Si en el número anterior nos centrábamos en realizar una introducción
somera al universo del canibalismo, en este continuamos la estela con otro tema
igualmente complejo, extenso y de características también incómodas: el
sacrificio ritual humano.
Como no es una materia fácil de
abordar, hemos preferido ofreceros diez ejemplos de ella encontrados a lo largo
y ancho del planeta, pertenecientes a su vez a diferentes etapas de la historia
del hombre. No hay pueblos más brutales que otros, ni civilizaciones más
irracionales que otras. El sacrificio humano como ritual ha pertenecido a toda
nuestra especie sin excepción; aparte de que acercarse a este fenómeno desde el
punto de vista de nuestra época, lo que nos llevaría inevitablemente a un
juicio moral, no es la disposición más adecuada para conocerlo y comprenderlo.
No hay que perder de vista jamás su contexto cultural e histórico.
Debemos entender que el
sacrificio humano era considerado por regla general como una vía primaria de
establecer relaciones recíprocas con aquellos poderes que eran considerados los
más grandes; era un acto sagrado, un pacto que utilizaba de “mediador” entre
los dos mundos al sacrificado. Los objetivos podían ser muy variados: acto
defensivo, ofrenda de gratitud, protección, adivinación, apaciguamiento, etc.,
aunque siempre se encuentra el propio interés vinculado, se busca recibir algo
a cambio.
Han existido muy distintos tipos
de rituales de sacrificio, algunos incluyendo incluso la antropofagia o
canibalismo; así como tampoco el tipo de víctima siempre es el mismo.
Prisioneros, niños, ancianos, criminales, u otro tipo de individuos que no sean
útiles para sus sociedades; o sujetos de casta alta como sacerdotes o nobles.
Voluntarios y forzados también. Estos 10 modelos históricos que tenéis a
continuación van a resultar más elocuentes que cualquier otra cosa que se pueda
añadir más.
10- ASIA: HITOBASHIRA
En japonés hitobashira
significa “pilares humanos”. Se trata de una antigua práctica enmarcada en el
sintoismo que consistía en enterrar vivas a personas, como ofrenda a los
dioses, en los lugares donde se fueran a construir edificios importantes,
puentes, diques, etc. Se conjetura que este tipo de tradición pudo comenzar con
el levantamiento de los primeros kofun o túmulos funerarios nobles (S.
III-IV), aunque aparecen por primera documentados en el Nihongi o Crónicas
de Japón (s. VIII). El Nihongi relata cómo el emperador Nintoku (s.
IV-V) tuvo un sueño en el que se le recomendaba que sacrificara a dos personas
para poder terminar un dique que constantemente se derrumbaba. Así lograría
calmar al dios del río.
Generalmente las víctimas hitobashura
eran voluntarias y procedentes de la casta samurai; dispuestos a servir con lealtad a su señor
hasta la muerte. Solían convertirse así en los espíritus protectores de las
construcciones bajo las que estaban enterrados. Existen multitud de leyendas
referidas a hitobashura, como así recogió el escritor irlandés Lafcadio
Hearn en Glimpses
of Unfamiliar Japan (1894). Hearn cuenta
que durante la construcción del castillo de Matsue (s. XVI) en la actual
prefectura de Shimane, se tuvo que acudir a la ayuda de un “pilar humano” para
finalizar su construcción sin incidencias. La víctima fue una doncella que
durante el festival de O-Bon, dedicado a los espíritus de los fallecidos, había
realizado una conmovedora danza. La muchacha fue emparedada viva, no obstante
su espíritu, que no podía reposar, encantó el lugar haciendo temblar los
cimientos del castillo si alguien osaba bailar por las calles de Matsue. Así
que, a partir de entonces, se prohibió cualquier tipo de danza.
9 –
AMÉRICA: CAPAC HUCHA Y LOS NIÑOS DE LLULLAILLACO
A
6739 metros de altitud, en las inmediaciones del volcán Llullaillaco en los
Andes argentinos, fueron descubiertos en 1999 tres momias extraordinariamente
bien conservadas de tres niños: “La Doncella”, “el Niño” y “la Niña del rayo”.
Con seguridad vivieron entre los años 1480 y 1532.
Los
tres niños llevaban ropajes muy elaborados y opulentos, estaban bien
alimentados, cuidados y dentro de las “chozas” donde fueron depositados, se
halló un completo ajuar de materiales preciosos. Fueron drogados, envueltos en
chales y dejados para morir de hipotermia. “El Niño” quizás sufriera de un
edema pulmonar, pues se encontró en su cuello restos de vómito con sangre. Los
tres pertenecían a la élite social inca. Los tres fueron sacrificados de manera
voluntaria en la ceremonia denominada Capac Hucha.
Este
ritual, uno de los más importantes del calendario inca, estaba dedicado a la
veneración del dios Viracocha y los diferentes wakas (montañas-dioses)
del Imperio. En él, niños de cada uamani (distrito administrativo inca)
eran elegidos en sus poblaciones entre los de más alta cuna y los más hermosos
(libres de toda señal o mancha) para dirigirse a Cuzco. Allí, solían reunirse
hasta unos 500.000 niños, que eran consagrados en ceremonias y fiestas que
podían prolongarse durante semanas. Se realizaba un matrimonio simbólico entre
niños y niñas y se los sacralizaba como ”hijos del sol”.
Todos
estos niños regresaban luego, divinizados, a sus lugares de origen para ser
sacrificados a las wakas. Se les drogaba con chicha y coca y ya no
despertaban jamás, aunque se han encontrado algunos restos donde la muerte de
los niños era más violenta. Así estos niños se convertían en los intermediarios
entre hombres y dioses, guardianes y protectores de sus aldeas. Pero en el Capac
Hucha encontramos ya no solo el ritual religioso en sí, sino una estrategia
política muy cuidadosa mediante la cual era posible dominar y controlar desde
Cuzco todos los territorios del Imperio con bastante eficiencia.
8 –
EUROPA: EL ÁGUILA DE SANGRE
Localizado
como rito dentro del sistema de creencias nórdico, la historicidad de esta
práctica está en duda. Se trata de uno de los sacrificios descritos más
cruentos, una auténtica hipérbole del ensañamiento, que se reservaba como
castigo. Consistía en abrir a la víctima desde la columna vertebral para así
cortar y desplegar las costillas hacia el exterior. A continuación de sacaban
los pulmones hacia fuera, cubriendo con sal las heridas. La víctima no podía
sobrevivir al ritual completo pues bien moría por el shock o de asfixia
al no poder utilizar el diafragma.
Existen
fuentes en las sagas nórdicas, la poesía escáldica y la Crónica Anglosajona
donde aparece descrita; aunque las evidencias arqueológicas son más bien
escasas, limitándose a la piedra rúnica Stora Hammars I (s. VIII-IX) de la isla
de Gotland. Es por ello que el debate ha llevado a considerar este rito como un
mito malintencionado por parte del cristianismo, una exageración para
amedrentar a los enemigos o tergiversaciones y malinterpretaciones de textos
antiguos. Aunque también es cierto que el medievalista británico Alfred P.
Smyth considera muy probable que el Águila de Sangre haya sido una práctica
real reservada al dios Odín.
7 –
ASIA/ÁFRICA: EL GRAN DIOS MOLOCH
Como
el médico y psicoanalista Arnaldo Rascovsky escribió en su obra El filicidio
(1981), los sacrificios humanos perpetrados por padres sobre sus hijos “son
universales y se presentan en todos los grupos sociales, tanto primitivos como
en los contemporáneos”. Es el caso que nos atañe ahora, el del ritual molk,
dedicado a la divinidad fenicia y cananea Moloch, en el cual bebés eran
ofrecidos por sus propios padres para ser sacrificados.
Son
diversas fuentes clásicas las que citan este tipo de prácticas por parte de
fenicios, cartagineses y hebreos: Clitarco de Alejandría, Teodoro, Porfirio,
Diodoro de Sicilia, Plutarco... con una serie de detalles bastante
desagradables (los padres debían permanecer impasibles y no llorar o el ritual
no serviría de nada; se tocaban tambores y flautas sin parar para evitar así
escuchar el llanto de las criaturas; etc). Esto hace reflexionar sobre un
lógico sentimiento anti-fenicio o anti-púnico por parte de griegos y romanos,
que pudieron haber alterado una práctica menos bárbara. Aunque también es
verdad que las evidencias arqueológicas de El-Hofra en Argelia o el tofet de
Cartago tampoco han dilucidado mucho la cuestión. Y tampoco podemos olvidar las
abundantes referencias en el Antiguo Testamento en diferentes libros como el de
Levítico, Jeremías o Ezequiel al respecto, que hablan a las
claras de infanticidio. Además debemos tener en cuenta que nuestros modelos
actuales de protección y cariño hacia los niños son adquisiciones históricas
bastante recientes. El reconocimiento de un bebé o niño como miembro de la
sociedad no sucedía inmediatamente y no era considerado ni mucho menos como un
joven o un adulto, lo que le hacía más prescindible.
Pero
volviendo a Moloch, se trataba de una divinidad con cabeza de becerro que
absorbió muy pronto características de otros dioses de su entorno como el sirio
Hadad, el amonita Milcom o el arameo Adad-Milki. Se le llegó a identificar con
el Cronos o Saturno clásicos, con Baal o el mismísimo Yavé. A él, en momentos
especialmente críticos, se acepta de manera general, se le sacrificaban
neonatos de familias pudientes. Al bebé se le estrangulaba o degollaba para a
continuación quemar su cuerpo. Los restos se enterraban en el tofet.
Pero
para ser honestos, el tema de Moloch y molk se encuentra actualmente muy
revuelto, entre historiadores no hay consenso. ¿Eran los tofets simplemente
emplazamientos funerarios o realmente los niños eran sacrificados? Lo que sí
está claro es que la visión que nos ofreció Flaubert en su Salambó (1862)
sobre este tema no fue nada atinado.
6 –
AMÉRICA: TEOTIHUACÁN
A
pesar de que algunas corrientes historiográficas sugieren que las prácticas de
sacrificios humanos en la América precolombina fueron propaganda europea para
degradar la cultura de estos pueblos (aztecas, mayas, incas...), los restos
arqueológicos que poco a poco van saliendo a la luz están rebatiendo estas
argumentaciones. Pero hay que dejar claro también que este tipo de ritos
tampoco envilecen estas culturas. Los sacrificios humanos, como estamos
leyendo, son patrimonio de todos.
En
este caso particular vamos a referirnos a los hallazgos de estos últimos años
de los arqueólogos Rubén Cabrera, Saburo Sujiyama y Alejandro Sarabia sobre
Teotihuacán; y que han resultado en una reciente exposición este pasado mes de
septiembre en el Museo del Templo Mayor, que se prolongará hasta febrero del
2014. Los sacrificios humanos realizados por los teotihuacanos parecen estar
relacionados con las conmemoraciones que se realizaban cuando los templos eran
ampliados. Las víctimas (se han encontrado más de 250) procedían de lugares muy
diversos y lejanos; probablemente prisioneros de guerra, y están datados entre
el 50 y el 500 después de Cristo.
Con
estos sacrificios (había también de animales) se buscaba la prosperidad de la
ciudad, ofreciendo las víctimas a las deidades en ese edificio. Bajo el templo
de Quetzalcóatl se encontraron 136 cuerpos; y 17 cráneos en el interior de la
Pirámide de la Luna. Se desconoce la manera exacta en la que murieron, aunque
probablemente fuera por decapitación o cardiotomía.
Las
excavaciones continúan, y quién sabe con qué maravillas más podremos toparnos
para poder aprender algo más de la enigmática cultura teotihuacana.
5 –
ASIA: HSIMEN PAO Y LAS NOVIAS DEL RÍO
El
sacrificio humano también estuvo extendido en la antigua China. Se trataba
sobre todo de ofrendas humanas a los dioses de los ríos, para evitar su furia,
catastróficas inundaciones u horribles sequías. Se tienen documentados este
tipo de ritos durante las dinastías Ying (1766-1046 a.C) y la Zhou (1050-256
a.C); y dentro de esta última, en el periodo de los Reinos Combatientes,
encontramos una figura sobresaliente en muchos aspectos y que abrió el camino
para la erradicación de este tipo de tradiciones: el ingeniero y funcionario de
gobierno Hsimen Pao (445-396 a.C). A través de la razón y su inteligencia,
trabajó toda su vida en la ingeniería hidráulica para evitar los desastres
naturales que sus paisanos tanto temían; y llevar agua a zonas que así lo
necesitaran. Creó el primer canal de riego de China y desvió en río Zhang hacia
el río Huang He. Pero además, la siguiente anécdota es más significativa
todavía.
Hsimen
Pao fue enviado a la provincia de Ye porque, inexplicablemente, las cosas
estaban yendo mal por ahí. A las orillas del Zhang descubrió cómo los
campesinos abandonaban tierras fértiles y huían de granjas productivas para
irse a otro lugar. Decían que temían el temperamento caprichoso del dios del
río y, además, el gobernador local no contento con subirles cada vez más los
impuestos, estaba confabulado con la bruja local. Esta bruja seleccionaba a
doncellas de la zona para que fueran “novias del río” y calmar así al dios
mediante una cara ceremonia donde las jóvenes morían ahogadas. La subida de
impuestos se utilizaba para estos ritos y los beneficios se repartían entre el
gobernador y sus compinches. Por supuesto, los que se quejaban veían a sus
hijas rápidamente elegidas como “novias del río”.
Cuando
Hsimen Pao descubrió la “broma”, acudió a una de estas ceremonias con una tropa
de soldados. Ordenó arrojar a la bruja al río para que le preguntara al dios si
sus novias habían sido satisfactorias de momento. A continuación preguntó a los
secuaces del gobernador que qué podía estar retrasando tanto a la bruja; y los
envió a buscarla, arrojándolos también al río. Como lógicamente también se
demoraban (ya estaban ahogados), preguntó en voz alta si estarían todos ellos
almorzando con el dios del río, así que, cuando estaba a punto de enviar al
gobernador a buscarlos, este cayó de rodillas suplicando perdón. Pero Hsimen
Pao no fue ni pizca de misericordioso…
Sin
embargo, en China continuó persistiendo otro tipo de sacrificio humano de tipo
funerario, que consistía en enterrar vivos a los esclavos con sus amos. Esta
tradición con el tiempo se fue extendiendo a los reyes y emperadores y perduró
incluso en época histórica, aunque de manera esporádica.
4 –
OCEANÍA: EL GRAN RITO DE PANDANO
Gracias
a la labor que el antropólogo Fitz John Porter Poole realizó a inicios de los
años 70, conocemos en la actualidad la peculiar mitología de un pueblo, los
bimin-kuskusmin, que habita la provincia noroccidental de Sandaun en Papúa
Nueva Guinea. Una vez por generación, se realizaba entre este pueblo el Gran
Rito del Pandano, que duraba hasta 10 días. En él se recolectaban los frutos
del pandano y se hacía un sacrificio humano. Generalmente la víctima pertenecía
a otro pueblo vecino, a los que los bimin-kuskusmin estimaban levemente
humanos. Solo ellos se consideraban humanos por completo, el resto eran
animales-hombres. Los bimin-kuskusmin poseían un sistema de creencias de una
profundad dualidad, se creían descendientes de unos antepasados hermafroditas
(solo ellos, el resto de los humanos no), de ahí que para ellos el intento de
integración de contrarios bien/mal, placer/dolor, masculino/femenino poseyera
un trasfondo intensamente místico. Por ello el rito del sacrificio era
especialmente cruel donde se torturaba a la víctima para luego, devorarla. Eso
sí, su ingesta estaba fuertemente jerarquizada y seguía un protocolo muy
refinado y estricto. Esta búsqueda de la mutación del mal en bien, incluso en
sus propios cuerpos a través del canibalismo, casi se podría considerar un
verdadero proceso alquímico.
3 –
ASIA: EL DESTINO DE LAS VIUDAS
El
valor de una mujer viuda en la antigua sociedad india, y aún hoy, es casi nulo.
En un ambiente fuertemente patriarcal en el que no deja de ser una posesión
más, la mujer se vuelve una carga inútil para la sociedad si pierde la tutela
del hombre. Así el sati se convirtió en una práctica de autoinmolación
de tipo funerario que liberaba a herederos y familiares de problemas: si la
viuda ardía voluntariamente junto a su marido en la pira, incluso no había
lugar para el remordimiento. Pero hay que tener en cuenta que para legitimar
una tradición que en el fondo es pragmatismo puro, no hay nada mejor que acudir
a la voluntad de los dioses.
El sati
toma su nombre de la primera consorte del dios Shiva, Sati, que según el mito,
se suicidó mediante el fuego después de
que su padre, el rey Daksha, injustamente despreciara y humillase a su esposo.
Pero a pesar de que esta leyenda se nombra para justificar el sati, no
fue en realidad una práctica de sati (Shiva no estaba muerto) ni da pie
para que se realice. Sin embargo sí que encontramos en los Puranas
ejemplos de sati y que es deseable su ejecución: “La esposa que muere en
la compañía de su marido permanecerá en los cielos tantos años como cabellos
tenga en su persona” Garuda Purana 1.107.29. También en el Mahabharata
aparece el sati, así como diferentes brahmines y abogados a lo largo de
los siglos han considerado el sati la conducta más apropiada para la
mujer de piedad intachable. No en vano sati significa “mujer virtuosa”.
Lo
que tampoco debemos perder de vista es que el sati es una tradición muy
arraigada (aunque no todas las viudas estaban dispuestas a morir, a algunas sus
familiares tenían que drogarlas) de raíces prehistóricas de la que tenemos
testimonios tan remotos como los de Diodoro de Sicilia (s. I a.C) o Aristóbulo
de Casandrea (s. IV a.C), que acompañaba a Alejandro Magno en sus campañas.
Actualmente
se encuentra prohibido mediante diversas legislaciones, aunque en algunas zonas
rurales aisladas se sigue practicando.
2 –
ÁFRICA: LAS REINAS DE DAHOMEY
El
reino de Dahomey fue uno de los más notables del África negra y se ubicaba al
sur de la contemporánea República de Benín. Desde el s. XVII hasta el s. XX,
floreció económicamente bajo el amparo del intenso tráfico de esclavos que
mantenía con las naciones europeas. Este poderoso y belicoso reino consiguió
someter a los campesinos y pastores del norte, construyendo un auténtico
“estado negrero” que vendía prisioneros de guerra y pueblos vencidos al mejor
postor.
La
etnia mayoritaria fon hizo de Abomey su capital y dejaron como legado de su
extinto reino los Palacios Reales de Abomey, que desde 1985 son Patrimonio de
la Humanidad. Es allí donde residieron diferentes reyes como el célebre Glelé
(1858-1889), que llegó a contar con más de 800 esposas y un ejército personal
de 6000 amazonas. A pesar de la prohibición de la esclavitud, Glelé la continuó
como institución doméstica y mantuvo la agricultura del país con mano de obra
esclava. También utilizó como fuente de principal de “mensajeros para los
antepasados” a estos esclavos, que
dentro del contexto de la tradición animista-fetichista de Dahomey, era la
manera de denominar a las víctimas de sacrificios humanos.
Pero
es el padre de Glelé, el rey Ghezo (1818-1858) el que llama nuestra atención.
Ghezo comenzó una serie de reformas en el país, como abolir el tráfico de
esclavos, el cese de conflictos bélicos y... la prohibición de sacrificios
humanos. Quizás esa última decisión fue la que le costara la vida, pues a pesar
de que se desconocen las causas concretas de su muerte, se especula con que fue
envenenado por sacerdotes de Dahomey contrarios a su nueva política religiosa.
Tras su muerte, 41 de sus 200 esposas fueron obligadas a acompañarlo a la otra
vida. Las drogaron y enterraron vivas bajo en palacio de Ghezo. En ese mismo
recinto de los Palacios Reales de Abomey, existe otro palacio cuya argamasa
contiene la sangre de miles de prisioneros que fueron sacrificados, así como
una gran cantidad de relieves y esculturas que muestran la extraordinaria
maestría del pueblo fon a la hora de plasmar la violencia y la crueldad.
1 –
EUROPA: LA TRIPLE MUERTE CELTA
El
sacrificio humano en el mundo celta es un tema muy manido que se puede
encontrar en los textos clásicos, en ocasiones desde una perspectiva
deliberadamente tergiversada y exagerada, para demostrar su salvajismo e
incultura frente al mundo greco-romano. Puede que sea verdad hasta cierto
punto, pero es evidente que los celtas, como cualquier pueblo de su entorno y
época, realizaba sacrificios humanos.
Y nos
centramos en lo que se ha denominado la Triple Muerte. Este tipo de ritual, muy
complejo, lo encontramos tanto en el Ciclo Artúrico como en el Ciclo Mítico de
Irlanda con profusión; aparece en numerosas narraciones medievales europeas
incluido nuestro Libro del Buen Amor (1330-1334) de Arcipreste de Hita.
Pero, ¿en qué consistía la Triple Muerte? En nada más y nada menos que recibir
la muerte de tres formas distintas: ahogado (envenenado), estrangulado
(colgado) y degollado (quemado). Este ritual tan excesivo fue también advertido
por Lucano (39 – 65 a.C) en su Farsalia; y tampoco hay que olvidar que a Taranis se
le sacrificaba quemando a la víctima, a Teutates ahogándola y a Esus
degollándola. Todo esto nos apunta directamente hacia ella.
Fue a partir del s. XIX cuando empezaron a
encontrarse en turberas y pantanos (considerados como lugares de paso al Otro
Mundo) gran cantidad de cuerpos con vestigios de este tipo de muerte. En
Irlanda, Gran Bretaña, Holanda, Alemania, Dinamarca... aunque es el Hombre de
Lindow, descubierto en 1984 en las cercanías de Manchester, el que ha permitido,
por su estado de conservación, un estudio más detenido. Era un hombre
perteneciente a una clase alta, de apariencia cuidada y bien alimentado. En su
estómago retuvo restos de una comida ceremonial basada en tortas de cereales y
frutos de muérdago, planta sagrada entre los celtas. Este recibió varios
hachazos en la cabeza, fue estrangulado con nudo corredizo y degollado para
finalmente ser arrojado al agua de la turbera.
Pero es importante remarcar que
este Triple Muerte no es exclusivamente celta. Sus raíces se hunden mucho más
atrás en el tiempo. Hemos encontrado indicios de ella en otros pueblos
indoeuropeos como los germanos, los eslavos, los griegos o los persas. De ahí
que Georges Dumézil relacionara este rito con su concepto trifuncional de los dioses
indoeuropeos: divinidad celeste conectada con la magia y la justicia, divinidad
guerrera relacionada con la sabiduría y divinidad pacífica vinculada a la
fertilidad.
Beatriz Erlanz
www.tabulaesmeraldina.blogspot.com
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