Tomo III, 249-304].
Si alguien piensa que la incompostura de aquel juez iba a constituirse en un claro ejemplo para no imitar, se equivoca.
Jorge Hernández, padre de
Jimena (11)
-cuyo cuerpo sin vida fuera encontrado el 12 de julio de 1988 en las
instalaciones del natatorio del Colegio Santa Unión en la ciudad de
Buenos Aires- aportó su testimonio al respecto señalando que,
lamentablemente, "hay jueces que recurren a este tipo de recursos y
tratan de convencer a las partes que se involucren en esto. Lo he vivido
personalmente". No sólo reveló que el juez le recomendó que recurra
a los videntes, sino que también muchos de ellos, especialmente
mujeres, se habían acercado con la intención de contribuir con sus
'visiones', sin aportar nada y equivocándose en las descripciones que
brindaban, según demostraron luego las investigaciones ["Videntes y
Casos Policiales", Pg. Sin Vueltas, América 2, 29/07/96].
Comisarios confesos
El 9 de octubre de 1989 el canal ATC
emitió la segunda parte de un ciclo dedicado a las diferentes
modalidades del esoterismo. Entre ese maravilloso desfile
pseudocientífico no faltó el tema de la ayuda que los videntes prestan a
la Policía. Para ilustrarlo, la producción apeló a las declaraciones
del comisario Juan Carlos Rebollo, por entonces titular de la Comisaría
5ª de Béccar, Pcia. de Bs. As.). El funcionario ratificó que la Policía
(se incluyó) consultaba y recurría en sus investigaciones a la
colaboración de videntes. No se lo vio tan seguro ni "institucional"
cuando el entrevistador le inquirió si ésa no era una actividad
condenada por la ley. Rebollo contestó: "No hace nada malo porque son
elementos católicos que, creen en Dios y en base a ese rezo que hacen a
Dios y a la Virgen, ellos nos informan y nos guían a veces".
Así justificó su ineficacia y -con esa
desafortunada excusa religiosa-
finalmente negó que este fuera un pecado de credulidad por parte de la
Policía (?) ["Brujería: ¿Verdad o Mentira? (II Parte)", Pg. Informe a
Fondo, ATC, 9/10/89].
Otro caso de una explícita aceptación pública por parte de una autoridad
policial fue el relacionado con la desaparición de la pequeña Marina
Fernanda Aragunde, ocurrida el 1º de febrero de1995 en la localidad
bonaerense de Marcos Paz. El comisario inspector Marcos Steimberg (de la
Unidad Regional de Mercedes) declaró: "Nos gustaría que los videntes
también se comuniquen con nosotros", refiriéndose a las versiones
circulantes sobre algunos videntes sostenían que Marina estaba con vida y
se encontraba bien [Telefé Noticias, 6/2/95]. Los presagios fueron
inútiles y hasta el día de hoy
la niña continúa desaparecida. Observamos una vez más la favorable -y peligrosa- disponibilidad de un alto funcionario ante este tipo de "asesoramiento".
Credulidad policial extendida
Estos
pecadillos de credulidad no son patrimonio exclusivamente nacional. Al
menos así lo revelan encuestas realizadas en EE.UU. por dos psicólogos
que decidieron indagar la veracidad de la información que suelen
publicar ciertos medios periodísticos que sugieren, en apariencia, una
utilización regular de psíquicos por parte de los departamentos de
Policía.
Un primer estudio con una muestra de las 50 ciudades más
importantes de EE.UU. reveló un porcentaje insignificante en la
utilización de psíquicos para resolver investigaciones. No obstante,
al menos 17 departamentos admitieron haber recurrido a ellos alguna vez.
Se los utilizó en 28 oportunidades en las siguientes categorías: homicidio (15), personas desaparecidas (10), secuestro (1), asalto sexual (1), robo con escalo (1). En ninguno de los casos la información proporcionada por los psíquicos fue de más ayuda
o valor que la que podrían haber obtenido por vías convencionales
[Sweat, J. A. & Durm, M. W. (1993) Psychics: Do Police Departments
Really Use Them? Skeptical Inquirer 17, Nº2, 148-158].
A efectos
de observar la incidencia en los departamentos de policía de ciudades
menos urbanizadas, ambos investigadores emprendieron un segundo estudio.
Con una muestra mayor, no sólo se revalidaron los datos anteriores sino
que se confirmó la inutilidad de los psíquicos para resolver los casos
[Sweat, J. A. & Durm, M. W. (1994) Update: Psychics - Do Police
Departments Really Use Them in Small and Medium-Sized Cities? En Joe
Nickell (Ed.) Psychic Sleuths: ESP and Sensational Cases (Apéndice D,
pp. 224-235), Prometheus Books, Buffalo, New York, 1994].
De
acuerdo a estos datos y por lo que se suele dar a conocer públicamente
en las investigaciones policiales, la solicitud de ayuda a los
detectives psíquicos es poco frecuente o, al menos, no es reconocida
oficialmente. Eso no impide que muchos adivinos se involucren con sus
vaticinios mediáticos e intenten sacar rédito sin medir las
consecuencias. En la segunda parte veremos algunos casos de gran
repercusión e investigaciones que confirman la inutilidad y riesgos que
implica recurrir a videntes.
Enrique Márquez
http://www.diarioveloz.com/notas/124394-los-videntes-pueden-resolver-casos-policiales-i