Nuestro exorcista se llama Álvaro Rafael Bustos y aunque los acontecimientos que le hicieron incorporarse a la historia de los asesinos más macabros de este país, el principio de esta historia comenzó a tejerse mucho antes en 1971.
En aquel año tres amigos Carlos Catalá,
Jorge Crespo y Álvaro Bustos decidieron poner en el candelero todo su
potencial musical naciendo así “Trébol”.
No tardaron mucho en alcanzar la fama
convirtiéndose en un trío musical andaluz muy popular en España, que
logró llegar al número 1 en 1972 con la pegadiza canción “Carmen”. A lo
largo de la trayectoria artística de este conjunto que duró hasta 1977,
grabaron más temas en la línea del pop comercial y desenfadado que
fueron imprescindibles en los guateques de la época como “Música eres
tú”, “María Rosa”, “Pajarillo”…
Lo que parecía una formación estable y a
medida que el tiempo hacía ver que los momentos de fama eran efímeros
desemboco en que dicha formación también pasaron Carlos de Miguel o el
músico almeriense Cristo de Haro que militó en otros conocidos grupos de
la época como “Los Íberos” o “Los Puntos”.
Como anécdota no puedo evitar mencionar
que el famoso abogado Marcos García Montes también fue integrante del
grupo Trébol. Este abogado fue conocido muchos años más tarde tras ser
el representante legal del guarda forestal y ganadero Santiago Mainar,
único imputado por el crimen del alcalde de Fago (Huesca).
La fama es efímera y en aquellos
momentos los grupos musicales iban y venían y “Trebol” tras 7 años
gloriosos se disolvió en 1977 con un tema “No me importan tus
desprecios”, apenas recordado más que por los cuatro nostálgicos
empeñados en hacer del grupo “Trebol” algo mítico.
Para Álvaro Bustos no fue nada fácil de
encajar pasar de la fama al anonimato, se convirtió con facilidad en un
“juguete roto” que basándose, según él, en su talento haría lo que fuera
por triunfar. Su último tema “Salve la paz” se graba en Alemania
ocupándose Carlos Iturralde de los arreglos, desgraciadamente no llega a
comercializarse, debido a que el escaso presupuesto del joven se esfuma
en sus continuos viajes para grabar y en caprichos como grabaciones los
días festivos que encarecen mucho dicha grabación.
Álvaro sin ejercer ninguna actividad remunerada, vivía con su padre viudo desde hacía once años, que lo mantenía.
La
perdida de la madre fue algo que Álvaro nunca encajo, lo que parecía un
complejo de “Edipo” le llevo a culpar a su padre Manuel Bustos
Fernández, director del conservatorio de Córdoba (1949 – 1985) y
catedrático de violín. No se sabe que puede haber de realidad o de
ficción en esa afirmación ya que su desequilibrada mente nunca lo
aclaro. Pero hechos como que tres años antes del parricidio hiciera el
Camino de Santiago por su madre, dice la cercanía que tenía hacia ella y
que nunca supero su muerte. La gente más cercana a él asegura que
siempre culpo a su padre de haber provocado mucho sufrimiento a su madre
acusándole de su muerte por este motivo.
Pero si hay algo realmente extraño es el
hecho de que según relatan algunos de sus amigos era un pacifista
convencido. Persona que mediaba en todas las peleas y como he dicho
anteriormente autor de una canción, su última canción, “Salve a la paz”.
¿Qué puede llevar a una persona así a cometer tan horrendo crimen?
Muy aficionado a los libros de brujería,
magia negra y exorcismo, el día 4 de enero de 1987, Álvaro mató a su
padre, clavándole una estaca en el corazón, convencido de que encarnaba
el mal y que debía liberar a la humanidad de su presencia. A pesar de
que la relación de la violenta muerte del padre con el tipo de lectura,
que pudo llevarle a la locura, su gente más cercana se niegan a creerlo y
dicen que los sentimientos de Álvaro hacia su padre nada tenían que ver
con su afición a según que tipo de lecturas.
Sobre
las ocho y media de la tarde del sábado 4 de enero de 1987, Álvaro
Bustos bajaba por la calle de la Feria. Paró unos minutos en un puesto
de arropías, en el que solía hacerlo, para comprar algo para la cena.
Tras comprar unos bollos dulces y algo de leche continuó su camino hacia
la calle San Eulogio donde en el número 14 compartía casa con su padre,
él en la planta superior y el padre (por la edad) en la planta baja.
Hasta aquí, nada que no hubiera sucedido cualquier otro día, desgraciadamente todo lo que sucedió a continuación fue un atropello de barbaridades que solo su desequilibradamente podría explicarnos.
Tras llegar a su domicilio, se dirigió a
su habitación. Descolgó la barra de las cortinas que cubrían la ventana
y tras partirla con su rodilla comenzó a sacarla punta, como si fuera
un lapicero, con un alicate. Empleo largo tiempo en esto, como si no
tuviera prisa. Con la forma ya conseguida una lima le ayudo ha
convertirla en lo que necesitaba un arma mortal. Es increíble lo fácil
que resulta convertir una vieja barra de cortina de madera en una
estaca, pensó. Hundió la estaca en sal tras restregarla con ajo, el arma
mata diablos estaba ya lista.
Escondió bajo su jersey y sujeta por el
pantalón la maderera portadora de muerte y se dirigió a la planta
inferior al dormitorio de su padre, eran ya las once pasadas y el
anciano dormía apaciblemente, no sin antes dar la vuelta a todos los
espejos que encontraba a su paso, si aquel demonio quería escapar no se
lo pondría fácil.
Manuel Bustos se despertó en cuanto la puerta se abrió, era hombre de sueño ligero, contemplo como su hijo derramaba sal por todo el suelo y los muebles de la habitación.
Según diversos libros de brujería la sal es un elemento que debilita al diablo. El anciano simplemente no sabía que decir.
Ante la mirada de incomprensión de su
padre continuó con el ritual. Descolgó los dos espejos de la habitación
y los situó boca abajo. Una vez terminado el macabro ritual se sentó en
el borde de la cama.
El
parricida nunca confeso el contenido de la conversación pero si reveló
que le pidió a su padre que reflexionara sobre su vida y que pensara si
había hecho algo bueno en su existencia. Como si estuviera sometiendo a
su padre a un juicio final durante veinte largos minutos alargo la
agonía del padre que muy probablemente veía su propia muerte. Intento
huir pero la fuerza de Álvaro era, evidentemente, mucho mayor. No le
costó dominarle y tras tirarle al suelo le arranco la parte superior del
pijama y sacando la estaca de entre sus ropas la clavo con sus manos en
el pecho de su padre. El afilado palo atravesó el corazón, los pulmones
y llego hasta la columna vertebral una agónica muerte que envuelta en
aquel macabro ritual quedo marcada en su rostro como atestiguan todos
aquellos que la pudieron ver.
UN EXTRAÑO RITUAL
Una vez cometido el crimen envolvió el
cuerpo en una manta y bajo a la cochera de la casa. Allí permaneció el
cadáver hasta las 5 de la madrugada tiempo que empleo en desmontar el
asiento del Seat 127 de su padre.
Tendió allí el cadáver y deposito encima
una caja con libros y otros objetos, entre ellos una daga de plata y se
encamino hacia la sierra, a pesar de no tener carnet de conducir.
Sobre la 1 del mediodía llama por
teléfono a un amigo, diciéndole que esta en la zona de su finca y que
necesitaba ir porque tenía que quemar al diablo. Su amigo asustado acude
a la cita. Ve desde el exterior del coche uno de los pies del cadáver y
no puede negarle, aterrorizado, darle la dirección exacta de la finca y
las llaves de la verja. Con no se sabe que excusa consigue alejarse del
lugar y tras visitar a un abogado se presenta en comisaria para
denunciar los hechos.
Mientras
sucedía esto la limpiadora que acudía diariamente a casa de Manuel
Bustos para limpiar, se encuentra un cartel en la puerta “Tomate el día
de vacaciones y vuelve mañana”. No sabe decir porque pero aquello le da
muy mala espina y decide acudir a la consulta veterinaria de un hijo de
Manuel, hermano de Álvaro, para decírselo. El hermano acude al domicilio
y al entrar en el dormitorio de su padre ve el suelo y la cama
ensangrentados y decide acudir a la policía.
Pasadas las cuatro de la tarde, y tras
haber pasado varias horas perdido en el campo por culpa de la niebla,
llega al “Rancho La Priorita”. No se sabe cual fuel el motivo que le
llevo a no entrar por la puerta principal, pero el caso es que no lo
hizo, corto la vaya y escondió el vehículo tras unos matorrales. Comenzó
a preparar con leña una especie de cama incineradora, estaba
entretenido en esta labor cuando el sonido de una motocicleta le
sobresalto, eran los hijos del guarda de la finca que alertan a su
padre. A las cinco de la tarde el guarda del “Rancho”, Pedro, llega al
mismo y se encuentra con Álvaro preguntándole que era lo que estaba
haciendo.
« Voy a preparar un fuego porque esta noche vendremos aquí unos amigos a comernos unas chuletas. No se preocupe por nada tengo permiso del dueño. »
Cuando Pedro escucha eso trata de convencerle de que se ha equivocado de finca. Según reconoció el propio guarda.
« En ningún momento me
contesto mal. Parecía muy educado. Vi que tenía las manos manchadas de
sangre, pero supuse que se había arañado al cortar la alambrada. Cuando
después me dijo la policía de donde había salido la sangre, por poco me
da algo. Yo no quiero ni pensar en lo que hubiera pasado si tardo diez
minutos más y me lo encuentro ya haciendo lo que iba a hacer. »
Según muchas publicaciones esotéricas,
para matar al diablo hay que quemarlo tras clavarle la estaca en el
corazón o esperar veinticuatro horas que es el tiempo en el que este
puede resucitar. Por este mismo motivo Álvaro corto, con la daga que
llevaba en el coche, los tendones de Aquiles de ambos pies de su padre,
así según había leído, si el diablo resucita no puede caminar y huir.
Decide así sintiéndose más seguro
regresar a la ciudad sin quemar el cadáver, al fin y al cabo si
resucitaba no podría ir a ningún lado.
Vuelve a Córdoba y se va tranquilamente
ha ver la cabalgata, solo quería que pasara el tiempo posiblemente
fueran las 24 horas más largas de su vida. Sobre la 1 de la madrugada
del día seis de enero Álvaro Bustos es detenido mientras se dirigía a
comisaria para entregarse.
DECLARACIÓN Y JUICIO
Tanto
en las declaraciones ante la policía y ante el juez Álvaro Bustos
insistió en que su acción era necesaria y que lo único que había hecho
era liberar al mundo del demonio y el mal. Afirmo que el día de navidad
de 1986 se encarno en Jesucristo y al ser su padre Satanás tenía la
obligación de acabar con él.
En diciembre de 1986 Álvaro le dijo a su
hermano que a principios de año iba ha convertirse en un iluminado y
que sería conocido en todo el mundo por sus revelaciones.
Desgraciadamente si fue a llegar a ser
conocido en todo el mundo, ya que la noticia poco a poco fue corriendo
por los periódicos de toda Europa, pero no por ser un iluminado
precisamente.
El fiscal jefe de la Audiencia
Provincial de Córdoba, Narciso Ariza, y la defensa de Álvaro,
solicitaron la absolución del parricida y su internamiento en un centro
psiquiátrico.
El equipo psiquiátrico que atendió al acusado, así como los forenses, estimaron que el delito le es inimputable.
Los hechos fueron juzgados el 30 de
junio de 1987 en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de
Córdoba. Durante el juicio Álvaro hablo de su padre como “El Inicuo”,
según él porque creía que en su persona estaba encarnado el mal “y
porque era Satanás”. Esto se lee en varias partes de su declaración. Por
muy acostumbrado que se este a la crónica negra y a leer declaraciones
de dementes, leer la de Álvaro Bustos puede al más duro de los
investigadores no por su contexto global sino más bien por los pequeños
detalles que contó del cruento asesinado como fue el hecho de gritar
“vade retro Satanás, vade retro Satanás”, mientras la estaca atravesaba
el cuerpo de su propio padre.
Álvaro Bustos declaró en la vista oral
que había hecho un bien a la humanidad dando muerte a Satanás, pero que
había llorado la muerte de su padre. En un momento de su declaración, el
asesino indicó que su padre había mantenido relaciones con su nuera,
cosa que nunca se pudo confirmar, del que había nacido una niña en la
que él considera que se ha reencarnado Satanás. Así mismo afirmo que con
14 años su padre le dijo que era Satanás y que para acabar con él
tendría que clavarle una estaca, rociarlo con sal y quemarlo con madera
de una encina, afirmando a su vez que así lo hizo a excepción de
quemarlo.
El fiscal jefe, Narciso Ariza, se
refirió en su informe a que Álvaro debía ser internado en un centro
psiquiátrico de por vida, “ya que está en peligro la vida de esa niña”.
El ministerio público aplicó la eximente completa de enajenación mental,
por lo que pidió la absolución, al igual que la defensa. El psiquiatra
Carlos Castilla del Pino, que atendió a Álvaro Bustos tras su detención,
declaró en el juicio oral que el procesado padecía una psicosis
paranoica crónica de la que es imposible que se recupere. Castilla del
Pino indicó que en la mente de Álvaro Bustos existía la necesidad de
matar a Satanás y, sumido en este delirio, cometió el parricidio.
El 10 de julio de 1987 Álvaro Bustos fue
absuelto por la eximente de enajenación mental debido a una psicosis
paranoica crónica y se ordeno su entrada en un psiquiátrico, en el que
ya se encontraba desde el día 2 de julio, de forma indefinida,
prohibiendo tajantemente su salida del mismo sin la debida autorización
del tribunal que lo juzgo de la Audiencia Provincial de Córdoba. Según
el equipo psiquiátrico que le atendió, el acusado tenía una paranoia que
le hacia creer que era el “hijo de Dios” y como consecuencia del mismo
delirio mató a su padre creyendo que era Satanás, no siendo así
responsable de sus actos. Según afirmo uno de los forenses que examino a
Álvaro Bustos durante la vista oral: « Su intención era la de acabar con
Satanás no con su padre, este hecho se demuestra bajo su propia
declaración de que lloro la muerte de su padre pero no la del diablo.»
Poco antes de que se decretara su ingreso en el psiquiátrico el propio Álvaro afirmo que « su misión » estaba ya completa y que había dado ya parte a Dios desde la capilla de un colegio de Córdoba.
Años después Álvaro Rafael Bustos quedo
en libertad desapareció de la vida pública y nunca más se ha sabido nada
de él. El llamado “exorcista de Córdoba” que paso de figura de primera
línea del pop español a parricida tan solo por ser un “Juguete roto”.
Antonio de la Peña Badenas
http://antoniodelapeña.es