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"Una caza de brujas". Así definen fuentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) consultadas por El Confidencial el ambiente de tensión que se respira en los servicios secretos del Estado -una pieza clave en el engranaje de la lucha contra ETA y el yihadismo islamista-, del que culpan a su máximo responsable, Alberto Saiz, por el continuo goteo de ceses y destituciones de altos cargos y mandos intermedios.
Saiz reconoció la semana pasada en el Congreso -en una de sus contadísimas comparecencias públicas- que hay un "problema interno" en los servicios de espionaje porque "no todas las personas del centro están dispuestas a trabajar con el mismo ahínco y empeño". Pero, según fuentes del CNI, el principal detonante de esa situación es la actitud del propio Saiz, que ha desatado una purga sin precedentes entre los subordinados que no considera afines.
El resultado es que Saiz, hombre de la máxima confianza de la vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega -pero no tanto de la ministra de Defensa, Carme Chacón, de la que, en teoría, depende orgánicamente-, "se ha ganado montañas de detractores y enemigos en el CNI". Tal vez el último de ellos sea el jefe de la División de Contraterrorismo, que presentó su dimisión a comienzos de este mes mediante una carta dirigida a la número dos del centro, Elena Sánchez Blanco.
La presencia de Saiz en el Congreso, el pasado miércoles, no era insólita. Pero sí lo fue el motivo de su comparecencia, a petición propia, ante la Comisión de Defensa: rechazar las acusaciones lanzadas contra él a través del diario El Mundo por varios agentes del CNI que, sin revelar su identidad, aseguraron que Saiz había empleado de forma irregular fondos del centro en la reparación de su vivienda particular y en jornadas de caza y pesca en varios países africanos. Saiz calificó esas acusaciones de "mezquinas", pero admitió que son un reflejo del "problema interno" que existe en el CNI, y que atribuyó a "personas que se descuelgan del trabajo colectivo".
La última víctima
El ex responsable de la División de Contraterrorismo, del que por ahora no ha trascendido su identidad, es, de momento, la última víctima de Saiz. Éste, cuyo mandato de cinco años vencía en 2009, fue ratificado como director del CNI -con categoría de secretario de Estado- el pasado mes de abril por José Luis Rodríguez Zapatero, gracias al aval de De la Vega y con la oposición de Chacón. La ministra de Defensa era partidaria de relevar a Saiz -que debe su nombramiento, en 2004, a su amigo y entonces ministro de Defensa, José Bono- por alguien de su entera confianza, pero perdió la partida.
La salida del jefe de la División de Contraterrorismo no ha causado excesiva sorpresa en el CNI, ya que sus desavenencias con Saiz vienen de lejos, según las fuentes consultadas. Esos enfrentamientos también le costaron el puesto a dos de los hombres de confianza del ahora cesado: el subdirector de Contraterrorismo y el jefe del departamento de terrorismo islamista, que fueron destituidos el pasado mes de junio.
Pocos días después, también en junio de 2008, cesó fulminantemente el director general de Inteligencia y número tres del CNI, cuyo nombre tampoco ha trascendido. Su sustituto, Agustín Casinello -hijo del general de la Guardia Civil Andrés Casinello, responsable de Información del instituto armado el 23-F de 1981-, apenas duró cinco meses en el cargo: Saiz lo destituyó el pasado 15 de noviembre.
Oficialmente, ni siquiera se informó de su cese, y mucho menos de las razones que lo habrían justificado. Pero las fuentes consultadas por El Confidencial aseguran que Casinello mantuvo fuertes enfrentamientos con el jefe de la División de Operaciones, Francisco Montes, número cuatro en el organigrama del CNI, y Saiz decidió sacrificar al primero. La sucesora de Casinello es una mujer, Raquel Gutiérrez, que, por ahora, sigue siendo directora general de Inteligencia.
Cifras récord
Con Gutiérrez son ya cuatro los responsables de Inteligencia de la era Saiz, una cifra récord para un cargo tan sensible y de tanta responsabilidad. Y tres los directores generales de Recursos. Y tres, también, los secretarios generales del centro, todos ellos mujeres: María Dolores Vilanova, Esperanza Castelleiro y la actual, Elena Sánchez Blanco.
"La opinión más extendida en el centro era que Saiz sería sustituido al acabar su mandato de cinco años, y su continuidad ha sido una sorpresa desagradable para muchos", apuntan las fuentes consultadas. "La caza de brujas va a continuar, porque ahora se siente reforzado, y eso ha provocado una cierta desmoralización. Algunos compañeros están buscando una salida en la empresa privada, discretamente, pero no es fácil", añaden.
El pasado miércoles, durante su comparecencia ante la Comisión de Defensa del Congreso, Saiz hizo oídos sordos a las críticas del PP, que le reprochó los más de 30 ceses y destituciones que ya se han producido en la cúpula del CNI desde que él se hizo cargo de los servicios secretos.
El Confidencial
2 comentarios:
Dudo que tanta destitución se producto del capricho o mania personal. A veces, se hace necesaria una criba depurativa justificada. Frecuentemente, ejercer decisiones adecuadas levanta ampollas y antipatias. Hay que tener muuucho valor para acometer decisiones drásticas e impopulares. Al menos, ha tenido el valor de no temer las reacciones adversas de sus decisiones y las ha llevado a cabo con el criterio pertinente. Si esta criba se hiciera también en política, otro gallo nos cantaría.
No justifico la criba realizada puesto que no hay elementos de juicio que me habiliten para justificar o no dichas actuaciones, mas, imagino que no son eventos que no se tomen a la ligera. Disensiones internas, las hay en todos los sectores. Solo que en este en concreto, es asunto mayormente delicado y sensible. Deberia existir mayor sinergia, unidad y solidez pues solo asi se garantiza un adecuado funcionamiento de las competencias inherentes a dicho organismo... lo lamentable es que el enemigo esté dentro, echando mano de venenos linguísticos para calumniar y crear mal rollo, más del que la situacion de por sí conlleva. Respetar las decisiones de quien lleva el timon, sean o no correctas, es norma básica de cualquiera que estime mínimamente su pertenencia a dicho ambito. Por lo visto, cuando uno sube al poder, para no granjearse enemigos, hay que tragar con todo, dejar las cositas como esten, y no cambiar nada ¿entonces para que le colocan a uno alli? Dejemos hacer las cosas a quien ha sido puesto en ese cargo, nos guste o no nos guste, pero no es lícito ni leal arremeter contra quien dirige. Cuando uno se equivoca, si se equivoca, hay metodos correctos para restituir el error y clarificar los hechos, pero jamas se debe caer tan bajo como soltar infamias destructivas en detrimento de la credibilidad, honorabilidad y buen hacer de una persona, sea esta importante o ciudadano de a pie. Parece que en este pais ya no se respeta nada ni a nadie.
Para entrar en el CNI hace falta enchufe y hay inútiles por un tubo..
y eso lo sabemos todos.
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