La Diócesis de Tui-Vigo ha
destituido al fundador de Orden
y Mandato de San Miguel Arcángel, Miguel Rosendo,
por su "conducta moral", después de investigar varias denuncias de
prácticas sexuales. Tamara
Falcó hizo un retiro espiritual en esta agrupación con
sede en Galicia.
Vivían
en comunidad en la propia casa del líder a las afueras de Oia (Pontevedra),
en una especie de búnker de lujo con reminiscencias divinas: los angelitos de
la entrada, una torre de piedra apuntando al cielo, una piscina con agua salada
frente al mar, una capilla, las habitaciones, un área de juegos infantiles y,
por supuesto, él.
-Él
con minúsculas, ya está lejos de Dios -resume
un sacerdote conclergyman,
apaga otro Chesterfield y
se santigua-. Si quieres coge, eh.
-No,
gracias.
Ya
está lejos de Dios porque la Iglesia ha
decidido expulsar al fundador de Orden y Mandato de San Miguel Arcángel después
de una investigación interna llevada a cabo durante nueve meses: acusaciones de
prácticas sexuales utilizando elementos de la consagración, supuestos ritos de
curanderismo en las herboristerías propiedad del líder espiritual, testimonios
que denuncian comportamientos sectarios.
El
grupo fundado por Miguel Rosendo fue descabezado el pasado mes de marzo -un año
después de iniciada la investigación ordenada por la curia-. La mayoría de los
miembros de la asociación pública de fieles de derecho diocesano (ése era su
rango) acabó dejando el colectivo y hoy se encuentra diseminada por España.
Lo que la Diócesis de Tui-Vigo se encontró al empezar a
bucear en Oia no sólo era una comunidad más o menos exótica integrada por
Miguel, su familia, cuatro matrimonios con sus hijos (algunos recién nacidos en
la casa madre) y ocho
mujeres que iban vestidas de monjas sin serlo. Sino también todos los estigmas
de algo más cercano a una secta que a un grupo de fieles católicos al uso.
EL
MUNDO ha podido documentar hasta con 11 fuentes diferentes (seis sacerdotes, un
portavoz del obispado, tres ex adeptos y uno que permanece fiel) una historia
de supuestos abusos sexuales, un proyecto de vida en común
fabricado por un individuo que culpaba a los fieles de sus desgracias y una
colectividad imbuida de una religiosidad fraudulenta.
Todos
han exigido el anonimato para hablar en público.
Todos tienen miedo.
Y
todos cuentan menos de lo que saben.
Estamos
en Pontevedra, lugar donde nació la comunidad y donde ha muerto. En los
círculos clericales se habla con estupor de lasmiguelitas, unas consagradas rendidas a un seglar y
ataviadas de azul y amarillo como si fueran creyentes de Boca Juniors.
"Miguel
montó un edén con las religiosas", confiesa Begoña M., que
fue fiel de Orden y Mandato junto a su esposo e hijo y hoy regenta un local
en Moaña.
"Había detalles que no me gustaban. Se sentaba con las chiquillas, las
acariciaba mucho. Pasaron cosas entonces".
Después
de 15 años cosida al grupo, hace tres que dejó de ir a las citas.
Definitivamente. Como un amén. Ya no sabe si cree, dice. "Ni en qué".
"Ahora te das cuenta de que te comía la cabeza. Por ejemplo, nos echaba la
culpa de la muerte de su hija, que falleció con cuatro meses, decía, porque no
nos esforzábamos lo suficiente".
La
noticia de lo que supuestamente estaba sucediendo intramurosllegó al
obispado como un repicar de campanas alertando de incendio. La Iglesia empezó a
ver al demonio en llamas.
El
aviso primero lo dio a finales de 2012 Isaac de Vega, capellán de la prisión de A Lama y
pastor del grupo en la época de Miguel, quien había accedido a atender a este
medio y luego cambió de idea. Según ha podido confirmar este periódico, al
menos hubo dos denuncias. La hermana Alejandra y la hermana María -encargadas
de grabar las charlas espirituales del fundador Miguel, menores de 30 años-
denunciaron las prácticas sexuales.
"Al parecer utilizaban expresiones de la
consagración, tomad
y comed, tomad
y bebed, para los actos sexuales", señala un sacerdote que
ronda los 60 y apura un refresco de cola. "Hay familias que perdieron todo
contacto con los adeptos, porque su voluntad quedaba muy reducida. Otras han
sido víctimas de curanderismo en las herboristerías del líder, hacían supuestos
ritos con las hierbas, cosmovisiones que nada tienen que ver con el
cristianismo. Para los especialistas en satanismo, éstas son puertas de entrada
de espíritus malignos".
A
medida que fue sabiendo todo esto, el capellán De Vega se resfrió, el
obispo estornudó y
a Roma le
empezó a faltar el aire.
En
el mes de mayo de 2013, la Diócesis de Tui-Vigo nombró visitador canónico
encargado de la investigación reservada al religioso Manuel Salcidos,
una suerte de Sean
Connery en El
nombre de la rosa, sólo que gallego en vez de escocés.
Viajó,
preguntó, indagó, tomó declaraciones, contrastó y al final regresó al sínodo
con el escándalo como un pan caliente que había que compartir. Varios de los
curas que fueron llamados durante la investigación optaron por guardar silencio
acogiéndose al secreto de confesión.
Un
día después de que este periódico se pusiera en contacto con las autoridades
eclesiásticas de la diócesis, éstas emitieron un comunicado en el que
confirmaban que la Iglesia había apartado a Miguel Rosendo "teniendo en
consideración las conclusiones del informe recibido por el visitador canónico,
en el que se reiteran las supuestas acusaciones en torno a la conducta moral
del fundador y presidente".
De
aquella comunidad de casi 400 miembros que llegó a tener Orden y Mandato, hoy
sólo quedan 31 (27 varones y cuatro mujeres), guiados por un comisario
extraordinario que la Iglesia ha puesto para sustituir el liderazgo de Miguel:
el vicario de pastoral, José
Vidal.
De
aquella comunidad que convivió primero en la casa madre de Oia con Miguel y después se
trasladó al monasterio de San
Antonio de Vilariño, hoy queda una deslocalización furtiva.
Cuantas más preguntas haces, menos te dicen.
A
Moaña fueron a parar muchos de los fieles que salieron tarifando despavoridos y
abandonaron la asociación en cuanto el ventilador de las denuncias comenzó a
ponerlo todo perdido.
Hablamos
con un párroco que conoce de cerca a la hermana que primero lo contó. Va en
vaqueros. Nos recibe en la sacristía media hora antes de la misa de ocho. Porta
una cruz dorada en el pecho. Y un peso enorme dentro.
"Una
de las chicas que denunció se encuentra en tratamiento psicológico y
farmacológico, no sale de casa, sólo se dedica a su familia, está rebelde,
negativa, no quiere saber nada de la Iglesia, les he dicho a los padres que
tienen que tener paciencia".
La
asociación tiene hoy algo de lazareto y de refugio, de astillero y de libro
cerrado. A sus 54 años, después del escándalo, Miguel salió de Vigo y recaló en Madrid.
Desde el pasado mes de abril, la mayoría de los miembros se dio de baja. Unos,
para olvidarse del asunto cuanto antes. Otros, para seguir a Miguel. Allá donde
fuera.
El
cemento del grupo era la música -aires pop, folk, lo que fuera-, utilizada como
herramienta de predicación. Su canción Síguele sonó
en las últimas Jornadas
Mundiales de la Juventud, el momento álgido de la asociación
pública de fieles. La principal referencia de Miguel era Maravillas de Jesús,
una santa a la que el fundador no paraba de rezarle cuando se le murió su hija
-un día tras otro- y cuya ayuda sintió hasta lo más hondo.
El único vecino de Oia que continúa perteneciendo
oficialmente a Orden y Mandato de San Miguel Arcángel defiende con firmeza al
fundador. No obstante, vio nacer a uno de sus hijos dentro de la casa madre, y vivió
allí más de un año junto a su esposa y toda la comunidad, y refiere cómo
rehabilitaron piedra por piedra el monasterio de Vilariño, y cómo Miguel se
arrodillaba como el que más ("Miguel, el que más"), y sólo tiene
palabras que hablan de la labor apostólica que él vio allí dentro.
"En
la casa de Miguel Rosendo vivíamos cuatro matrimonios y ocho consagradas miguelianas. Sólo
coincidíamos con ellas en la capilla, nada más que en la capilla. En la torre
hacían vida Miguel, su esposa, su hija minusválida y su hijo. Es verdad que dos
hermanas denunciaron lo de las prácticas sexuales. Pero yo no me lo creo, es
imposible. He visto a Miguel llevar a gente gratis a Fátima, sacar
de excursión a gente mayor, ceder la piscina para los discapacitados".
Hay
una madre que refiere la historia del hijo adepto, que comenzó a distanciarse
de la familia y a hacer caso única y exclusivamente a Miguel. Cuenta que llegó
a dejar a su novia porque él no dio su aprobación. Y que cuando trató de saber
lo que sucedía y el fundador le dio cita dos meses después para verse en su
herboristería, Rosendo la recibió entre luces rojas, vestido de verde. La misma
imagen que Miguel Rosendo tenía colocada en su herboristería de la avenida das Camelias de Vigo ,
ya desaparecida, es el icono fetiche en Orden y Mandato.
Este
medio trató de hablar por distintas vías con el líder depuesto por la Iglesia
para conocer su versión. A través de personas interpuestas que tenían acceso a
él. A través del teléfono que aparece en la web de Orden y Mandato. A través de un número del
ámbito personal. Sin éxito.
En
una entrevista a la hermanaAlejandra -una de las que han denunciado prácticas
sexuales-, ésta dijo en 2012 que el fundador Miguel "evangelizaba de las
maneras más originales en que se puede evangelizar".
El
recorte nos lo pone sobre la mesa el sacerdote del clergyman. Coge
otro Chesterfield, tose fuerte y le cruje la chimenea del alma. Intenta
encenderlo una vez, y otra, y otra, y otra, y otra más.
-¿Tienes
fuego?
El fin de semana de retiro de Tamara Falcó
Con
devoción de novicia, hace un año Tamara Falcó se enclaustró un fin de semana en
la casa propiedad de Miguel Rosendo donde Orden y Mandato tenía su cuartel
general. En Oia rezó, conoció al fundador, vivió con las consagradas y ayudó a
unos enfermos. Desde entonces siempre lleva un vaporizador de agua bendita en
el bolso. «Una persona me habló sobre un retiro espiritual y allí me dejaron
muy claro que el demonio existía y que la única manera de cerrarle las puertas
era la confesión. Llevaba 14 años sin confesarme y me pasé todo el fin de
semana en el confesionario», dijo después en una conferencia en Sevilla. «Poco
a poco me empecé a encontrar mejor y empecé a necesitar buscar la verdad de una
manera adaptada a mí. Ahora voy a misa a diario, quién me ha visto y quién me
ve». No sólo Tamara Falcó vio la luz en Vigo. La actriz Olalla Oliveros,
también. Tiene 36 años, participó en películas como Fase terminal, tuvo papeles en series como El comisario o La familia
Mata, hizo
anuncios para marcas comoAusonia, Kellogg's o Evax. Hace más de cuatro años, decidió ingresar en la
comunidad. «El Señor no se equivoca. Él me hizo casting y no pude decir que
no». Se ha cambiado el nombre: ahora se llama Olalla del Sí de María.
Pedro Simón