lunes, 7 de diciembre de 2009

Garbo: el espia que engaño a Hitler en el cine

Edmon Roch ha llevado al cine la increíble historia de Juan Pujol, Garbo, el espía catalán que engañó a Hitler al hacerle creer que el lugar elegido por los aliados para desembarcar en el Continente era el Paso de Calais y que Normandía era sólo una gigantesca maniobra de distracción. Para los nazis, Pujol era Arabal, y tenían en él una confianza ciega: le llegaron a condecorar con la Cruz de Hierro ante la hilaridad de los servicios de inteligencia británicos. La historia es conocida, pero ¿quién era realmente Garbo? El filme de Roch completa el perfil de Juan Pujol, si ello es posible en un actor experto en engaños.


¿Quién fue en realidad? ¿Un pícaro con extraordinarias dotes teatrales convertido en héroe por el espionaje inglés oundemócrata idealista? Juan Pujol, hijo de un empresario textil de Olot y de una granadina, dejó sus estudios para dedicarse a ser un vividor barcelonés. Católico y espantado por las historias que le contaba su padre sobre la Setmana Tràgica, al estallar la Guerra Civil, se negó a enrolarse en las filas republicanas. Se escondió en un piso de Barcelona, fue detenido y, si hemos de creer su testimonio, fue rescatado por el Socorro Blanco. Pujol, famélico, perdió todo el pelo, aparentando a sus 25 años más de 40. Al final, decidió ir al frente del Ebro para pasarse a las filas franquistas. Se rezagó durante una patrulla, esperó a que se hiciera de noche y se encaminó al otro bando, con tan mala fortuna que equivocó el camino y, creyendo estar ante una posición franquista, dio grandes gritos alertando de que era un republicano huido. La ráfaga de disparos con que le respondieron le sacó su error. Milagrosamente quedó indemne y logró su objetivo.

En Madrid, Pujol se casó con una mujer decisiva en su vida, Araceli González. En 1940 se presentó ante la embajada inglesa para ofrecerse como espía, ante la incredulidad de los funcionarios. Tuvo más éxito con el Abwehr alemán. Le destinaron a Lisboa, donde copiaba datos de la prensa adornados con su desatada inventiva. Cuando vio que sus patrañas empezaban a ser insostenibles, compró pasajes para Brasil e hizo un último intento con los ingleses. El MI5 ató cabos y cayó en la cuenta de que Pujol era Arabal, el espía que con sus falsos informes había llevado a un inexplicable despliegue de la Luftwaffe en busca de un inexistente convoy aliado al rescate de Malta. Le dieron el nombre de Garbo, al considerarle uno de los mejores actores que habían visto nunca. Convenientemente adiestrado, Pujol se ganó la confianza de los nazis hasta el punto de darle la jefatura del espionaje en Gran Bretaña, al mando de 22 subagentes que sólo existían en la imaginación de Pujol y de su cómplice en el MI5, Tom Harris. Su gran momento llegó cuando sus informes hicieron creer a Hitler que los aliados iban a desembarcar en Calais, donde Patton amontonaba tanques y aviones de cartón.

¿Qué fue de Garbo después de la guerra? Pujol, con su pequeña fortuna acumulada (le pagaban los aliados y los nazis), compró una plantación en Venezuela que fue arrasada durante unos disturbios. Fue la ruina y el motivo de su separación. Hay un oscuro episodio de cuadros falsificados de pintura española (Goya, Velázquez, el Greco…) que Pujol intentó vender en Venezuela, una operación en la que el biógrafo Javier Juárez relaciona a Tom Harris y al experto en arte y doble espía soviético Anthony Blunt.

Está también el montaje de su muerte ficticia en Angola por malaria o picadura de serpiente. Y aún hubo una propuesta para que espiara en los países del Este. Pujol declinó la oferta y, de nuevo casado, acabó sus días montando un cine y un hotel en una pequeña localidad costera del Caribe venezolano. Antes, un novelista inglés, Nigel West, logró dar con él y sacarle a la luz pública con motivo de los cuarenta años del desembarco de Normandía. El espía catalán volvió a España en 1984 y tuvo tiempo de reconciliarse con los hijos que había abandonado. Falleció en 1988. En los países aliados es un héroe. En Alemania sigue siendo hoy un desconocido.

Josep Massot

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Manuel, seria interesante que tocaras tambien el caso del "hombre que nunca existio", otro caso fascinante de espionaje en España. Felicidades por el blog.