sábado, 30 de diciembre de 2006

Vlad Tepes: seguimos la pista del verdadero Drácula en Rumania

Los turistas que, a partir de ahora lleguen masivamente a Bucarest, para visitar el nuevo Parque Temático de Drácula, cuya construcción es ultimada en estos instantes por el gobierno rumano, probablemente desconocerán que la capital de Rumania fue obra del verdadero Drácula. Porque más allá de la novela de Brand Stoker, existió un verdadero príncipe Draculea... Vlad Tepes, un héroe de la historia rumana que dentro de pocos meses recibirá el reconocimiento de toda una nación. Y verá limpio su nombre del estigma del vampiro, que durante un siglo ha profanado su memoria...

Vlad Tepes “Draculea”, el verdadero Drácula, nació en la ciudad rumana de Sighsoara, en 1431. Su padre, soberano de Valaquia, fue armado caballero en la orden del Dragón, y se ganó el sobrenombre de "Dracul", que en romano significa Diablo. Vlad heredó el rango de su padre, que era llamado Vlad Dracul, y pasó a llamarse Vlad Draculea ("hijo de Dracul"), aunque ha pasado a la historia con otro nombre: Vlad Tepes; que significa Vlad El Empalador. El origen de ese sobrenombre se encuentra en la cruel afición del príncipe Vlad a empalar a sus víctimas.

De hecho, según los cronistas, Vlad Tepes disfrutaba ofreciendo auténticos banquetes a sus invitados, rodeados de cientos de hombres y mujeres cruelmente empalados. Cuentan que en una ocasión uno de sus invitados, ante el hedor que desprendían los cadáveres atravesados por largos maderos, protestó ante el anfitrión, alegando que no podía comer con aquella peste. Inmediatamente Vlad "el hijo del Diablo" ordenó que su invitado fuese empalado en el palo más alto, para que pudiese disfrutar de aire puro por encima de todos los demás empalados...

No ha de extrañarnos pues el terror que despertaba Vlad Tepes a sus conciudadanos. Todavía hoy, en la ciudad de Tirgoviste, de erige la terrible Torre del Ocaso. Según la tradición, desde aquella torre Vlad Tepes vigilaba una jarra de oro que había dejado en una fuente del pueblo para que los viajeros pudiesen beber agua. Jamás nadie se atrevió a robar la valiosa jarra, por terror al tormento que sabían estaba destinado a los ladrones en el reinado de Tepes. Y cada mañana en que "el hijo del Diablo" subía a la torre para vigilar sus tierras, podía ver la valiosa jarra en su lugar, sin que nadie sintiese la mínima tentación de robarla. Una estatua del temible príncipe transilvano, ha sido erigida en el mismo lugar en que antes se encontraba la jarra de oro.

Aunque educado en el cristianismo ortodoxo, Vlad Tepes hacía gala de unas costumbres poco cristianas, como mojar pan en la sangre de sus víctimas empaladas que degustaba con placer. Ante cosas como esa Bram Stoker no pudo evitar la tentación de convertir al temible noble rumano, en su fantástico Conde Drácula.

Hoy, el Castillo de Drácula en Bran, muy cerca de Brasov, se ha convertido en la meca a la que peregrinan todos los aficionados al vampirismo y a la upirología del mundo. Sus torres, murallas y mazmorras, fueron testigo de la crueldad sin par del sanguinario Vlad Draculea, que aterrorizó a todo un pueblo desde ese fascinante castillo, erigido en la mismísima frontera entre Vlaquia y Transilvania.

Junto con Brasov, donde según la investigadora Dana Dumitrache abundan las sectas satánicas –nosotros mismos fotografiamos sus pintadas en la famosa Iglesia Negra de Brasov-, Tirgoviste y Sighsoara, la “ciudadela” de Bucarest, forman los principales emplazamientos del Drácula histórico en Rumanía. De hecho el casco antiguo de la capital rumana fue obra del legendario príncipe valaco. La primera constancia histórica de su existencia se encuentra en un documento fechado el 20 de septiembre de 1459, donde se menciona "La ciudadela de Bucarest", que mandó construir el príncipe Dráculea, para servirle como residencia. Es decir, que fue precisamente el sanguinario Drácula quien fundó de la actual Bucarest.

Ciudad esta, plagada de hermosas iglesias ortodoxas, llenas de íconos y cristaleras labradas para purificar el espíritu. En iglesias como esas recibió el joven príncipe Draculea su formación religiosa dentro del cristianismo ortodoxo, aunque más tarde, durante sus años de prisión entre los turcos, se iniciase en algunos secretos del Islám.

Precisamente en una de esas iglesias, la de Snagov -construida en 1408-, a unos 30 kilómetros de Bucarest, se encuentra la supuesta tumba de Drácula. La iglesia y monasterio de Snagov, se encuentran ubicados en una hermosa isla situada en medio de un gran lago, un paraje idílico como pocos. No obstante la polémica acompaña la supuesta tumba de Drácula en Snagov. Cierto es que entre los restos humanos hallados en la tumba se encontraron efectos personales de Vlad Tepes. Sin embargo, aunque algunos historiadores como Dinu Rosetti -que realizó excavaciones en la zona con el permiso del gobierno- defienden la autenticidad de la tumba de Drácula, otros estudiosos, como el profesor Giurescu, o Servan Andreescu, aseguran que es poco probable que así sea. Pero esa discusión no hace más que aumentar el halo de misterio que rodea la tumba de la iglesia de Snagov.

LOS CARPATOS: EL HOGAR DEL VAMPIRO

Aprovechando el tirón turístico que ha motivado el anuncio de la inminente creación del parque temático sobre Drácula, las agencias de turismo rumanas han confeccionado varias rutas que recorren todo el país, siguiendo la pista histórica de Vlad Tepes. Rutas que adquieren su punto álgido en la fascinante región de Transilvania, y especialmente en los magníficos y misteriosos Cárpatos.

Por increíble que parezca Bram Stoker nunca estuvo en Transilvania. Fue si amigo Arminius -que había descubierto en Bucarest dos manuscritos en que los turcos hablaban del cruel príncipe Draculea- quien le descubrió al personaje histórico que inspiraría la novela más famosa de todos los tiempos. Stoker dijo haber leído una vez que "todas las supersticiones del mundo se han concentrado en la curvatura de los Cárpatos, como si ahí hubiese estado el corazón de todos los torbellinos de la imaginación". Y tenía razón.

Stoker, miembro de la sociedad secreta Goldem Dawn, era un consumado experto en ocultismo y en las leyendas vampíricas europeas. Así que fundió en una novela la leyenda del no-muerto con el personaje histórico de Vlad Draculea, o Vlad Tepes, el sangriento y cruel voivoda de Valaquia. Lo más extraordinario es la precisión con que describió los valles, riscos y montañas de Transilvania, donde vivía su particular Conde Drácula, sin haber pisado nunca la tierra de Vlad Tepes.

Valles, riscos y montañas en las que los gitanos nómadas todavía mantienen antiguas leyendas como la del hombre lobo, los vampiros, los fantasmas, etc. Leyendas que tienen su origen el la historia más remota del pueblo rumano. Pueblo este que desciende de los dacios (llamados getas por los griegos), un pueblo entroncado con los tracios, que habrían llegado a las regiones cárpato-danubianas a finales del neolítico.

De 101 a 107 d.C., durante el reinado de Trajano, tuvieron lugar las guerras dácias que finalizaron con la conquista del territorio por Roma. Constituida en provincia del imperio, Dacia fue dividida en dos grandes regiones: Dacia Inferior (Oltenia) y Dacia Superior (Transilvania). Ya entonces los autores clásicos dejaron referencias a la religiosidad dacia y a sus creencias sobre la inmortalidad del alma. Tal vez ahí comenzó a gestarse la leyenda del vampiro... Los cronistas hablaban del culto a Zalmonix, un dios del cielo o de la tierra, venerado en templos en las altas cumbres de los Cárpatos.

Estos montes forman un arco que atraviesa el país de norte a sur y que abarca el 31% del territorio nacional, abrazando toda la meseta de Transilvania. Como ocurre en Galicia (España), la orografía del terreno y el clima han ayudado a crear y mantener todo tipo de leyendas en los bosques y caminos transilvanos. Así, como también ocurre en Galicia, el viajero podrá encontrarse en numerosos cruces de caminos, y en los márgenes de muchas carreteras, hermosas cruces talladas en piedra o madera. Según algunas tradiciones transilvanas, los espíritus de los muertos pueden reunirse con los vivos en los cruces de caminos, apareciéndose o dejándose sentir a los viajeros que tengan la audacia de frecuentar esos lugares cuando ya ha caído la noche, como ocurre en la mitología gallega. Las cruces de los Cárpatos, como los cruceiros gallegos, tienen la función de espantar a esas apariciones, ya que en las leyendas transilvanas, y de ahí extrajo Stoker el dato para su novela, tanto las cruces como los ajos pueden ahuyentar a los vampiros y malos espíritus.

Los paisajes de los Cárpatos, de espectacular belleza, ayudan notablemente a la elaboración de leyendas mistéricas. Por ejemplo, a solo dos horas de carretera desde Bucarest se encuentra Sinaia (llamada "la perla de los Cárpatos"). Allí se erige el fastuoso Castillo Peles, palacio de verano de Carlos I, con 365 habitaciones -una para cada día del año-. Peles fue el primer edificio iluminado por electricidad en Europa. En 1875 se inició su construcción, que duró 40 años, siendo provisto de los principales avances técnicos de la época; un ingenioso ascensor de 80 m., un ingenioso sistema de aspiradores y calefacción, etc. Muy cerca de él, se encuentra el Monasterio de Sinaia, una réplica del monasterio de Santa Catalina, en la montaña del Sinaí (Egipto), donde Moisés recibió las Tablas de la Ley. Entre los frescos de este monasterio se encuentra una inquietante representación del cielo y el infierno, que durante años ha desatado la imaginación de los visitantes.

Desde Sinaia un sistema de teleféricos permite alcanzar, sobrevolando valles, bosques y fantásticos paisajes, los montes de Bucegi, en los que existen unas sugerentes masas rocosas que adoptan caprichosas formas, como una figura humana de veinte metros de alto. Los historiadores aún no se han puesto de acuerdo sobre el origen natural o artificial de las imágenes de Bucegi. Y donde la historia no ha sabido precisar, la leyenda y el mito han germinado...

LA FIEBRE DE LO SOBRENATURAL LLEGA A RUMANIA

La novela “Drácula”, de Brand Stoker, estuvo prohibida en Rumanía hasta la muerte del dictador Nicolae Ciacescu, en 1988. Para el mandatario rumano la identificación de Vlad Tepes con el vampiro de Stoker perjudicaba a la imagen del héroe histórico. Sin embargo, con la creación del parque temático, coincidiendo con la proliferación de publicaciones esotéricas –que llegaron a los países del Este tras la caída del comunismo- el interés por los vampiros, y por todos los temas misteriosos, se ha disparado. Tan solo en Rumanía se publican más de media docena de revistas y periódicos sobre lo paranormal, OVNIs, esoterismo, etc. Solo una de ellas, "Paranormal 69" vende ¡más de 200.000 ejemplares semanales! Confiemos en que esa fiebre por lo esotérico no despierte a los imitadores…
Manuel Carballal
Vicepresidente 2º CIAC

1 comentario:

Unknown dijo...

Creo que lo que se ha escrito está muy bien construido, sin embargo está muy lejano a la realidad. Hay anécdotas que están muy maquilladas y no son las auténticas. Lo más llamativo de lo escrito, estriba en lo relacionado con el castillo de Bram, el cual no fue la casa de Vlad Tepes, pues se dice que él no estuvo más de 2 días. Se sabe que el castillo donde él gobernó es el castillo de Poenari, y que por aspectos de merchandising se establece un vínculo entre el castillo de Bran y Vlad.

Ariel