Cerca de 80 menores entre los 11 y los 14 años señalan haber tenido la visión de un hombre de negro que intentaba matarlos.
En la ciudad de Taropoto (San Martín, Perú), decenas de niños de una escuela experimentaron una serie de alucinaciones, convulsiones y desmayos que aún no han podido ser explicados.
Algunos de los menores con edades entre los 11 y los 14 años, señalan haber tenido la visión de un hombre de negro que intentaba matarlos, según informaron medios locales.
Los cerca de 80 alumnos de la escuela Elsa Perea, víctimas de lo que algunos habitantes de la región consideran una "posesión demoníaca", fueron atendidos por personal médico, que hasta el momento no ha identificado la causa y afirma que la extraña condición podría ser "contagiosa y recurrente".
"Sabemos que comenzó el 29 de abril y no entendemos como continúa sucediendo", señaló el periodista de investigación, Anthony Choy, a la cadena de televisión Panamericana.
Algunos afirman que el fenómeno se debe a que la escuela fue construida sobre un cementerio y otros lo asocian con el uso de la tabla ouija por parte de los alumnos. Por su parte, psicólogos y expertos en salud mental consideran que se trata de una "histeria colectiva masiva" vinculada con ansiedad o miedo, posiblemente asociado con próximos exámenes escolares.
Algunos van más allá y proponen que los menores sean exorcizados, para evitar que sean presa del maligno.
Una niña de 10 años de edad, Francisca Alice, llegó al Hospital de
Emergencia de Teresina, en el estado de Piauí (noreste), luego de sufrir una
intoxicación que le provocó la muerte este jueves. De acuerdo con el diario
Folha de S.Paulo, la menor fue víctima de un ritual de magia negra en el que se
cree que otros infantes también participaron.
Los primeros reportes de las autoridades cariocas, la menor murió en el
hospital por un paro multiorgánico después de pasar dos semanas internada en
estado de coma y con señales de tortura e intoxicación. La madre de la niña
reveló que su hija había participado en un “ritual de purificación” realizado
durante una celebración de una umbanda, una religión sincrética nacida en
Brasil que mezcla cultos de origen africano y cristianos.
El parte médico señaló que la menor ingresó al nosocomio con la cabeza
rapada, varias cicatrices en forma de cruz realizadas con hojas de afeitar y
otras lesiones en los brazos, el tórax y las piernas, además de síntomas de
envenenamiento y de desnutrición.
El ritual presuntamente se realizó en una finca rural en el municipio de
Timón, en el estado de Maranhão, que es colindante a Teresina, donde la madre
acudía con frecuencia en los últimos cinco años, acompañada de su hija, según
la titular del Consejo Tutelar, Socorro Arraes.
Según el Consejo Tutelar, la madre declaró que pagó 500 reales (unos 140
dólares) para participar en el ritual, con el que le prometieron que le
curarían el asma a su hija.
La niña ingirió un brebaje casero que según la madre contenía hierbas, miel
y azúcar, llamado “garrafada”, que se cree que causó el envenenamiento.
Según Arraes, “no se sabe dónde la madre consiguió” el brebaje, puesto que
se contradijo y dio tres versiones diferentes.
Primero aseguró que lo compró en una ciudad cercana, luego dijo que se lo
entregó una vecina y después declaró que lo fabricó ella misma.
La Policía Civil de Piauí, que investiga el caso, ha solicitado que se
realicen exámenes toxicológicos y de lesiones corporales durante la autopsia
para identificar si fue envenenada.
Según la dirección del hospital, la niña se operó dos veces en los últimos
dos años para retirar papilomas en las cuerdas vocales, que frecuentemente son
transmitidos de forma sexual.
El director del hospital, Gilberto Albuquerque, solicitó a la Policía que
realice un examen para averiguar si la niña fue víctima de abusos sexuales.
El Consejo Tutelar de Teresina ha identificado otros cinco casos de niños
que participaban en los “rituales de purificación” a los que fueron llevados
por familiares.
No obstante, se cree que puede haber más casos, aunque el Consejo Tutelar de
Teresina no puede avanzar en las investigaciones porque los hechos ocurrieron
en otro estado.
El juzgado de la Infancia y la Juventud de Teresina también ha abierto una
investigación sobre el caso y la fiscalía estudia la posibilidad de
responsabilizar a la madre de la niña, según declaraciones de la fiscal Vera
Lúcia a medios locales.
Además de esta lamentable muerte, el Consejo de Protección del Niño
investiga otros 20 casos de niños que han sido víctimas de este tipo de actos.
OTROS RITUALES
De acuerdo con la juez de la 1ª Corte de la Niñez y la Juventud María
Luisa de Moura Melo, los rituales se llevaron a cabo en una granja a 20 km
de Teresina, en el municipio de Timón, Marañón, en la frontera con Piauí.
Al igual que la chica muerta, otros niños tienen la cabeza afeitada y
cicatrices en la piel en forma de cruz sobre la superficie corporal,
cortes posiblemente hechos con hojas de afeitar. El Consejo de Protección del
Niño habló con un par de hermanos, de ocho y diez años, que habrían pasado por
los mismos rituales que la chica muerta.
“Los niños tenían miedo de ser llevados igual que la niña al hospital
en estado de coma. Se informó que pasaban hasta siete días acostados en
una estera de paja, levantándose sólo para ir al cuarto de baño. Además, se les
infligieron latigazos sobre sus hombros y los pies”, dijo la consejera
Socorro Arraes.
De acuerdo con el Consejo de Protección del Niño, los niños asisten al
mismo centro religioso y algunos estudiaban en las mismas escuelas. “No
estamos cuestionando la religión, pero sí los actos de tortura. Ninguna religión
corta a un niño, ésto puede ser delito de tortura”, aseguró Arraes.
Bridget Crosbie murió en su casa de Wexford (Irlanda) a los 82 años. Hasta aquí lo normal, dada la edad de la mujer. Es con el descubrimiento de su cadáver es cuando empieza el relato de los últimos años de la vida de esta mujer, atrapada por la iglesia del Palmar de Troya, «destruida» por el culto en una sociedad secreta, denuncia su familia.
Crosbie, explican sus allegados, estuvo dos meses muerta en su cama antes de que la encontraran. «Cortó toda relación con la familia porque en la iglesia del Palmar le obligaron».
Lo cuenta en español el diario ABC.
Según recoge el Belfast Telegraph, entre otros medios británicos, Crosbie dejó su Irlanda natal en los años 60 para trabajar en hospitales de Londres y las Islas del Canal. Cuando volvió a casa, «había cambiado». Por dentro y por fuera.
Por fuera, sus vestidos eran más largos, más oscuros. Por dentro, su vida social era limitadísima, pues se reducía a quienes eran compañeros de fe en la iglesia cismática. Ni siquiera respondía al teléfono cuando la llamaba su familia.
«Siempre estuvimos pendientes de ella, pero no podía tratar con nosotros», explican los vecinos.
Su creencia en los troyanos le impedía tratar a quienes estaban fuera de la iglesia radicada en Utrera. Un episodio especialmente revelador de su aislamiento tuvo lugar en julio, antes de su muerte. La mujer tropezó en la calle y tuvieron que acudir unos enfermeros. Cuentan que se negó a recibir cuidados y mucho menos a irse en la ambulancia con ellos.
«Se la llevaron de nuestro lado y la destruyeron», cuenta su sobrino Michael Crosbie al Teleraph.
Bridget era una chica irlandesa «como cualquier otra», recuerda su familia. Llevaba la vida normal de cualquier hija de vecino: salir a tomar algo, amigos, el trabajo... Hasta que, denuncian sus allegados, se cruzó en su vida la Iglesia del Palmar de Troya.
«Le lavaron el cerebro», acusan.
La familia de Bridget tiene un mensaje para quienes estén en una situación similar. Quieren advertirles: «La gente tiene que estar alerta con estos grupos. No sabemos por qué Bridget se involucró con ellos, pero los Palmarianos nos la robaron.
Vivía aislada. Aunque queríamos hablar con ella, no podíamos». Fruto del aislamiento, de la soledad y, cree la familia, de su relación con la iglesia del Palmar de Troya, Bridget murió sola y tuvieron que pasar dos meses para que encontraran su cadáver en la cama.