miércoles, 30 de abril de 2008

Elizabeth no se fue con una secta...

Nadie en la localidad austríaca de Amstetten logra entender cómo el ingeniero jubilado Josef Fritzl pudo mantener en secreto una serie de crímenes a lo largo de 24 años. El 28 de agosto de 1984, Elizabeth, una de las hijas de Fritzl, que entonces tenía 18 años, desapareció. Una carta reveló que la chica se había unido a una secta, abandonando así a su familia. La policía lo creyó y se cerró el caso. En realidad, Elizabeth escribió la carta forzada y fue capturada por su propio padre. Ésta es la historia del mayor crimen conocido en Austria.

EFE. La confesión realizada a la Policía austríaca este lunes por el jubilado Josef Fritzl, de 73 años, sólo puede calificarse de escalofriante. El crimen que cometió durante 24 años ha quedado expuesto a la luz, y ha horrorizado no sólo a los habitantes de Amstetten, sino a toda Europa y parte del globo terráqueo.

Josef Fritzl confesó ser el padre de los siete hijos nacidos en un calabozo subterráneo tras violar a su propia hija y de haber quemado el cadáver de uno de ellos que nació muerto en la caldera del edificio. Tres de los hijos nacidos del incesto (de entre 10 y 15 años) fueron traslados por Fritzl a la casa familiar e integrados como si fueran nietos y luego hijos adoptivos, mientras que los otros tres (de 5, 18 y 19 años) permanecieron toda su vida bajo tierra, hasta ser liberados hace pocos días.

Los detalles dados a conocer este lunes mediante la confesión del padre de Elizabeth dibujan un escenario dantesco de la vida subterránea de la joven mujer, que dio a luz seis veces en condiciones infrahumanas y sin atención médica alguna.

El calabozo en el que vivía ella y sus hijos tenía apenas unos 60 metros cuadrados, con cuatro habitaciones de techos de apenas 1,7 metros de altura, en donde Fritzl instaló un baño, una ducha y también un televisor, lo que permitió a sus moradores cierto contacto con el mundo exterior.
La versión sostenida por Fritzl ante su esposa y el resto de la familia y sociedad fue que Elisabeth desapareció con 18 años para adherirse a una secta en un lugar desconocido, donde habría tenido varios hijos, a tres de los cuales dejó delante de la casa de sus padres. Franz Polzer, responsable de la seguridad pública de Baja Austria, manifestó que el resto de la familia, incluyendo Rosemarie, la esposa de Josef Fritzl, y también los otros hijos-nietos, que vivían en la casa, no sabían nada del encierro que sufría Elisabeth y sus otros tres hijos.

El acusado reconoció asimismo haber golpeado a su hija en repetidas ocasiones y de haberla violado numerosas veces, por lo que nacieron hijos "más o menos cada dos años".

Doble vida en familia
Rosemarie y Josef Fritzl tuvieron en total siete hijos en su matrimonio, incluyendo Elisabeth, quien fue abusada sexualmente por su padre a partir de los 11 años de edad.

Polzer agregó que el acusado "vivió una doble vida", con siete hijos de su matrimonio y otros siete hijos con su hija, producto de las repetidas violaciones.

Este macabro caso ha podido salir a la luz cuando la hija mayor, de 19 años, mantenida en cautiverio, tuvo que ser hospitalizada por sufrir de una grave enfermedad, que los médicos atribuyen a una degeneración genética típica del incesto. Tras ser internada en un hospital esta joven, Fritzl liberó a los otros dos hijos encerrados y le explicó a su mujer que la hija desaparecida, Elisabeth, había vuelto finalmente y que esos hijos eran producto de sus relaciones mantenidas en una secta. En la actualidad, la hija mayor, Kerstin, permanece en estado de coma inducido en el hospital, y los médicos desconocen si podrá sobrevivir.

Tras ser internada en un hospital local, Fritzl liberó a los otros dos hijos que todavía permanecían encerrados y le explicó a su mujer que Elisabeth, la hija desaparecida, había vuelto finalmente y que esos hijos eran producto de sus relaciones mantenidas en una secta.
Sin cómplices
Sólo el acusado pudo acceder al zulo, que estaba asegurado con un mecanismo eléctrico, por lo que las autoridades dan por hecho que él mismo fue el padre, dijo Polzer. "Estamos esperando los resultados del análisis de ADN de los implicados", agregó el agente.

Las autoridades mostraron este lunes ante la prensa una foto del acusado, para poder encontrar testigos que en el pasado vieran a este hombre comprando comida y ropa para bebés.

De esta forma, la policía quiere esclarecer la pregunta de cómo Fritzl pudo abastecer de comida y ropa a los hijos encerrados durante tantos años.

El portavoz de la Fiscalía, Gerhard Sedlacek, dijo que el acusado será puesto a disposición de un juez, que decretará la prisión para Fritzl y que las autoridades investigarán si existe peligro de un suicidio del detenido.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Todo un argumento para replantearse la pena de muerte... ¿alguien lo duda?

Anónimo dijo...

Yo lo dudo. Mejor que se pase el resto de su vida (que ojalá aún le queden veinte años como mínimo) encerrado en un calabozo a cal y canto. Es el castigo más justo, la muerte es demasiado rápida.