viernes, 30 de septiembre de 2016

EL CASO B.T. CUANDO EL DELIRIO TE HACE CREER BRUJA



B. T. tiene 28 años de edad, es casada y natural de un pequeño pueblo de una provincia castellana. Actualmente reside en Madrid. No se pueden recoger datos de antecedentes familiares con carácter patológico, ni psicopatológico. Tiene una niña de 5 años, que está sana. 

La familia describe a esta enferma como de carácter retraído y un poco «parada» en la conversación. Tiene tendencia a estar pensativa, dándole demasiadas vueltas a cualquier cosa que tiene que hacer y que para los demás no reviste importancia alguna. Es muy activa y dispuesta en la casa, muy ordenada — en exceso— como es propio del carácter depresivo. Ella no recuerda haber tenido más enfermedad que el sarampión. Menarquia tardía. 

Acudió a la escuela hasta los 18 años, aprendiendo como las demás chicas de su edad. La escolaridad fue buena y ahora puede decirse que es una mujer culta para el medio en que vive. Hace trece años que reside en Madrid. Bien adaptada al ambiente de la capital. Su marido trabaja en un buen oficio y no hay problema económico alguno. Tampoco hay problemas en el matrimonio. 

Días antes de la Semana Santa anterior al día en que acudió a la consulta, e ingresó a continuación en nuestro Servicio, fueron a verla unos primos suyos y le comentaron algunos textos de la Biblia, según su modo de interpretación, afirmando, por ejemplo, «que la Virgen María se había casado dos veces y que el que mata tiene a su vez que ser muerto». Pertenecían los primos a la secta de los Testigos de Jehová. Le entró mucho miedo. Veía como sombras. 

Pensó que Dios es muy bueno, pero que no era como ella creía antes. Después de la visita de los primos empezó a reflexionar sobre sí misma. Se creía muy mala. Pensaba que debía castigarse por ello. ¿Cómo castigar su maldad? Se encontraba muy triste, con una tristeza especial que ella no sabe definir, pero que no había conocido antes. «Era una tristeza diferente de las otras tristezas», dice textualmente. En este caso, como en muchos otros análogos, se pueden contemplar los diversos tramos que se recorren en el camino de la brujería. B. T. comienza una depresión. 

Se siente mal sin saber por qué. No sabe siquiera definir ni la localización, ni los caracteres de su mal. No tiene motivos externos y no sabe a qué atribuir sus molestias. Su marido sigue trabajando normalmente. La niña está sana. B. T. se pregunta una y otra vez qué es lo que le pasa. No tiene fiebre, sino sólo ese malestar difuso que no sabe calificar. El médico de cabecera la ha explorado «sin encontrar indicios de enfermedad». 

Le he preguntado con interés si tenía algún disgusto, si algo iba mal en su casa, su marido o su niña. «Nada, no hay nada. Todo va bien.» La atormentaba mucho lo que le ocurría, tan inexplicable y tan sin justificación. Los parientes de su marido volvieron a verla y ya entonces le hablaron más detenidamente del credo de los Testigos de Jehová. «El Fin del Mundo se aproxima», afirmaban. Ella se quedó muy impresionada por esa idea. Cada día se iba sintiendo peor. La volvió a ver el médico y no encontró nada que hiciese sospechar una enfermedad. Pero B. T. cada día se sentía peor… 

Al comienzo de su crisis se encontró con menos ganas de hacer el trabajo de la casa. No estaba activa como ella era. Todo trabajo le obligaba a un gran esfuerzo. «Mi vida no es como antes.» Externamente sí, pero no en su interior. Cada vez estaba peor de ánimo. Repasaba los últimos días como si se le hubiera olvidado algo, por si le había ocurrido algo que motivase su estado. No lo encontraba. Su marido había vuelto de su trabajo con un tono alegre y se entretuvo con la niña. A ella no le entretenía nada. Se notaba triste sin saber por qué. No era una tristeza como otras veces en la vida, repite. «Era como un peso, como algo muy pesado que la envolvía.» Ya no podía disponer de su quehacer como antes. Todo se le volvía pesado y cada vez menos soportable. 

Tan triste se encontraba, que su marido lo notó. Un día le preguntó si le pasaba algo. Ella contestó que no, pero «por dentro no se encontraba bien». Y así, en pocos días, B. T. se sintió más claramente triste, hasta desesperada… Su malestar y su tristeza aumentaron rápidamente. El marido quería llamar de nuevo al médico de cabecera. Ella lo impidió, pero poco a poco el día se le hacía más difícil de soportar. La verdad es que los ratos peores los pasaba por la mañana. Ya al atardecer, quizá porque su marido regresaba a casa, parecía mejorar. La tristeza aumenta más y más. De nuevo le volvieron a visitar los parientes de su marido, los «Testigos de Jehová». 

El marido no estaba en casa y entonces le hablaron más detenidamente de lo que su grupo significaba. Y de nuevo, la idea que se le quedó más fija fue la del «Fin del Mundo». «Y si el mundo va a terminar — se dijo— , ¿qué sentido tiene que me prolongue la vida?» Estuvo tres o cuatro días con esta idea fija. «¿Qué sentido tiene prolongar la vida?», y, «¿Para qué vivir?». Sentía tener que dejar a su niña en el mundo. No se atrevía ni a tocarla. De repente se dijo: «La vida no vale la pena de ser vivida. Es un hondo sufrimiento sin justificación. Y sin embargo, estaba contenta de tener a un marido tan bueno y a una niña tan hermosa.» De repente y como en un rapto, cogió la escopeta de caza de su marido, se la dirigió hacia la frente y disparó. Tenía puestos sólo dos cartuchos. No recuerda si fueron dos los que se disparó. «Dos o uno», repite. 


Cayó herida en el suelo. Los vecinos acudieron al oír los disparos de la escopeta. B. T. estaba gravemente herida. La llevaron rápidamente al Hospital, donde estuvo internada en Urgencia. Luego en «cuidados intensivos». Cuando curó de sus heridas, la ingresaron en el Servicio de Psiquiatría. En una nueva entrevista me dice: «Desde pequeña he debido ser muy mala. Creo que soy el demonio.» Y añade entre lágrimas: «Hasta ahora he vivido a ciegas, no me he dado cuenta de cómo era…»

«Mis padres son mucho mejores que yo. Unos padres buenos no pueden tener una hija mala, tan mala como yo.» «Tengo conmigo a una hija, pero ahora sé que tampoco es hija mía. Bueno, no estoy segura de que sea hija mía. Ni sé si está, ni cómo estará.» «Creo que no debía haberme casado.» «Una bruja no debe casarse.» «Ni sé si estoy casada. A la iglesia sí que fui, pero eso no es casarse.» 

El marido, que la acompaña, confirma todos los datos anteriores. Ha sido siempre un matrimonio feliz y sin problema alguno entre ellos. Tienen piso propio, automóvil «y hasta ciertos ahorrillos», dice. Afirma también que parecía siempre una mujer feliz «hasta que le sobrevino la enfermedad ésta». El marido está convencido de que las cosas que dice su mujer son «bobadas» propias de una enferma. «Lo que hizo también es de enferma.» 

Los tiros que se disparó como decíamos más arriba le alcanzaron el ojo izquierdo y la parte correspondiente de la cara. Estuvo en un Hospital quirúrgico y luego en un servicio de Oftalmología para que le hicieran la prótesis. Cuando se le pregunta a la enferma por las razones de este accidente, contesta que creía que los policías la iban a coger y para evitar que la matasen prefería darse muerte ella. Ocho días antes del accidente, la enferma estaba muy llorosa. Cuando se le pregunta sobre ello apenas responde y está como alejada del médico que toma los datos de su historia clínica. 

Al preguntarle por su ingreso en el Servicio, ella dice: «Yo sé que vine con alguien, pero no sé con quién. Hay personas que no son ni una cosa ni otra.» Se le dice que vino con su marido. «No, él es otra cosa. Yo he hablado con mi marido de todo esto y a la niña le he dicho que no era mía, que no era hija mía.» «Hay algunos que se arrepienten a tiempo y son santos. ¡Ya es tarde para mí.» «Desde entonces he tenido miedo — se refiere a la visita de los primos— . Vi que existía Dios y que el demonio era como un gato negro encerrado en una habitación muy oscura.» El médico que hace la historia trata de tranquilizarla porque comienza a sollozar. «Creo que soy el demonio porque he sido tan mala que tengo el demonio dentro.» Sigue llorando y dice: «Quise deshacer el producto del parto y por eso la niña no es mía.» Comienza el tratamiento y en los días siguientes se encuentra menos inhibida y llorosa. 

Habla con más soltura. Duerme bien gracias a la medicación. Tiene buen apetito. Se refiere al uso de anticonceptivos durante algún tiempo, sin dar al hecho la menor importancia. Cuenta que, a raíz de una de las visitas de sus primos, volvió a pensar que era muy mala y que este mismo hecho de usar anticonceptivos, aunque fuera por poco tiempo, lo confirmaba. «No tengo perdón de Dios.» Y pensó que Dios la castigaría con el infierno. «Lo que quería entonces era matarme y los pensamientos que me dominaban giraban siempre en torno a este punto.» 

Al cabo de dos semanas de su ingreso en el Servicio de Psiquiatría, ha mejorado mucho, pero no se encuentra bien del todo. Sigue un tratamiento muy intenso y ella misma reconoce su mejoría. Poco a poco, va aceptando que la hija es suya y se va reconciliando con la realidad. Al iniciarse el proceso de mejoría, cuenta con todo detalle los motivos del disparo y en general todo lo que había ocurrido por aquellos días. Pensaba B. T. que la gente hablaba mal de ella y creía que su marido hacía caso de las habladurías. Fue la visita de los Testigos de Jehová, con su predicación, lo que acabó de trastornarla. 

Estaba muy impresionada por sus palabras. Entonces se inició su enfermedad, mejor dicho la idea de que estaba embrujada se había introducido más profundamente en su mente. Es cierto que ya por entonces se había apoderado de ella una profunda tristeza que no sabía a qué atribuir, como hemos dicho más arriba. Pero las «ideas raras» vinieron después. El demonio la dominaba totalmente. Ella dice que es en sí normal, como todo el mundo, pero durante aquella temporada amarga, dice, se creyó que estaba embrujada. 

Por las noches soñaba siempre cosas terroríficas. Luego, al despertar, oía una voz bajita que la llamaba. Esta voz era, sin duda, la del demonio, que la llamaba así de bajo para que no se enterasen los demás. Ahora piensa que todo le vino por los Testigos de Jehová, porque fue tras de conocerlos cuando tuvo un día de repente la idea, junto con el subfondo depresivo que reconoce, de que era una bruja. «Yo me estaba transformando en una bruja», afirma muy seriamente. 

Al preguntarle si la idea esta ya se le ha ido, contesta que la primera cosa para echar al demonio del cuerpo fueron los tiros de escopeta. «No me causaron la muerte, y eso es buena señal.» Luego dice que gracias a los días que está en el Servicio se encuentra mucho mejor. No sabe a ciencia cierta cómo le vino la idea del embrujamiento. «Fue de una manera repentina» y, por lo que dice, inconsciente. Notaba, además, ciertos síntomas de carácter somático, como dolor de cabeza, insomnio. Ideas de referencia, como que la gente hablaba mal de ella o que la quería agredir. 

Si quería recordar la escena del accidente, la enferma decía lo siguiente: primero un disparo en el cuello. No le dolía nada. Después siguió descargando la escopeta y cada vez apuntaba al ojo izquierdo, donde descargó el otro disparo. La idea que le dominaba durante toda esta época y que relata muy convencida es que se estaba transformando en una bruja. A medida que fue mejorando, le desaparecieron todas estas ideas delirantes. Un mes después de su ingreso en el Servicio pudo reanudar su vida normal con la familia. 

Venía luego semanalmente a la consulta para un control de su estado. Al cabo de otro mes sólo la citábamos una vez al mes. Finalmente dejó de venir, pues su estado era normal. Nos ha enviado varias veces noticias de su estado por escrito y dice que se encuentra perfectamente.

J.J. Lopez Ibor

https://realidadtrascendental.wordpress.com/2016/09/27/el-caso-de-b-t-la-enferma-psicopatologica-que-se-creyo-bruja/

viernes, 23 de septiembre de 2016

EL PRINCIPAL EXORCISTA ESPAÑOL CONDENADO POR ABUSO SEXUAL


Dicen que es el mayor exorcista de Galicia y, quizá, de España. Sobre él pesa una condena por abuso sexual. Asegura que quien le denunció "puede estar ligada a una secta satánica". La víctima teme que "vuelva a abusar de alguien". 

 Es martes 13 y en el santuario de San Campio (Tomiño, Pontevedra) hoy no se practica ningún exorcismo. El demonio sabe que no hay nada menos elegante que cumplir con el cliché. Tampoco el lunes se presentó. Parece que se le pegan las sábanas como a un vulgar mortal. 

El párroco, José Luis Portela, me recibe tras la primera noche de lluvia en dos meses, según dicen los lugareños. Es el sacerdote que más exorcismos practica en Galicia y, seguramente, en toda España: entre tres y seis a la semana. A la iglesia, grande y demasiado ornamentada para un pueblo tan pequeño, acuden a diario "creyentes de todas partes". Los que menos, los del propio pueblo. 

"Muchos vienen de Portugal, de Galicia, de León... La gente necesita ayuda y yo se la proporciono", dice Portela. A escasos metros de la iglesia hay quien reza a la cerveza, práctica habitual entre los descreídos a los que la gallardía les crece con cada trago. 

En Casa Telleiro, Manuel y Antonio, con un brazo apoyado en la barra y abrazando la pinta con la mano, aseguran que no creen en los sucesos sobrenaturales: "¡Carallo, son tonterías! El cura es buen tipo, aquí le queremos, pero yo creo que la gente que va es porque está desesperada. Gente que no ha encontrado solución a un problema de ninguna otra manera", dice Antonio, que habla escueto, como si hubiese sacado el cepillo y barriese las palabras de más. A su lado, una mujer rubia con gafas al estilo Woody Allen se envalentona y saca el tema que se comenta últimamente: la reciente condena por abuso sexual que pesa sobre el párroco. "Yo no me lo creo. Esa mujer estaba enferma. Aquí lo conocemos desde hace muchísimos años y siempre nos ha parecido un hombre muy agradable". 

A menudo, quienes no creen en las Santas Escrituras de Dios, tampoco lo hacen en las de la justicia. Una sentencia que condena a José Luis Portela por un año de prisión y 4.000 euros de indemnización a la víctima no convence a quienes ven en el sacerdote un hombre aferrado a su fe, incorruptible e incapaz de pecar. Fuera del bar, un hombre que no quiere revelar su nombre asegura que "el cura tiene un hijo". "Aquí es un secreto a voces", añade. El abuso sexual tuvo lugar en agosto de 2014 en la sacristía del templo. Según la sentencia, el acusado, "con ánimo de satisfacer sus deseos sexuales, abrazó a la feligresa, le introdujo las manos por debajo de la ropa y le tocó los pechos".

 El juez considera probado que el padre Portela le pidió a la víctima que "le besara al tiempo que la agarraba y le besaba el cuello diciéndole 'Dios quiere que estés bien'". La mujer, con problemas de insomnio tras el suceso, acudió a su médico de cabecera y se sinceró con ella tras pedirle "algo para dormir". La doctora fue quien denunció los hechos. 

En abril de este año se celebró el juicio en el que el magistrado condenó a José Luis Portela a un año de prisión y a pagar 4.000 euros de indemnización a la víctima. Él ha recurrido la sentencia a la Audiencia Provincial de Pontevedra. "Prefiero pagar 8.000 euros a un abogado que 4.000 a esa mujer, porque miente. Creo que puede estar ligada a una secta satánica y lo que quiere es echar abajo a un exorcista como yo", explica Portela a EL ESPAÑOL. 

La víctima, Valeria Midas, de 42 años, habla con un medio de comunicación por primera vez: "El abogado de este señor me ofreció 15.000 euros antes de ir a juicio, pero yo no quiero dinero, quiero que esto se sepa porque no quiero que le vuelva a hacer daño a nadie", cuenta llorando al teléfono. 



EXORCISTA DESDE HACE 15 AÑOS 
José Luis Portela, que ahora tiene 74 años y lleva 47 en la iglesia de San Campio, es un cura singular. En su sacristía hay discos de Queen y de los Beatles apilados junto a otros de música religiosa. Entre las figuras de la Virgen y las cruces de madera reposa un bote de colonia de Massimo Dutti que jamás ha usado. "Me lo regalaron pero yo no uso colonia ni desodorante. Yo, todo natural". A la derecha, sobre un mueble de madera, están sus utensilios de exorcista: una estola morada, una cruz y un vaso de Heineken con agua bendita. "No necesito nada más. Para ahuyentar al demonio se necesita fuerza física y moral, así como voluntad de ayudar a quienes lo necesitan". En un cajón guarda el libro de oraciones con el que practica exorcismos. Está desgastado por la humedad y amarillento, pero Portela insiste en que "es nuevo". 

En la primera hoja, una fecha: 2006. "Solo tiene diez años pero es que lo he usado mucho". Asegura que con él ha realizado ya "miles de exorcismos". Sin embargo, hace hincapié en la diferencia entre un influjo satánico y un exorcismo. "El primero se combate con unas oraciones. Se limpia y purifica a la persona y luego se la protege. En el segundo caso, hay que insistir. Alguien con un influjo satánico no significa que esté poseído". El párroco no se esfuerza en convencer con datos de la autenticidad de su relato. Es imposible. La fe en el demonio, como la fe en dios, es inexplicable: se cree o no se cree. Le llama la atención que no esté bautizada e insiste en practicar mi rito de iniciación allí mismo. Me rocía con agua bendita después de pedir que le coloque el alzacuellos, que se le escapa por el cuello de la camisa. "Me estoy divirtiendo mucho", dice. 

Su primera "liberación de espíritu" la realizó hace quince años, en Vigo. Recibió una llamada de madrugada: una chica y sus amigas habían hecho laouija en casa y el diablo rondaba por el comedor como uno más. "Es muy bonito ver que los vasos se elevan y tal, pero la ouija es lo que tiene: invocas al demonio directamente. En este caso, el diablo exigía llevarse una niña con él a cambio de marcharse de la casa. Fui allí, toqué los vasos y cayeron. Y los que no cayeron los destruí yo con mis propias manos. Cogí un cubo de agua, bendije el agua y la eché por las paredes, mesas, sillas, cortinas, alfombras... Las chicas, mientras, rezaban rosarios. Donde yo eché el agua quedó todo calcinado", rememora. 

"ESTOY AVALADO POR DIOS" 
El padre Portela mide cada una de sus palabras. Antes de contestar, arruga los labios y baja la cabeza. Apenas mira a los ojos de su interlocutora al hablar, sino al infinito, como en un sermón de iglesia desde el púlpito. 
—¿Cómo se prepara uno para ser exorcista? 
—Uno no se prepara, yo estoy avalado por Dios. Él me ha dado el don, me ha puesto en el camino. Lo aprendes con la experiencia. Hay cursos en Roma para exorcistas, para prepararse. Yo lo sé todo por experiencia, que es la ciencia en este caso. Me paso muchas horas cada día atendiendo a gente que viene porque necesita ayuda. Una vez incluso vino un futbolista famoso, de Primera División [no quiere revelar su nombre]. Quería que le bendijese e hiciese unas oraciones de liberación porque había cosas que iban mal en su vida. De alguna manera u otra, mucha gente tiene cerca al demonio en su vida. 

—¿Le pagó? 
—No, yo no puedo cobrar a nadie. Ni pedir la voluntad. A este futbolista sí le pedí una camiseta del equipo firmada por él. Vino otro día y me la trajo, pero firmada por todo el equipo. La tengo colgada en casa. Mientras conversamos, el teléfono móvil del párroco suena varias veces. Siempre atiende las llamadas. Saca su pequeña agenda negra del bolsillo, busca día y hora. "Sí, quedamos mañana a las 15:30". Le llaman para una "liberación espiritual". Como en el médico, para el exorcismo también hay que pedir cita. "Nunca he tenido miedo. Si lo tengo, el demonio es valiente. Hay que decirle: 'En mi casa mando yo'", asegura Portela. Según él, los signos para 'diagnosticar' a alguien con posesión diabólica son harto conocidos: "Da gritos, echa espuma por la boca, le quemo al tocarle, habla en lenguas raras, se rebela, da patadas y bofetadas...". "¿Ves esa cruz de ahí?", pregunta señalando una figura de madera rota en lo alto de una estantería. "Me la rompió una mujer en la cabeza. Menos mal que mi cabeza es dura". La muestra como un aval de su labor como exorcista, como prueba fehaciente de que ha batallado contra el Mal. "En una ocasión vino una chica joven, el marido y yo tuvimos una batalla campal para sostenerla. Le hice las oraciones y le di la comunión. Al día siguiente volvió. La vi sentada en los bancos. Le dije: '¿Quieres que te dé la comunión para que Dios te dé fuerzas?'. Dijo que sí y vino a la sacristía. Al tocar mi mano su cabeza, empezó otra vez: '¡Mequetrefe, macaco imberbe, tú creías que con darme la comunión ya lo tenías todo conseguido!'. La comunión sacó ese odio, ese veneno que tenía dentro", recuerda.

—Entonces, ¿lo que relata la película El exorcista es similar a lo que usted ha vivido? 
—Lo que nos muestra la película es una ficción en relación con la realidad más seria y más profunda. Porque si te pegan dos bofetadas y no tienes fuerza para someter al demonio, el demonio se estará burlando de ti. El sacerdote tiene que ejercer sobre la persona poseída una autoridad física. Y también moral. Si está revolcándose, tienes que sujetarla. En la película, la niña da saltos sobre la cama. Oye, eso no es forma de obrar. A la persona hay que reducirla. No puede estar saltando por ahí. Es el primer paso para vencer al demonio. Que la cabeza gire 360 grados yo nunca lo he visto. En la película hay dos sacerdotes: uno mayor que tiene fuerza espiritual pero le falta autoridad física. El joven tiene fuerza física, pero no moral. Eso no puede ser. Se necesitan ambas. 

En Galicia, los territorios de lo físico y lo metafísico confunden sus fronteras. Sin embargo, para José Luis Portela hay una diferencia sólida entre una enfermedad mental y una posesión diabólica. Pero no sabe explicar con exactitud en qué consiste. "Muchas veces la naturaleza se rebela. Por ejemplo, un aborto, que es algo contra naturaleza, puede dejar a una mujer tarada. Ese sería un problema psicológico. Pero otras veces, los problemas sobrepasan lo natural. Luces que se encienden solas, ordenadores que se encienden solos, una persona que de repente se pone a gritar y no sabe por qué. La gente no cree a estas personas, muchos sacerdotes tampoco. Hay que tener mucha fuerza de voluntad para hacer lo correcto". 

Frente a la persona cautiva por el demonio, el párroco lee una oración del libro del Rito del exorcismo mayor. Una forma imperativa para alejar al demonio, casi como la imposición de un padre a un niño desobediente. "Te exorcizo, antiguo enemigo del hombre, aléjate de esta criatura de Dios, te lo ordena nuestro señor Jesucristo", recita Portela en la sacristía. El discurso del sacerdote de San Campio suena a religiosidad primitiva. Aunque no cree en la Santa Compaña —las almas del purgatorio vagando por este mundo—, alude a los mitos gallegos más arraigados en esta tierra, como el del meigallo, un maleficio o pacto con el diablo para provocarle el mal a otra persona. 

También a la modernidad: para Portela, los movimientos migratorios son los culpables de que hayan aumentado los exorcismos: "Estamos invadidos por latinoamericanos y africanos. Esta gente hace ritos satánicos y por eso cada vez hay más posesiones e influjos", apunta. Dice que los humanos, al descristianizarse, han buscado a un sustituto: otro ídolo, otra imagen a la que adorar. Jesús y Satán. "Todo hombre es religioso por su propia naturaleza. Si no se arrodilla ante el dios verdadero, lo hará ante dioses falsos". 

"ME CONDENARON POR CULPA DEL OBISPO" 
"El obispo [Luis Quinteiro] no estaba conforme con que me defendiese el abogado que yo quería, un sacerdote a quien yo había pagado los estudios. Buscó a un especialista en derecho concursal, no penalista, Ángel Piñeiro se llama. Yo no tuve defensa en el juicio, no hacía nada. Me condenaron por culpa del obispo", asegura José Luis Portela. 

Una fuente jurídica cercana al caso que prefiere mantenerse en el anonimato asegura que "José Luis Portela es un fraude que no quiere reconocer sus propios pecados". "La víctima ha tenido que dejar el pueblo por miedo a cruzárselo. Durante el juicio, ella siempre mantuvo el mismo testimonio. Incluso describió la sacristía a la perfección, mientras que él negaba que hubiese entrado. Además, en un primer juicio oral aseguró que nadie se había dirigido a él aquel día. Luego cambió su testimonio y dijo que esta mujer le pidió ayuda pero que él se negó porque tenía una boda que atender", apunta dicha fuente. Sobre él pesa desde abril de 2016 una condena por abuso sexual a una feligresa. Él negó los hechos, pero según la sentencia, su relato tiene contradicciones. La denuncia procedía del médico de cabecera de la víctima, que llegó 20 días después de lo ocurrido. 

La sentencia otorga credibilidad a la denunciante: "Explicó satisfactoriamente que en un principio no lo contó, salvo a su marido, porque quería llevarlo sola, pero finalmente se lo confesó a la médico para que le diera algo para dormir y estar tranquila", se puede leer en el documento. —¿Por qué el obispo querría perjudicarle? —San Campio era un santurario sin nombre hasta que llegué yo. Estorba que sea el número uno en Galicia en relación con otros santuarios. Hay dos botafumeiros, refugio de peregrinos, comedores, biblioteca, salón parroquial... Es motivo de celos y envidias. 

El párroco, que niega rotundamente haber abusado de la mujer, considera que él es víctima de una conspiración satánica. "Ahora la mujer va al santuario de O Corpiño continuamente. Yo le he dicho al cura de allí que grabe todo con cámaras de seguridad por si le denuncian también a él. Yo creo que ella y la médico que me denunció pueden estar ligadas a una secta satánica y buscan echar abajo a un exorcista". 

Valeria Midas, la víctima, apenas quiere hablar de lo ocurrido. "Aquel día, 15 de agosto de 2014, fui a verle porque mi madre, que estaba de visita, había tenido un accidente el día 5. Se había caído en mi casa. Ella tenía entonces 84 años y me asusté mucho. Necesitaba hablar con alguien y todo el mundo me había hablado muy bien de este hombre. Me decían que sabía escuchar muy bien y que era una gran persona". Valeria Midas niega estar yendo a O Corpiño: "Ni siquiera sé dónde está O Corpiño. ¿Qué es? ¿Una iglesia? Ahora vivo en Nigrán, dejé el pueblo [Tomiño] a pesar de que mi marido y yo tenemos allí una casa, estamos pagando la hipoteca. Pero preferí alquilar esa casa y alejarme de ese sitio porque no quería cruzármelo". 

Cuando le comento al teléfono la teoría de Portela de que ella y la médico que le denunció podrían estar ligadas a una secta satánica, ella comienza a llorar. "¿Pero por qué así este señor? Este señor no representa a Dios. Sé que le ha hecho a más gente lo mismo que a mí pero no se atrevieron a denunciar. Y lo entiendo. En el juicio me sentí humillada, me hacían pasar por loca. No le deseo a nadie que pase por lo mismo que yo". 

El obispo, Luis Quinteiro, llegó a preguntarle a Valeria, según cuenta ella, si "los tocamientos en el pecho no podrían ser un método de curación". "En aquel momento solo acerté a decirle: 'No, padre, por favor'. Fui a mi médico porque no podía ni dormir. No podía creerme que hubiera pasado aquello. Lo que no quiero es que toque a nadie más, a ninguna criatura inocente. Que no le dejen ser cura. Dicen que la médico es amiga mía, ¡y ni siquiera tengo su teléfono!", explica la víctima poco antes de colgar. "He intentado contarte todo lo posible porque esto se tiene que saber, pero en realidad lo que yo quiero es olvidar y volver a estar bien", añade. 

"Bueno filliña, ya es hora de acabar", me dice el párroco cuando ya no quiere hablar más sobre el tema. Se desajusta el alzacuellos con los dedos y se dirige a la sacristía. En la pared del confesionario, una frase: "El demonio nos quita la vergüenza a la hora de pecar, y nos la da a la hora de confesar". 

Noemí López 
http://www.elespanol.com/reportajes/grandes-historias/20160917/156234891_0.html

domingo, 18 de septiembre de 2016

CASO VICTORIA MARTENS: "ESTE ES EL HOMICIDIO MAS HORROROSO QUE HE VISTO EN MI CARRERA"



La madre de una niña de 10 años asesinada en agosto en Estados Unidos ha admitido haber pedido a hombres, en su trabajo y por Internet, que violaran a su hija. 

El cuerpo desmembrado de Victoria Martens fue hallado el mes pasado en su domicilio en el occidental estado de Nuevo México por agentes de policía que respondieron a una llamada telefónica. Los oficiales dijeron que la niña, asesinada poco antes de cumplir los 10 años, había sido drogada y agredida sexualmente, antes de ser apuñalada, estrangulada y posteriormente descuartizada.

Su madre Michelle Martens, y un hombre llamado Fabian Gonzales, así como una prima de éste, Jessica Kelley, fueron acusados por su participación en el crimen. 

Michelle Martens, de 35 años, ha afirmado a los investigadores tras su detención que había contactado a hombres en Internet y en su trabajo para que violaran a su hija, según han informado el medio Albuquerque Journal. Martens habría mantenido encuentros con al menos tres hombres, ha agregado el diario. 

Uno de ellos sería un compañero de trabajo y a los otros los habría conocido por Internet, incluyendo al señor Gonzales. La madre ha declarado a la policía quedisfrutó observando el asesinato. 
La madre contó a los investigadores que ella vio como Gonzales y Kelley inyectaron a Victoria metanfetamina para calmarla y poder abusar sexualmente de ella. 

En su declaración a la policía también ha añadido que su compañero sentimental, Fabian Gonzales, la estranguló después de drogarla y Kelley finalmente la apuñaló. Ambos procedieron después a descuartizarla ya en la bañera y quemar sus restos. 

"Este homicidio es el más horroroso que he visto en mi carrera", expresó en agosto el jefe de policía de Albuquerque, Gorden Eden Jr, tras el descubrimiento del cuerpo de Victoria. "Hemos evidenciado un total desprecio por la vida humana y la traición de una madre". 

http://www.elmundo.es/internacional/2016/09/15/57da5bdd468aeb71338b462a.html



martes, 13 de septiembre de 2016

INTERROGATORIO POLICIAL Y TESTIMONIO HUMANO: LA CIENCIA DEMUESTRA QUE SE PUEDEN RECORDAR DELITOS QUE NO SE HAN COMETIDO


No es que sea algo completamente nuevo. Ya conocíamos casos de gente que, bajo tortura, ha confesado haber "matado a Kennedy". Ya sabíamos que muchas de las policías del mundo tienen métodos para conseguir que los detenidos “canten” la partitura previamente elegida, y los envían al juez con la seguridad de que serán condenados. 

Ya hemos leído más de un caso de inocentes rehabilitados después de cumplir diez, veinte y hasta más de treinta años de cárcel. Incuso de inocentes sacados del corredor de la muerte cuando se encontraban en capilla. La novedad ahora es que unos investigadores han conseguido probar estadísticamente hasta qué punto un interrogatorio “dirigido” es capaz de crear falsos recuerdos que pueden llevar al acusado a confesar delitos que no ha cometido (quedan fuera de esta hipótesis los enfermos mentales de todo tipo y los “enfermos de notoriedad”, capaces de cualquier cosa por sus cinco minutos de gloria en las pantallas de las televisiones o las portadas de la prensa amarilla). 

 En las detenciones, “la presión policial y lo que se conoce como falsos recuerdos”, normalmente inducidos por esa misma presión, hacen que el 30% de las personas consideradas culpables, y posteriormente declaradas inocentes tras efectuar pruebas de ADN, confesaran en su día delitos que no habían cometido, según el organismo estadounidense Innocence Project (que tiene como objetivo sacar de la cárcel a todos los condenados por error), que se hace eco de un estudio efectuado por los psicólogos Julia Shaw (Universidad de Bedforshire, Reino Unido) y Stephen Porter Universidad de Columbia Briánica, Canadá), publicado en la revista Psychological Science y comentado por el periodista francés Pierre Barthélémy en su blog Passeurdesciences, que publica en el diario Le Monde (y que puede seguirse por Facebook y Twitter). 


Los científicos autores del estudio han utilizado como cobayas a decenas de estudiantes universitarios canadienses voluntarios que creían estar participando en un estudio sobre la recuperación de los recuerdos, a partir de un primer contacto con los padres de los alumnos, a quienes se pidió que relataran un momento especialmente emocionante de cuando sus hijos eran adolescentes (primera adolescencia, precisa el autor). Después, el entrevistador contaba al chico la anécdota relatada por sus padres y otra inventada y, en la mitad de los casos, el estudiante se declaraba convencido de haber cometido un robo o una agresión; la otra mitad estaba persuadida de haber pasado por un mal trago (una gran desventura). En ambos casos aparecían mezclados detalles auténticos e inventados…

Tras varias entrevistas más, y sucesivos añadidos de detalles a las dos versiones, el resultado final es que más de dos tercios de los estudiantes creyeron haber vivido la historia falsa. Y así se llega a la “creación de recuerdos falsos”: “Para Julia Shaw y Stephen Porter- escribe Barthélémy-, la desconcertante facilidad con que una persona se persuade de haber cometido un delito se debe al hecho de que los auténticos recuerdos se reactivan con ayuda de fragmentos dispersos en la memoria, que muchas veces no tienen ninguna relación directa con la historia que se recuerda”(…). 

Como los falsos recuerdos utilizan, al menos en algunas regiones del cortex sensorial, los mismos caminos cerebrales que los auténticos, el proceso de reconstrucción del puzle de la memoria abre la puerta a la creación de lo que algunos investigadores llaman ‘mentiras honestas’ o ‘recuerdos fantasmas’(…) Lo que se logra con relativa facilidad ya que, en situaciones de stress o en interrogatorios repetitivos, el sujeto puede llegar a olvidar el origen de los datos sobre los que basa su particular recuerdo, y muy especialmente los que le han inducido sus interlocutores”. Interrogadores, naturalmente. 

 Como se convence a alguien de que ha delinquido Ya hemos dicho que, según Innocence Project, cerca del 30% de las personas declaradas inocentes tras una prueba de ADN habían confesado previamente un delito que no cometieron, gracias a la fuerza que tienen los “falsos recuerdos”, un fenómeno estudiado anteriormente por la investigadora estadounidense Elizabeth Loftus entre otros, quien demostró que en muchos casos los sujetos contaban como propia la historia que se les había explicado previamente, desde perderse en un gran almacén hasta copiar en un examen o haber tomado el té con el príncipe Carlos. Para Julia Shaw y Stephen Porter, “los elementos del recuerdo imaginado, que indican a qué se podría haber parecido, pueden transformarse en elementos que expliquen a qué se habría parecido y que, a su vez, pueden convertirse en elementos que expliquen a qué se ha parecido”. 

El trabajo de estos psicólogos –escribe Barthélemy- demuestra una vez más hasta qué punto resulta simple manipular la integridad de una historia”. Pero, en el caso de las investigaciones criminales, este fenómeno puede tener –y de hecho tiene- repercusiones dramáticas. Comprender que existen los falsos recuerdos complejos y que personas “normales” pueden ser inducidas a engendrarlos tan fácilmente, subraya Julia Shaw, es el primer paso para impedir que eso ocurra. “Demostrando de forma empírica lo que pueden hacer las técnicas de interrogatorio agresivas, las que se utilizan para crear falsos recuerdos, podremos más fácilmente convencer a los interrogadores para que dejen de utilizarlas. Para evitar que la presión policial se transforme en error judicial”.

http://mercedesarancibia.blogspot.com.es/2015/02/crear-falsos-recuerdos-no-es-dificil.html

jueves, 1 de septiembre de 2016

ASESINA A SU HIJA INTRODUCIENDOLE UN CRUCIFIJO EN LA GARGANTA PARA EXPULSAR AL DIABLO


Juanita Gómez, de 49 años, está acusada de matar a su hija, Geneva Gómez, de 33, metiéndole un crucifijo por la garganta, informa International Business Time. 

El cuerpo de Geneva fue hallado por la Policía de Oklahoma City (EE.UU.) el 27 de agosto en el domicilio de Juanita, que había colocado el cadáver en forma de cruz. Gómez fue detenida por la Policía de Oklahoma el 29 de agosto. 

En su declaración la mujer dijo que "su hija estaba poseída por Satanás". 

 Según los registros judiciales, Juanita admitió haber "golpeado a su hija y haberle introducido a la fuerza un crucifijo por la garganta hasta que empezó a salirle sangre por la boca. 

Juanita vio a su hija morir y luego dispuso su cuerpo en forma de cruz".

Actualmente Juanita se encuentra detenida en la cárcel sin derecho a fianza.

 https://actualidad.rt.com/actualidad/217556-mujer-mata-crucifijo-hija-poseida-satanas

PASTOR EVANGELICO MATA A UNA DE SUS FIELES INTENTANDO DEMOSTRAR EL PODER DE DIOS

Los parroquianos de una iglesia en Polokwane, República de Sudáfrica, se quedaron consternados el pasado viernes cuando su pastor colocó un altavoz pesado sobre la parte superior del cuerpo de una mujer y se subió encima, lo que le costó la vida a la feligresa, informa The Southern Daily. 

El pastor Lethebo Rabalango organizó una noche de culto en una iglesia en la que trató de demostrar el poder de Dios, afirmando que si Jesús pudo caminar sobre las aguas, él también podría hacer algo gracias a la fe. 

Es en este momento llamó a una mujer joven del grupo de parroquianos y le pidió que se tumbara y ordenó a los ujieres que trajeran un gran altavoz y se lo pusieran sobre el estómago de la mujer. 
Como si no fuera suficiente, el pastor se subió en la parte superior del altavoz, añadiendo presión sobre el cuerpo de la mujer por espacio de unos 5 minutos. Cuando se levantó y ordenó a los ujieres que retiraran el altavoz, la mujer se había desmayado. 

A continuación, el pastor pidió a otros presentes que le aplicaran primeros auxilios a la mujer, que finalmente tuvo que ser hospitalizada. Más tarde se supo que la parroquiana murió a causa de lesiones internas causadas a sus pulmones. 
El pastor culpó a la mujer y la acusó de falta de fe a causa, pues no pudo soportar una tarea muy sencilla. 

http://laprensa.peru.com/actualidad/noticia-sudafrica-pastor-demuestra-poder-dios-mata-mujer-altavoz-encima-63602