martes, 26 de enero de 2010

MUTI: El infanticidio ritual en Africa


El pasado mes de noviembres varios hombres eran detenidos en Sudáfrica por haber decapitado a un niño de 7 años en el transcurso de un ritual de brujería. Es el último de una larga serie de casos de niños asesinados en Africa en 2007 en una terrorífica cadena de fanatismo sectario. A través de las oleadas de inmigración subsahariana, los primeros casos de asesinatos rituales de niños africanos han empezado a detectarse en Europa.

Cuando el Dr. Nknoma me mostró el dispensario, en una pauperrima clínica médica en plena selva centroafricana, apenas pude ver unas cajas de aspirinas, algunas vendas, unos cuantos preservativos, y poco más. Nadie con dos dedos de frente puede reprochar al Dr., ni a ninguno de sus colegas africanos, que acepten la ayuda de los hechiceros y médicos tradicionales, expertos en la farmacopea de la selva, y capaces de aliviar el dolor de sus pacientes, aunque solo fuese a través de la sugestión. Sin embargo esa colaboración tiene un precio. Y es que en algunos países africanos como Nigeria, Angola, Sudáfrica, Congo o Benin, esos mismos hechiceros y médicos tradicionales, pueden desatar psicosis asesinas de una crueldad sin precedentes.

En el patio de la clínica el Dr. Nknoma me presentó algunos de los niños que, víctimas de enfermedades crónicas, taras o malformaciones genéticas, han sido abandonados por sus padres, al considerarlos víctimas de algún hechizo o posesión diabólica. Cimwemwe, por ejemplo, es un niño de apenas 8 años, que sufría una atrofia severa en las piernas, y necesitaba de un andador de madera para poder desplazarse. Aunque lo más grabe es que sufría ataques de epilepsia, lo que su familia y vecinos habían interpretado como ataques de posesión diabólica. Según el Dr. Nknoma, Cimwemwe había tenido mucha suerte, porque muchos otros niños epilépticos como él habían sido asesinados ritualmente, para expulsar a los supuestos demonios que lo poseían. Lo paradójico es que el nombre Cimwemwe, en dialecto suahili, significa felicidad…

A los dioses les gustan los niños… muertos

El pasado 18 de julio de 2007 Radio Vaticano se hacia eco de la voz de sus misioneros en el Africa negra. Sacerdotes combonianos, padres blancos y otras ordenes misionales en distintos puntos de Africa unían sus voces en una denuncia conjunta. Miles de niños en todo el continente eran víctimas de malos tratos, torturas, violaciones e incluso asesinatos, en el contexto de la brujería tradicional y la superstición más irracional. Me consta, por mi relación con muchos misioneros africanos, que saben de lo que hablan. Sin embargo para los laicos más recalcitrantes, un informe de Save de Children resultaba todavía mucho más demoledor que las denuncias de los misioneros cristianos.

Según esta organización, y sólo en la República Democrática del Congo alrededor de 70.000 niños habían sido acusados o perseguidos por razones relacionadas con la brujería. La mayor parte en la capital, Kinshasa.

Según este espeluznante informe algunos rasgos de malnutrición, baja estatura, carácter violento o desordenado, eneuresis, epilepsia, o malformaciones, podían ser interpretados como síntomas de posesión o brujería, y desencadenar la marginación, el abandono o incluso atentados violentos contra esos niños.

A esto hay que unir un fenómeno aterrador, también remarcado en el informe de Save de Children, y que yo he podido constatar en varios centros de acogida para seropositivos en diferentes países africanos: el SIDA ha dejado huerfanos a 9 millones de niños en todo Africa. Doy fe de que los medios para la lucha contra el SIDA en la mayoría de esos centros médicos, como el del Dr. Nknoma son paupérrimos, y el especio para acoger a los huérfanos, insuficiente. Eso ha provocado que miles de niños terminen vagando a su suerte por las calles de las grandes capitales africanas, siendo víctimas de todo tipo de abusos.

Por ejemplo, la irracional creencia en que el SIDA se cura teniendo relaciones con menores vírgenes, desató una oleada de violaciones de niños espantosa. Aunque mas terrorífica fue la leyenda urbana de que los genitales de esos niños, utilizados en pócimas mágicas, podían matar el VIH, lo que produjo casos de ataques a menores y mutilzaciones de sus órganos sexuales, de una crueldad indescriptible. Algunos de esos niños, que pudieron sobrevivir a la brutal amputación, y que fueron tratados médicamente en Europa, nos han ofrecido testimonios aterradores, como el de Jeffery Mkhonto, de 12 años.

Un demonio llamado SIDA

Quien esto escribe ha visitado centros de lucha contra el SIDA en Africa donde el único instrumental técnico para la lucha contra el VIH eran unas bicicletas, con las que los voluntarios visitaban las aldeas mas perdidas para alertar sobre las practicas de riesgo, enseñar el uso del preservativo, etc. Esos voluntarios han sido los primeros en enfrentarse a las supersticiones que atribuyen al sexo con niños, o a sus genitales, poderes curativos. Pero existe algo aún más peligroso que ha victimizado todavía mas a los niños africanos: el fanatismo cristiano.

La mutación teológica que encontramos en Africa, donde el cristianismo occidental sufre indecibles mestizajes con todo tipo de religiones animistas ancestrales, ha producido en los primeros años del siglo XXI un entramado de sectas pseudocristianas, especialmente de tendencia pseudoevangélica, donde se ha gestado el fenómeno de los asesinatos de “niños-brujo”. Según Save de Children, solo en Kinshasa, a finales del año 2000, se registraban 2177 sectas religiosas, más o menos fundamentalistas. En esa misma capital, hasta 30.000 niños han sido victima de malos tratos y agresiones, acusados de brujería.

Para comprender este incomprensible comportamiento es necesario recordar los 32 años de dictadura de Mobuto, que dejaron más de 3 millones de muertos y una atroz guerra civil. Tras su derrocamiento, en 1997, todo tipo de sectas religiosas se implantó en la zona, mezclando una fundamentalista forma de evangelismo con las tradiciones animistas africanas. El fenómeno de Harry Potter, se unió a finales del siglo XX al absurdo entramado de supersticiones sectarias, que pusieron a los niños en el punto de mira de los predicadores más radicales. Por irracional que parezca, comenzaron a producirse testimonios de “niños voladores”, hechizos infantiles contra el ganado, y demás tonterias. El resultado fue que la sinrazón de las brujas de Salem, se está repitiendo en toda Africa.

A finales de noviembre de 2007 un informe de UNICEF nos ofrecía cifras no menos pesimistas. En sólo una ciudad pequeña del norte de Angola eran identificados 432 niños abandonados en la calle, que habían sido expulsados de sus hogares o maltratados acusados de brujería. Los 27 años de guerra que diezmaron Angola hasta 2002 dejaron miles de huérfanos, que ahora son acusados de practicar la brujería o, lo que es peor, son utilizados para la comisión de crímenes rituales.

Muti: la medicina mortal

Además de mutilaciones sexuales y violaciones infantiles contra el SIDA, del abandono, tortura y asesinato de miles de niños acusados de ser unos Harry Potter africanos, y de todo el dolor, marginación y sufrimiento originado por las guerras en Angola, Sierra Leona, Congo, Mozambique, etc, existe algo más.

En noviembre de 2007, hace solo unas semanas, un terrorífico titular salpicaba los teletipos de medio mundo. Tres personas eran detenidas en Sudáfrica tras decapitar a un niño de 7 años en un ritual de brujería.

El macabro crimen se cometió en Clermont, al este del país. El niño había desaparecido el 1 de noviembre pasado y el cuerpo decapitado fue encontrado un día después, pero las autoridades sudafricanas no divulgaron la noticia, para no entorpecer la investigación policial, hasta mediados de mes, cuando se produjo la detención de los sospechosos. Según Bongani Khomo, portavoz de la policía judicial sudafricana, la investigación sugería que los detenidos habían actuado como sicarios contratados por una tercera persona, que habría abonado la suma de 20.000 rands ( unos 2.100 euros), por el ritual de brujería que implicaba el sacrificio humano de un niño.

"Creemos –continuaba la declaración de Khomo- que la cabeza del niño iba a ser utilizada para 'muti"", agregó el portavoz, refiriéndose a los rituales sudafricanos que realizan curanderos o brujos y en los que se suelen utilizar hierbas o restos de animales. Y en algunos casos extremos, ofrendas humanas. Un tipo de sacrificios rituales, cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos, y que fueron practicados tanto en Africa como en la América precolombina, o la Asia precolonial. Sin embargo la policía occidental ha empezado a enfrentarse a casos similares detectados en Europa, Norteamérica, etc, vinculado a sectas reivindicadotas de viejos cultos ancestrales, en ocasiones asociados a núcleos de inmigración africana, latinoamericana, etc. Quien eso escribe ha tenido la oportunidad de investigar personalmente casos de presuntos asesinatos rituales de menores incluso en España, aunque esa es otra historia.

Volviendo a la actualidad, la cabeza del niño sudafricano asesinado hace unas semanas fue encontrada en poder de los dos sospechosos. Al parecer el contratante del macabro ritual no termino de abonar el importe acordado por el “muti”, por lo que la ceremonia no se habria concluido y la principal prueba del crimen continuaba en poder de los ejecutores, lo que evidentemente supondrá un elemento judicial clave a la hora de dictar sentencia.

Por desgracia los crímenes asociados a una forma irracional de “muti”, palabra zulú que se refiere a una forma de “medicina”, no son desconocidos ni en Africa del Sur ni en el resto del continente. Este caso recuerda mucho el que también trascendió a los titulares de la prensa occidental en agosto de 2004, cuando un niño de diez años murió después de que le amputaran sus genitales, una oreja y una mano, también para un ritual de brujería. O al terrorífico testimonio de Helen Madide, de Thohoyandou, quien con solo 18 año de edad presenció el asesinato ritual de su propio hijo, de nombre Fulufhuwani a manos de la pareja sentimental de Helen, un curandero sudafricano de llamado Naledzani Mabuda.

El testimonio de la joven madre es aterrador: "Él empezó a contarme historias. Sus antepasados (divinizados en el animismo africano) le dijeron que él debería matarme a mí y al niño que para él pudiera llegar a ser rico. Él me mostró un camino y me forzó a que avanzara por ese camino. Él iba empujándome y demandándome que yo caminara sea que me gustara o no. Él dijo que iba a matar al bebé primero mientras yo miraba al bebé, entonces secundariamente él me mataría a mí". aunque Helen intentó escapar, Mabuda la atrapó y la obligó a que sostuviera las piernas de Fulufhuwani mientras él le cortaba la garganta al niño. Cuando el niño murió, él empezó a cortarle todas las partes, las manos, las piernas e incluso los órganos sexuales". Fuentes policiales sudafricanas estiman que hasta 300 personas pueden haber sido víctimas de asesinatos por “muti” en los últimos años. Los forenses llegan a esa conclusión tras analizar los de miembros humanos descubiertos en los rastros de rituales de brujería hallados por todo el país.

Vergonzoso, brutal, horrible… no existen calificativos para esta practica monstruosa, que comienza a llegar a Europa a manos de las oleadas de inmigración subsahariana, y donde ni la libertad de creencias, ni la democracia, ni la comprensión, tienen cabida. Ahora todos los estudiosos, analistas e investigadores debemos aunar esfuerzos para que todo el peso de la ley caiga sobre unas tradiciones ancestrales que nunca, nunca, debieron existir.


El caso Adam; cuando la muerte llego a Europa

En el año 2001 todas las alarmas se desataron en Europa cuando Scotland Yard dio a conocer la existencia del terrorífico caso Adam. Con este nombre los policías británicos habían bautizado el cadáver de un niño de unos 5 o 7 años de edad, que había sido descubierto en el rio Tamesis en septiembre de ese año. En realidad el cuerpo de Adam se limitaba al tronco, ya que cabeza y extremidades habían sido amputadas previamente, según las conclusiones de los forenses, en el transcurso de algún tipo de ritual mágico.

El cuerpo del pequeño Adam solo estaba vestido con un pantalón corto de color naranja. Y era el primer cuerpo de un niño descuartizado que aparecía en Inglaterra en los últimos 40 años de historia criminal.

Los forenses se emplearon a fondo con el pequeño cuerpo. Según la meticulosa autopsia, el cuerpo podía llevar 3 o 4 dias en el agua cuando fue descubierto, en el curso del Tamesis, en pleno centro de Londres. La parte superior del intestino estaba vacío, lo que sugería que no había ingerido alimentos las horas previas a su muerte, sin embargo aparecían restos de una sustancia no identificada, que indicaba la ingesta de algún tipo de pócima durante el ritual. Se apreciaba un aumento del tamaño del bazo, y también restos de algún tipo de medicamento para la tos. Este detalle se sumaría a otros que sugerían que el pequeño Adam probablemente había llegado desde la cálida Africa pocos días antes del crimen ritual, constipándose quizás por el cambio de clima. De hecho parece que el pequeño fue “importado” a Europa precisamente para ser víctima de ese sacrificio humano.

Los genitales del niño no habían sido amputados. Pero en los intestinos de Adam se encontraron esporas de polen europeas, que podían sugerir la ruta de viaje del muchacho, que probablemente no llevaba en Inglaterra mas de 3 dias antes de morir. También se utilizó una novedosa técnica de investigación, ideada por el geólogo forense Ken Pye, de la Universidad de Londres, rastreando los restos de isótopos de estroncio que existen en todas las plantas, agua, etc que ingerimos, y que dentro de nuestro cuerpo dejan un rastro que puede ayudar a localizar la zona geográfica donde hemos vivido. De hecho esa pista llevó al Inspector Will O´Reilly, en compañía del científico, a eliminar el Caribe como posible origen del niño sacrificado. Todos los estudiosos de la criminalidad ritual, yo incluido, hemos investigado crímenes rituales en cultos caribeños como el abakua cubano o el vudu haitiano. Los isótopos del cadáver de Adam apuntaban hacia Nigeria y sus países limítrofes. Y hasta allí se proyectaron las investigaciones policiales, para intentar seguir el rastro de ADN de la familia de Adam, pero con poca fortuna. Sería muy largo explicar el complejo entramado genético familiar que implican sociedades poligámicas, como la que abundan en los estados islámicos de Nigeria, donde el ADN de un varón puede multiplicarse exponencialmente a partir de sus matrimonios múltiples, con un numero de hijos y nietos muy considerable.

El mutismo de la comunidad nigeriana en Londres también impidió establecer la identidad de la víctima, a pesar de existir una recompensa de 70.000 euros (11,6 millones de pesetas) para quien diese alguna pista. De hecho, de nada sirvieron los llamamientos a la colaboración ciudadana que hicieron líderes africanos como el expresidentes sudafricano Nelson Mandela o el futbolista Nwankwo Kanu.

Pese a todo las investigaciones policiales, encabezadas por O´Reilly continuaron, hasta que dos años después pudieron efectuarse las detenciones.

El 29 de julio de 2003, 200 policías londinenses, encabezados por el inspector O`Reilly, participaron en una espectacular redada. Al alba, y echando las puertas abajo, los agentes detuvieron a 21 sospechosos, 10 hombres y 11 mujeres, en 9 pisos de la capital británica. La organización desmantelada en Londres estaba relacionada con diferentes tipos de delitos: falsificación de documentos y tarjetas de crédito, estafa y tráfico de seres humanos. En este caso, además de para una explotación laboral y sexual, para ser victimas de sacrificios rituales… Esa fue la triste suerte del pequeño Adam. Aunque lo más terrorífico, es que la investigación sobre el caso Adam desveló que, solo en Inglaterra existían cientos de casos de niños africanos desaparecidos en extrañas circunstancias. Y se supone que un pequeño porcentaje de esas desapariciones, siempre excesivo, están relacionadas con crímenes religiosos.
Manuel Carballal
manuelcarballal.blogspot.com

5 comentarios:

Birdwhistle dijo...

Esta semana se ha hecho público que Tanzania por fin ha prohibido la persecución a los ALBINOS. Es un paso fundamental en la carnicería (caníbal) que acecha a los niños albinos en ese país, donde la superstición considera que beber su sangre trae buena suerte.

Lectora dijo...

Es terrible todo eso, igual de terrible que los numerosos asesinatos por tráfico de órganos y violaciones de niños en países del tercer mundo por parte de ciudadanos de paises supuestamente civilizados.

Manfredi dijo...
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Anais dijo...

Birdwhistle, yo no estoy muy segura, pero creo que Tanzania no es el único lugar donde se producen esos crímenes. Y lo terrible es que casos como el del diño Adam demuestran que puede ocurrir en Europa en cualquier momento.

Anónimo dijo...

Hola Manuel, te escuche en FdM y me alegro de haber econtrado tu página y este articulo. Estoy flipada con lo que cuentas. Gracias por tu trabajo.