REUTERS. Los líderes de la religión vudú han enseñado a los sacerdotes de la religión afrocaribeña para preparar un remedio secreto contra el nuevo coronavirus y a que preparen las cámaras de iniciación sagrada de sus templos para que reciban pacientes. En Haití, los servicios de salud occidentales escasean y además son demasiado caros para la mayoría de la población. Los lugareños confían a menudo en las plantas medicinales y en las prácticas rituales de sus sacerdotes vudús, a los que llaman houngan, y sacerdotisas, a las que denominan mambo.
Ataviado con collares de cuentas multicolores, el líder supremo del vudú haitiano o Ati, Carl Henri Desmornes ha señalado en una entrevista desde su residencia en Puerto Príncipe que espera que llegue un aluvión de pacientes de coronavirus a sus templos.
Aunque el virus ha tardado en arraigar en los países más pobres de América, en las dos últimas semanas el número de casos confirmados prácticamente se ha quintuplicado hasta 865 casos, al tiempo que los rumores de una fiebre "misteriosa" se han difundido en la región.
"Los sacerdotes vudús tienen la responsabilidad de mirar por el bienestar de la población", ha señalado Desmornes, de 60 años, que antes de convertirse en Ati fue promotor musical. "Ellos han recibido los poderes y el conocimiento para ponerlo en práctica".
Se cree que más de la mitad de los 11 millones de haitianos practican vudú, una religión que trajeron desde África occidental los esclavos, y que se siguió practicando por los habitantes de manera clandestina en el largo periodo colonial francés.
Desde que se confirmaron los primeros casos del nuevo coronavirus en Haití a mediados de marzo, los sacerdotes han empezado a preparar infusiones que llevan moringa, eucalipto, jengibre y miel por su creencia de que fortalecen el sistema inmune. "Vivimos en un país cuyo sistema sanitario no es capaz de responder al reto que supone la pandemia, así que confiamos en los remedios naturales", apunta la sacerdotisa Lamercie Charles, mientras sirve con cucharón el brebaje.
"Considero que mi templo es una clínica".
La segunda en el escalafón de la religión vudú, Euvonie Georges Auguste, asegura que la comunidad, inspirada por los Loa o espíritus mediadores, ha conseguido una poción para los síntomas de la covid-19 que han enseñado a distancia a los sacerdotes para que la preparen y la administren.
La comunidad ha identificado unos 1.000 templos vudús que cuentan con djèvo, cámaras sacradas usadas para los rituales de iniciación, que están separadas de las estancias dedicadas a la oración y que pueden usarse para aislar hasta 15 pacientes, asegura la líder religiosa.
Auguste ha lamentado que el presidente del país, Jovenel Mosie, haya destacado una supuesta "cura" para la covid-19 basada en plantas y creada en Madagascar, en lugar de los métodos del vudú haitiano. "Esta actitud demuestra que es una víctima de un sistema que todavía sufre las secuelas de la esclavitud", ha señalado.
El vudú está claramente identificado con la lucha por la independencia del país, pero no le ha resultado fácil conseguir legitimidad.
Hasta 2003 no consiguió el reconocimiento oficial como religión, bajo el mandato de Jean-Bertrand Aristide. Los fieles de la religión han censurado que el actual presidente haya hecho referencias al dios cristiano en lugar de a los espíritus vudús.
Hollywood y la ficción han contribuido a representar esta milenaria religión como un culto de magia negra, lo que la ha estigmatizado.
Algunos sacerdotes evangélicos culparon al vudú del terremoto que asoló la isla en 2010, y al menos 45 hougans y mambos fueron linchados por culparlos de haber difundido el cólera que siguió a la catástrofe a través de hechizos.
En los últimos días, varios sacerdotes vudús han aparecido en televisión y en la radio para aclarar que no son responsables de la actual pandemia y que están preparados para hacerle frente. Con todo, el Ati de los vudús ha apuntado que quizá la pandemia implica un mensaje para el mundo, en línea con la creencia de que las enfermedades conllevan un significado. "Pongo mis esperanzas en que después del coronavirus, en lugar de transformar todo lo que tocamos, transformemos la naturaleza y procuremos vivir en armonía con ella", añadió.
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