Antonio,
de 68 años, nació en Llerena (Badajoz). Según ha contado a EL ESPAÑOL un
vecino, su conducta cambió tras separarse de su esposa.
· En
su expediente figura una denuncia por malos tratos, sin condena conocida.
La alarma saltó el pasado martes 10 de
julio. El cuerpo sin vida de un hombre había sido hallado en el hueco del
ascensor 54 del Hospital Universitario La Paz. Nadie sabía quién era ni
cómo pudo acabar ahí. ¿Se trataba de un suicidio o un accidente laboral?
Tres semanas después, EL ESPAÑOL desvela la identidad del cadáver: Antonio Hidalgo Rodríguez.
Esta es la reconstrucción de su vida y de su muerte.
El hombre nació el 4 de julio de 1950 en Llerena (Badajoz), y se suicidó dos días antes
de cumplir 68 años. Fue un antiguo trabajador de la
construcción y residente en el madrileño barrio de Puente de Vallecas, al sur
de la capital. Antonio, según rememora uno de sus vecinos, era una "bellísima
persona" aunque nerviosa. Prueba de ello es la
anécdota que cuenta a este periódico: cuando aún vivía con su mujer, se dejó
las llaves de casa en el buzón. Este vecino, que ha deseado permanecer anónimo,
decidió comunicárselo a la esposa de Antonio, quien le confiesó que, según
su opinión, el hombre "debería tomarse su jubilación con más calma"
dado el estado de alteración en que se encontraba.
Todo cambió para Antonio cuando comenzó
su proceso de divorcio. Pasó de ser una persona
alegre, que hablaba con otros vecinos cuando salía a tomar el sol a su terraza,
a esconderse de ellos y rehuir cualquier contacto. Esto también se manifestó en
su forma de vestir: el hombre que un día había sido conocido por vestir de
manera impecable, siempre con camisa y chinos; cambió de atuendo.
"Estrafalaria" es la palabra que usan los testigos para describir su
nueva apariencia. Fuese donde fuese, Antonio iba con el mismo uniforme con el
que fue encontrado en el hueco del ascensor del Hospital de La Paz: pantalones cortos, camisa de
cuadros, gorra y gafas.
Los vecinos se enteraron cuando la esposa dejó de aparecer por el edificio. Al principio, la vivienda de Antonio acogió gran cantidad de visitas: hermanos, hijos, amigos... Pero, al poco tiempo, el piso se quedó vacío y en él sólo se quedaron el jubilado y "su depresión". El hombre, que "debía de tener un puesto altillo" en el mantenimiento de la cadena de centros comerciales El Corte Inglés y conducía un Citroën C4, se encerró en sí mismo y dejó de saludar y charlar con sus amigos. "Se le notaba que no estaba bien", resume uno de ellos.
Según ha podido saber EL ESPAÑOL, en su
expediente policial aparece una denuncia contra él por malos tratos en julio de
2017. Dos meses más tarde, en septiembre, hay constancia de una desaparición
voluntaria.
Búsqueda sin fin
Antonio fue identificado este martes gracias al
trabajo de la Policía Científica y la Policía Judicial tras un proceso de
regeneración de las huellas dactilares.
El cuerpo, que emitía un fuerte hedor que
levantó sospechas en el hospital, fue encontrado en muy mal estado y con una
pierna amputada, que no tenía en vida, de acuerdo con sus conocidos.
Una de las hijas de Antonio había denunciado su
desaparición el pasado 20 de julio, diez días después del hallazgo del
cuerpo. Este padre de familia vivía solo, apartado de sus parientes en un
piso del distrito de Puente de Vallecas.
Antes de cruzar Madrid para acabar con su vida
saltando al foso del ascensor 54 del Hospital General de La Paz, redactó una
carta y la dejó en el interior de su domicilio. En ella expresaba el amor que
sentía por su familia y daba instrucciones sobre qué quería que se hiciera con
sus pertenencias tras su fallecimiento. Sin embargo, quedan todavía muchas
cuestiones sin resolver.
La principal es por qué tuvo que tirarse al
hueco del montacargas del Hospital de La Paz de Madrid en concreto. Cuando se
pregunta a sus antiguos vecinos acerca de esto, lo achacan a que en esa época
el hombre tenía un gran "desequilibrio emocional".
Según apunta la investigación, el hombre tuvo
que haber entrado cuando todavía era de día. Si lo hubiera hecho por la noche,
habría llamado demasiado la atención puesto que las urgencias del edificio se
encuentran en la planta semisótano. Pero el hombre no aparece en ninguna
grabación de las cámaras de seguridad del edificio hasta la madrugada, momento
en que se suicida.
Entorno conocido
La hipótesis más probable es que se escondiera.
Pero, ¿dónde? Debía de conocer muy bien el hospital para saber exactamente
qué tenía que hacer y dónde tenía que ir para pasar desapercibido de la manera
en que lo hizo. Por esto, en un primer momento, se pensó que su muerte había
sido el accidente laboral de un trabajador de mantenimiento, del propio centro
o de una subcontrata. Ahora se sabe que estas suposiciones estaban
equivocadas.
Como demuestran las cámaras de seguridad,
alrededor de las dos de la madrugada el hombre, vestido con su particular
'uniforme' -pantalones cortos y camisa de cuadros-, deambuló por la planta
número 13 del hospital. Después, bajó a la 12 y se enfrentó al ascensor 54, el
elevador más utilizado del centro, al estar junto a la entrada principal. Allí,
sacó una llave maestra triangular y abrió la puerta del montacargas. No debió
de abrirla completamente, porque entonces habría necesitado que otra persona la
cerrase tras él manualmente. Así que la empujó hasta que quedó un hueco de unos
40 centímetros por el que deslizarse. Luego, saltó al vacío mientras el
ascensor se cerraba automáticamente tras él.
El cuerpo fue hallado ocho días más tarde,
cuando el mal olor comenzó a ser insoportable.
Sofía C. Rodríguez
https://www.elespanol.com/reportajes/20180725/exclusiva-vida-muerte-antonio-hidalgo-hospital-paz/325218327_0.html