miércoles, 28 de septiembre de 2011

Matan a una joven japonesa durante un exorcismo budista



Una joven japonesa de 13 años muere asfixiada mientras su padre y un monje trataban de expulsarle un "espíritu maligno"

La macabra historia sucedió el pasado 27 de agosto en el pueblo sureño de Kumamoto pero se ha conocido esta semana. Todo ocurrió mientras el monje Kazuaki Kinoshita de 56 años y Atsushi Maishigi, padre de la pequeña, trataban de acabar con el espíritu maligno que, según pensaban, se había adentrado en la jóven Tamomi Maishigi. Para ello ataron a la pequeña en una silla y la rociaron de agua; mientras el hombre sostenía a su hija el monje cantaba sutras.

Durante el "exorcismo" Maishigi perdió el conocimiento por lo que su madre no dudó en llamar a una ambulancia pero ya era demasiado tarde. A la mañana siguiente se confirmaba la muerte de la pequeña. "La causa de la muerte es la asfixia", dijo el funcionario policial.

Desde marzo, la niña habría sufrido en más de cien ocasiones lo que la policía nipona ha calificado como "ritual de la cascada" .

Según informes policiales, los padres de la niña contactaron con en el monje después de que la joven hubiera pasado unos malos años con daños tanto mentales como físicos y que ningún médico pudo resolver. Por su parte, el monje, que pertenece a un grupo religioso que proviene de una secta budista, alegó que la niña estaba poseída por un espíritu maligno. Razón por la cual los padres la habían llevado a una de las instalaciones de "la secta" para así allí acabar con "el ser" gracias a una bomba de agua con la cual rociaron unas 100 veces. ECP

Noticia original en la prensa japonesa: http://mainichi.jp/photo/news/20110927k0000e040058000c.html

jueves, 22 de septiembre de 2011

Grupo Operativo de Intervenciones Técnicas (COIT): Cirugía policial contra el delito

Terrorismo, narcotráfico, crimen organizado, secuestros, estafas, prostitución, catástrofes naturales. Los integrantes del Grupo Operativo de Intervenciones Técnicas (GOIT) le dan a todo tipo de delincuencia y a todas horas: las 24 de los 365 días del año, se jacta su inspector jefe. Pese a ello, los especialistas policiales del GOIT son aún desconocidos para la opinión pública. Sin embargo, si hablamos de «El Solitario» o «Cásper»; los casos «Malaya» y «Afinsa»; los clanes de la droga de la Cañada Real, como «Los Emilios», «Los Gordos» o «Los Brunos»; el atentado de la T-4; los terremotos de Argelia y Lorca... Daremos nombres propios a sólo una parte de la labor que estos 22 agentes realizan desde 1999.

No hay zulos, búnkeres y «caletas» de la droga, cajas fuertes; en definitiva, registros en tierra, mar o aire, que se les resista. Además de su formación policial, tienen conocimientos muy especializados. La plantilla del GOIT la conforman ingenieros, delineantes, chapistas, electricistas, incluso buzos, que combinan conocimientos y veteranía. La liberación de José Antonio Ortega Lara de las garras de ETA, en 1997, fue el punto de inflexión. La Policía necesitaba a especialistas para localizar zulos. Dos años después, los siete primeros integrantes del GOIT comenzaban a trabajar. Pero, con el paso del tiempo, el crimen se ha ido especializando a pasos de gigante y, con él, el nivel de exigencia técnica y preparación de estos funcionarios. «El primer servicio que hicimos fue la apertura de una pequeña caja de caudales», recuerda, como anécdota, el inspector jefe del grupo.

«Ahora, incluso hacemos casi de espeleólogos», bromean, aunque no exageran. Sus armas son cizallas, arietes, lanzas térmicas, cortes de plasma, medidores de gases, luces frías, vídeo-endoscopios... Y la calma que exige la tensión, aunque suene antitético: «Recibimos una llamada o un fax de los grupos que están desarrollando una operación, desde cualquier punto de España, sea la hora que sea, y nos ponemos a trabajar. Nuestro mayor hándicap es el tiempo. Trabajamos contrarreloj, porque jugamos con las 72 horas máximas que hay por ley entre la detención de un individuo y su puesta a disposición judicial». En ese estrecho margen deben ponerse en marcha, trasladarse a la ciudad en cuestión y realizar su trabajo, que se sabe cuándo empieza, pero no cuándo termina.

Uno de los fuertes del GOIT es la localización de los escondrijos de la droga en vehículos de todo tipo. Por ello, mantienen contacto con todas las marcas comerciales y conocen cada recoveco con los que cuenta un coche, por ejemplo. Nos muestran una furgoneta de apariencia normal. En un primer registro no había nada fuera de lo común. Sólo encontraron la batería de un teléfono móvil. Uno de los miembros del grupo averiguó rápidamente qué hacía esa pila ahí.

Ahora, nos retan a adivinar su utilidad. Por más que pensamos, no damos con la clave. Pero la solución al enigma está ahí. Con maestría de cirujanos, acercan los electrodos de la pila a un pequeñísimo saliente metálico que apenas se ve, junto al cierre de las puerta... Y, clic, ¡bingo! Los polos negativo y positivo de la batería hacen contacto con la pieza camuflada y una plataforma falsa se abre en el maletero. Son decenas de cavidades con forma de cilindro, embadurnadas con café, utilizado para «despistar» el olor de los 25 kilos de droga que pueden esconderse en ellas.
Cásper, Solitario y Malaya

En otras ocasiones, y ahora estamos ante un «quad» incautado a un rumano, la sorpresa no tiene por qué ser un estupefaciente. «Al abrir el depósito del combustible, lo que encontramos fueron diamantes», explica un investigador, mientras pasamos junto a un coche recién incautado a la banda de «Cásper», el ladrón de los cuadros de la Koplowitz, nuevamente arrestado por otro asunto.

Barcos mercantes, veleros, hasta autobuses y aviones. También, y parece que regresamos a argumentos de películas, enormes muebles que, al accionar un «botón» secreto, se mueven y revelan decenas de estanterías para sacos de droga, como ocurrió en un chalé del Conde de Orgaz. O un todoterreno por piezas que «El Solitario» iba a mandar a Brasil desde su nave de Pinto. O documentación del caso «Malaya» en la vivienda de uno de los implicados, en Murcia. O la identificación de lo que quedó de los vehículos en el atentado de ETA en Barajas.

Los «malos» se sofistican, y no se puede bajar la guardia. Uno, delante de los secretarios judiciales y de los agentes de Policía Judicial, retó a los agentes del GOIT en un registro: «No tenéis cojones de encontrar las pistolas». ¿Que no? Estaban en una garrafa especial metida en un depósito que estaba escondido debajo de unas losetas sobre las que descansaba un tractor. Ahí es nada. Luego, está la firma de cada delincuente. Sólo por el «cordón» de la soldadura de dos chapas, estos investigadores pueden averiguar si su autor es el mismo que de otras piezas encontradas: «Incluso saber quién es la persona en concreto, porque cada uno deja su huella».

Este nivel de eficacia ha llamado la atención no sólo de las Comisarías Generales de Información y Policía Judicial, sino también de países europeos, como Alemania o Reino Unido, que les piden formación, al ser pioneros. Entre 1999 y 2009, sus diez primeros años de vida, el GOIT participó en más de 200 operaciones policiales. El año 2010 acabó con 52 y, en lo que va de 2011, son ya 38. Pero saben que aún queda mucho escondite por desvelar. Mucha droga por aprehender. Mucho zulo por desbaratar. Y prometen cumplir el reto.



http://www.abc.es/20110829/madrid/abcp-cirugia-policial-contra-delito-20110829.html

domingo, 18 de septiembre de 2011

Detenida una "vampiresa" que atacó a un anciano en St. Petersburg

Una joven ha sido arrestada en Estados Unidos acusada de arrancarle a mordiscos pedazos de la cara y de un brazo a un anciano que dormía en el porche de un restaurante, después de explicarle que era una mujer "vampiro".


El portavoz del Departamento de la Policía de St. Petersburg (Florida), Bill Proffitt, detalló hoy a Efe que Josephine Rebeca Smith, de 22 años, se encuentra en prisión, bajo una fianza de 50.000 dólares que no ha sido abonada y con cargos de agresión con agravante a un anciano.


Milton Ellis, de 69 años, dijo a la Policía local que se despertó cuando la joven se echó sobre él. Ésta le dijo que era un "vampiro" y que se lo iba a comer, según se detalla en el informe policial.

La víctima logró escapar del ataque y llamar a la Policía, que poco después halló a la mujer en el restaurante semidesnuda y cubierta de sangre. Smith dijo a la Policía que no recordaba nada del incidente ocurrido la semana pasada en esa localidad de la costa oeste de Florida.

jueves, 15 de septiembre de 2011

La creencia en vampiros continua en Rumania


En una región de Rumania, vecina a la mítica Transilvania, persiste en pleno siglo XXI la costumbre ancestral de "matar" a los muertos, para asegurarse de que no trasmuten en vampiros y regresen a rondar a los vivos.

Nada como las viejas recetas para conjurar a los strigoi, como los llaman los rumanos. Y en Oltenia, cuna del Conde Drácula y de su leyenda, están convencidos de su eficacia.

Oltenia, también llamada Valaquia Menor, es una subregión de lo que fue el principado rumano de Valaquia, surgido hacia el final de la Edad Media y que existió hasta el siglo XIX. La novela del irlandés Bram Stoker, Conde Drácula, está parcialmente inspirada en un personaje real: Vlad III, el Empalador, príncipe de Valaquia en el siglo XV.

Un reciente artículo del diario rumano Evenimentul Zilei, retrata los atavismos de los habitantes de Amărăştii de Sus, un pueblo pequeño y de apariencia tranquila pero ubicado en la planicie que detenta el récord de estas prácticas.

"Yo no fui jamás acechada por los muertos porque les perforé el corazón a todos, y está bien así", dijo por ejemplo Dumitra, de 71 años (foto relacionada). Para esa faena, la mujer recurrió al auxilio de "intermediarios" más acostumbrados y con más sangre fría que ella.

"En 2003, varios parroquianos del pueblo vecino de Celaru desenterraron un muerto porque sospechaban que se había convertido en un regresante (sic) y le arrancaron el corazón, lo quemaron y luego bebieron sus cenizas con agua", recuerda el diario.

Por este rito siniestro, seis personas fueron procesadas y condenadas a prisión por profanación de sepultura y al pago de una indemnización en concepto de daño moral a la familia del presunto vampiro.

Desde entonces, para curarse en salud -y evitar juicios-, los residentes de Amărăşti clavan preventivamente una pica en el corazón o el vientre de todos sus muertos, como lo hace Dumitra, para "que no salgan de sus tumbas".

Al parecer, los difuntos de la región de Oltenia no se conforman con ser llorados durante 40 días y con el vaso de agua o de vino que las familias les dejan en el alféizar de la ventana. Es entonces cuando el espíritu sale de la tumba y vuelve para atormentar a sus parientes.

El daño que pueden causar al pueblo estas ánimas sin reposo es enorme, según cuentan los vecinos. La leche de las vacas, el vigor de los hombres y hasta la sangre de sus allegados, todo será "chupado" por estos muertos vivos. La trasmutación del difunto en strigoi tiene lugar durante las seis semanas que siguen a su entierro. Es el límite de tiempo que hay para clavarle la pica en el corazón. Después será demasiado tarde y el castigo vendrá también en forma de granizo o sequía, otra maldición que se atribuye a las almas vampirizadas.

Pasada la cuarentena, si no hay noticias del muerto, la familia puede descansar tranquila. Caso contrario, si un pariente escucha la voz del muerto llamándolo, los oltenienses recomiendan fuertemente no responder. El incauto que no siga esta norma, quedará mudo, como mínimo.

De acuerdo a la experiencia de los lugareños, las personas con más posibilidades de desarrollar colmillos después de muertos son "los que nacen con un 'sombrero' (costras de leche en el cuero cabelludo), los que tienen ojos azules, los niños no bautizados, los que en vida causaron daño, los ahorcados, ahogados o fusilados y los muertos no velados sobre los cuales pasan gatos, perros, ratas, pollos y otras aves", dice Evenimentul Zilei. Es por eso que, cuando se vela a un difunto, conviene mantener alejados a los gatos y demás bestias.

Otra estratagema para evitar el regreso del muerto es colocarle en el pecho una bolsita de tela con semillas de amapola para que, ocupado en la complicada tarea de contarlas, no le venga la idea de volver a casa. Un método más drástico es el de ponerles clavos en los talones para impedirles caminar... Eso siempre que no se haya apelado a la infalible pica en el corazón.

Son supersticiones que en esta región de Rumania la gente toma muy en serio pero que para otros constituyen material para guiones de cine o bien para estudios sociológicos. Como para Ioana Popescu, directora de investigación del Museo del Campesino Rumano de Bucarest, consultada por el diario: "En las sociedades tradicionales, ocurre con frecuencia que por una u otra razón, después de que un miembro de la familia o de la colectividad fallece, se produce algo malo. Se hace entonces la relación con el muerto, pensando que arrastra consigo a los vivos hacia el otro mundo o que regresa para vengarse de sus enemigos". En su opinión, "no se puede juzgar con mentalidad moderna una práctica tradicional, creada en un momento dado por una mentalidad colectiva".

Aún asi, llama la atención la persistencia de estas concepciones. Prueba de que, aún en en tiempos en que impactantes avances científicos y técnicos dominan la cotidianeidad y modelan las costumbres, la mente humana reserva aún un espacio para responder con magia a lo todavía desconocido.

Cristina Lica

lunes, 12 de septiembre de 2011

Andrés Rabadán, el "asesino de la ballesta", sale de prisión


Según publica ‘El Periódico’, está previsto que Andrés Rabadán cumpla en agosto del próximo año 2012 el máximo de tiempo que puede permanecer encarcelado y ahora ya goza de salidas programadas y controladas, autorizadas por la Audiencia de Barcelona.

Nacido en 1973 en Premià de Mar (Barcelona), fue detenido en 1994 por matar de cuatro flechazos a su padre porque el vaso de leche que le dio no estaba a su gusto y tras su arresto, confesó a la policía haber provocado varios descarrilamientos de trenes en la comarca del Maresme.

Andrés Rabadán, que ha dedicado sus últimos años en la cárcel a pintar y a escribir libros, fue condenado en 2004 a tres años de prisión por la Audiencia de Barcelona por su tercer y último intento de fuga de la cárcel, huida que había anunciado incluso en una carta dirigida a los jueces.

Además, el año 2007 fue condenado a año y medio de prisión por un juzgado de Barcelona por haber enviado a una enfermera de la prisión Quatre Camins, donde cumplía condena, una carta anónima en la que amenazaba con violarla.

Mas información sobre el Caso Rabadán en EL ARCHIVO DEL CRIMEN: http://manuelcarballal.blogspot.com/2009/03/andres-rabadan-el-asesino-de-la.html

sábado, 10 de septiembre de 2011

Blancos de la magia negra


El Archivo del Crimen ha tocado en varias ocasiones este asunto, que parece fruto de la ficción cinematográfica: los crímenes rituales en Africa con sacrificios humanos de albinos .

Hoy el periodista Jon Sistiaga publicaba un documentado artículo, como adelante de un inminente documental sobre tan siniestro aspecto de la criminalidad asociada a las creencias religiosas...
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Hay lugares de África donde nacer albino sigue siendo la peor condena. Se les ve aún como hijos del diablo. Cualquier órgano suyo sirve para rituales de magia negra. Los brujos pueden llegar a pagar 1.600 euros por una pierna. Si el miembro se arranca en vivo, mejor. Canal + y ‘El País Semanal’ han viajado a Tanzania para hablar con las víctimas de tan escalofriante superstición.

Eran tres. Entraron en la choza y empezaron a golpearnos a todos. Uno llevaba una botella de queroseno. Me agarraron entre los tres. Me inmovilizaron y empezaron a cortarme el brazo a machetazos. Cuando acabaron salieron corriendo con mi brazo y gritaron a mi madre que me echara el queroseno en la herida hasta que cauterizara y dejara de sangrar. Yo ya estaba desmayada…”. Kabula Nkalango, de 14 años y albina, tiene la mirada triste y una sonrisa forzada de quien ha visto el Horror y ya no espera nada sano de esta vida. Lleva un año en una escuela especial a 160 kilómetros del lago Victoria, en Tanzania. Un lugar de acogida e integración para niños albinos traumatizados. Nunca antes había ido al colegio. Era analfabeta, aunque ahora ya es capaz de leer y hacer sumas y restas. “Cuando llegó estaba psicológicamente devastada. Tenía pesadillas y se despertaba pensando en las caras de los hombres que le arrancaron de cuajo su brazo derecho”, me dice Peter Ajali, el director de las escuelas Buhangiya.

Kabula habla pausado y no sostiene la mirada. Prefiere agachar la cabeza y cruzar su brazo izquierdo sobre el pecho, por encima del uniforme azul del colegio, como queriendo ocultar que le falta el otro brazo. Es tímida y recelosa, aunque sus profesores le insisten en que hable con el periodista porque, dicen, “el mundo tiene que saber lo que pasa aquí”. Y lo que pasa en Tanzania es que el 60% de la población cree en la brujería, sobre todo en la llamada “brujería muti”, que en sus formas más extremas utiliza partes humanas para sus conjuros y brebajes. Desde hace unos años, los hechiceros que la practican han señalado a los albinos, un sector social especialmente estigmatizado en ese país, como los objetivos más fáciles para este tipo de magia negra. Lo más normal es que se profanen las tumbas de los albinos fallecidos por accidente o enfermedad para así robar sus huesos y dárselos a esos chamanes. Pero el verdadero muti, para que sea realmente efectivo, necesita que los órganos o miembros humanos se arranquen en vivo para que los gritos y el dolor del sacrificado potencien el efecto del conjuro. Por eso los traficantes de órganos que atacaron a Kabula le dieron una botella de queroseno a su madre, porque su misión no era matarla, sino mutilarla, lo cual no les hace menos crueles, pero sí demuestra el grado de deshumanización y locura al que pueden llevar unas creencias ancestrales: “No nos eches la culpa, nos envían solo para cortarle el brazo, no queremos matarla”, le gritaron a la madre de Kabula, que tuvo la suerte de sobrevivir.

ASESINATOS RITUALES Y SACRIFICIOS

Ha habido al menos 60 asesinatos rituales de albinos en Tanzania en los últimos tres años, 16 en Burundi, 7 en Kenia. Estos son los muertos comprobados e investigados por las diferentes policías, pero varias ONG calculan que los sacrificios humanos pueden haber sido centenares, porque los ocurridos en las zonas más remotas y aisladas ni son tenidos en cuenta. “La culpa la tienen todos los mitos extendidos por los brujos de que los albinos tienen algunos poderes mágicos y que sus órganos pueden utilizarse en pociones mágicas para conseguir que los ricos sean más ricos o triunfen”, asegura Vicky Ntetema, directora de la Fundación Under the Same Sun (Bajo el Mismo Sol) y antigua delegada de la BBC en Dar es Salam. Hace cuatro años realizó la primera denuncia periodística sobre la persecución de los albinos en Tanzania grabando con cámara oculta a varios brujos que hacían magia negra con humanos. Desde entonces lleva escolta, ha dejado el periodismo y ayuda a este colectivo.

La sede de su ONG está rodeada de vallas electrificadas y guardias de seguridad porque 10 de los 14 miembros de su equipo son albinos. Para Vicky, la permisividad de la Administración tanzana con esos brujos tiene una explicación clara: “Hay gente en el Gobierno bien formada, bien educada, que cree en los brujos. ¡Políticos, ministros, líderes religiosos, policías y empresarios acuden a ellos! Hay políticos que visitan a los brujos durante las campañas electorales para beber las pociones mágicas que supuestamente les harán ganar las elecciones. ¡Y luego esa gente es la que tiene que decidir si a los brujos se les permite o no continuar con sus prácticas…!”. No es una denuncia en falso. El único diputado albino elegido en las urnas, Salum Khalfan Barwani, por el partido de la oposición al presidente Jakaya Kikwete, nos comentó en su oficina que él había ganado su escaño “sin recurrir a la brujería, no como otros diputados del Parlamento”.

El albinismo es un trastorno genético hereditario, una falta de pigmentación en la piel, el pelo y los ojos. En Europa lo sufre una de cada 20.000 personas, pero en Tanzania hay un caso cada 4.000 habitantes. El Gobierno ya ha censado a unos 8.000 albinos, pero la Sociedad Tanzana de Albinos, una institución financiada con dinero público, calcula que hay unos 160.000.

En nuestro mundo, un albino es uno más, pero en Tanzania, como en casi toda África del este, un albino es un ser inferior. En este país, por el que pasan 600.000 turistas al año para ver el Serengeti o el Kilimanjaro o la isla de Zanzíbar, muchos creen que los albinos son una maldición divina, o que son gafes que traen mala suerte, o que son hijos del demonio, o que son, simplemente, subproductos de un adulterio o una enfermedad venérea. En Tanzania, los albinos son discriminados, segregados y en muchos casos perseguidos, asesinados o mutilados. Los mitos construidos sobre su supuesto carácter sobrenatural y maléfico no tienen ningún sentido, pero de alguna manera han calado entre la población. Por eso los asesinos de albinos actúan con enorme impunidad, porque cuando a un colectivo se le estigmatiza en la categoría de infrahumano es fácil pasar, sin demasiados prejuicios, a la fase del eliminacionismo.

LOS ALBINOS NO MUEREN, DESAPARECEN

Que los albinos no son humanos, sino fantasmas o presencias espectrales, es una de las leyendas más comunes sobre ellos. De hecho, en las zonas rurales se tiene la convicción de que un hijo albino es una condena de mala suerte para toda la familia. Así que a ese niño se le aparta de la familia, se le aleja al establo, con los animales, y se espera hasta que se desvanezca, porque, según esta creencia, los albinos no mueren, sino que desaparecen: “Mira, te voy a explicar de dónde viene ese mito estúpido”, dice Babu Sikare, un albino tanzano que vive en Estados Unidos. “La razón es que, tiempo atrás, realmente sí que desaparecíamos… ¡pero porque nos solían matar…! Y después de asesinarnos nos desmembraban y hacían desaparecer los cuerpos. Nos mataban y luego decían que nos habíamos desvanecido, porque no se nos volvía a ver… No se perseguía a nadie, no había prensa detrás como tú ahora. Y la gente se creía que nos evaporábamos…”.

Babu tuvo la suerte de nacer en la capital, Dar es Salam, en el seno de una familia que lo quiso y lo trató como uno más. Fue el número uno en su clase y consiguió una beca para estudiar en Ohio (EE UU), donde trabaja en un banco de inversiones. Lo que peor lleva es que la gente crea que traen mala suerte. En sus ratos libres es cantante de rap bajo el nombre de Albino Fulani (Un Albino Cualquiera); pasearse con él por un mercado de Dar es Salam es como llevar una diana de desprecio en la espalda. En mi escaso suajili puedo escuchar cómo, a nuestro paso, muchos individuos susurran la palabra wazungu, una expresión despectiva de la época colonial que podríamos traducir por “putos blancos”: “La gente me llama de todo. Me dicen zeru, zeru, que significa cero, o sea, nada. Me llaman kaburu, que en Sudáfrica era el insulto a los blancos racistas. Y ahora tienen una nueva expresión, nos gritan dili, un diminutivo del inglés deal, es decir, negocio. Muchos me ven como un negocio, un business. Si me cortan la mano, hacen negocio. Pillan pasta. Así que no te sorprendas si vamos por la calle y alguien grita: ‘¡Ei, Dili!’. Se refieren a mí, amigo, no a ti”.

¿Pero quién usa este tipo de brujería asesina? Está claro que en una sociedad atrasada cualquier superchería se puede convertir en dogma, pero no se puede decir que esta sea una brujería de las clases bajas. En Tanzania, un país donde el 80% de la población vive en el umbral de la pobreza, no todo el mundo puede pagar 800 euros por una mano o 1.600 por una pierna, que es como se cotizan actualmente los órganos de albinos en el mercado negro. Son muchos los que creen en la magia negra, incluso en las capas más altas de la sociedad. Pero casi todas las investigaciones apuntan a que son los mineros del interior y los pescadores del lago Victoria los que más recurren a esa magia para tener suerte y riqueza.

“Todos gritábamos, pero no podíamos hacer nada. Mis padres habían fallecido, vivíamos con mi tía, que estaba aterrorizada”, me cuenta Tyndi Mbushi. Ella es albina, de la región de Geyta, donde las minas de oro son el sustento de la población. A ella no la tocaron porque el alboroto asustó a los liquidadores, pero sí tuvieron tiempo de cortar a machetazos la pierna derecha de su hermana Bibiana. “También intentaron cortarle la izquierda, pero cuando nos pusimos todos a gritar salieron corriendo solo con una pierna. Bueno, con la pierna y con los dos dedos que le cortaron al intentar poner la mano para defenderse”.

Hablan con toda su familia de adopción arropándolas y dándoles cariño. Bibiana prefiere dejar a su hermana el relato gráfico de los hechos. Un relato desgarrador en una niña de apenas 12 años. Quizá por eso, por ser tan pequeña, lo cuenta de esa manera tan directa y horrible, sin adjetivos y sin detalles. Bibiana me enseña los terribles costurones que le dejaron los dos machetazos en su pierna izquierda, justo por la ingle, mientras se apoya en la muleta que le ayuda a andar. “De mayor quiero ser banquera para ayudar a mi familia y a las personas pobres”, dice con una tremenda ingenuidad. Le pregunto qué siente por los hombres que la mutilaron, si rencor, odio o quizá perdón, y me contesta con un sonoro silencio que probablemente contiene muchas más opciones de las que yo le he planteado.

POLVO PARA ATRAER LA PESCA

¿Pudo la pierna de Bibiana acabar como una especie de detector de metales en alguna mina de oro? ¿Pudo su sangre ser vertida en una galería oscura para intentar encontrar la veta buena que sacara a unos mineros sin escrúpulos de su miserable existencia? Bibiana nunca lo sabrá. Ella ha sobrevivido. Es otro ejemplo que contradice la leyenda de que los albinos se desvanecen. El mito de que son almas negras encerradas en cuerpos lívidos esperando encontrar otro organismo que colonizar.

“Es una leyenda muy conocida que los trozos de albino traen buena suerte. Es una tradición que viene de siglos, de nuestros padres y abuelos, cuando nos decían que los albinos simplemente desaparecían”, reconoce Waega Makuruka, un pescador del lago Victoria que accede a hablar sobre el tema en una apartada cala llena de pescadores furtivos. No somos bien recibidos en esa playa. Somos blancos, llevamos cámaras, somos un imán para la policía… Algunos nos gritan que no les enfoquemos para no ser reconocidos; otros, que nos vayamos. “A mí me han dicho que se utilizan huesos de albino, pero no sé qué partes realmente”. Waega habla de soslayo y con titubeos, porque muchos de sus compañeros intentan acercarse para escuchar lo que dice y saber si habla de más.

El contacto que nos ha llevado hasta allí ha sido rotundo: “Aquí todo el mundo cree en esa brujería”. La zona de Mwanza se hizo famosa gracias al documental La pesadilla de Darwin, que retrataba la pesca a destajo de la perca del Nilo para su exportación, dejando a los habitantes locales para alimentarse apenas las raspas. Son esos pescadores, según Ntetema, los que acuden a los brujos para encontrar los bancos de peces: “Deshuesan las manos cortadas, muelen los huesos, y ese polvo lo esparcen por… lo que sea, el mar, el lago, para que el pescador haga más capturas… Pero también usan el pelo rubio, pelo de cabeza de albino. Primero lo fríen, luego lo raspan y después lo espolvorean por donde creen que está el banco de peces”.

Dagumoto es la palabra utilizada en la jerga de los hechiceros para denominar los asesinatos por encargo o los sacrificios rituales. Masalu Luponya es un brujo de la zona de Geita acusado hace unos meses de encargar el asesinato de un albino. Finalmente fue liberado por falta de pruebas. Cuando le pregunto si es un brujo malo o un brujo bueno, enseguida me hace la distinción: “La brujería buena utiliza raíces y animales, la mala utiliza árboles y personas humanas. Yo soy de los buenos”. Luponya es alto, de sonrisa franca, de mirada directa y chispeante, y un gran anfitrión. Sabe caer bien, condición indispensable para un buen embaucador. No le va nada mal el negocio de brujo. Tiene varias chozas y un enorme terreno de cultivo donde están enterrados sus antepasados. Cuando llegamos está delante de esas tumbas, porque dice que sus ancestros le cuentan quién viene a visitarle y por qué. Le arranco la primera carcajada cuando le digo que mi contacto le llamó ayer al móvil y que por eso sabía que veníamos.

Nos hace pasar a la choza donde recibe a sus, llamémosles, pacientes. Enseguida me muestra todo su arsenal de alquimista, todos sus abalorios de curandero y toda su retórica para defender que la magia negra es muy peligrosa, y que solo los más expertos pueden usar porque, si no, sus efectos pueden ser devastadores: “Los asesinatos vienen de hace mucho, mucho tiempo. Primero iban a por las embarazadas; después, a por los calvos; luego, a por la gente que tenía una marca como una M en la mano, y después comenzaron con los albinos”. El hechicero Luponya habla con vehemencia. Controlando sus silencios y jugando con las pausas dramáticas. Mira a los ojos directamente, pero eso, que en otro interlocutor sería una cortesía o una señal de franqueza o de seguridad en sí mismo, me produce cierto desasosiego. Como si su mirada me taladrara y estuviera tocando mi alma. Al salir de la choza me invita a probar un brebaje, un antídoto para venenos, dice, que rechazo cortésmente.

CANIBALISMO, VAMPIRISMO Y MAGIA NEGRA

Muy cerca de los dominios del brujo, a escasos kilómetros del parque nacional de Serengeti, ocurrió uno de los sucesos más estremecedores en esta persecución delirante contra los albinos. Mariam Emanuel, de cinco años, fue asesinada en la choza de su abuelo delante de su hermana. Nindhi, que no padece albinismo, pudo ver todo lo que ocurría desde un rincón de la habitación e incluso reconocer a uno de los asesinos, Kazimili Mashauri, un individuo de la misma aldea, que fue condenado a muerte el año pasado.

Encontramos a Nindhi en otro colegio privado de acogida, acompañada de su tutor, que le anima a contarnos lo que pasó tal y como lo hizo ante el juez: “Me taparon la cabeza con una manta, pero la abrí un poco para ver qué estaban haciendo. Los asesinos taparon la boca de Mariam y con un cuchillo la degollaron. Entonces uno de ellos recogió en un cazo toda la sangre que salía de su cuello y cuando se llenó, empezaron a bebérsela. Uno detrás del otro. Cuando terminaron de beber la sangre sacaron una bolsa grande y cortaron a hachazos las piernas de Mariam. Yo creo que ya estaba muerta. Las metieron dentro y huyeron”. Lo cuenta de corrido mientras nosotros contenemos la respiración. Aunque el griterío de los niños en el patio del colegio es ensordecedor, todo parece detenerse en cuanto esta niña, tan pequeña y tan adulta, se pone a hablar. Me despido de ella con la preocupación de haberla desestabilizado, aunque el director nos dice que no nos preocupemos. Tiene asimilado lo que pasó, nos asegura, es una buena estudiante y saldrá adelante. Y nos recomienda que vayamos a visitar al abuelo.

La aldea de Ngalongo no está lejos de Mwanza ni lejos del lago Victoria, donde probablemente acabaron los miembros de Mariam. Son apenas una decena de chozas de familias pobres que viven en una economía de subsistencia. Cuando llegamos a la casucha donde vivía la cría, su abuelo, Mabula Fimbo, de 78 años, está comiendo una pasta de flor de yuca mezclada con maíz. “Comida de pobres”, me dice ofreciendo una cucharada.

“Claro que conocía al asesino. Éramos más que amigos. De hecho, éramos medio parientes… Solo espero que haya algún tipo de justicia divina”, relata con un hablar cansado. Mabula nos cuenta que el tipo sigue en la cárcel a la espera de ejecución. Que en el juicio no reconoció los hechos, ni por qué lo hizo. Que cada vez que ve a sus familiares siente una mezcla de odio y tristeza, pero que no puede hacer nada. Todas las pertenencias de este hombre, que cría unas cabras para sobrevivir, caben en una maleta que tiene semicerrada en uno de los dos cuartos de la choza.

Le pido que me enseñe la tumba de Mariam y le pregunto si no teme que intenten profanarla. Me mira, me lanza algo lejanamente parecido a una sonrisa de complicidad y me pide que le acompañe a su cuarto.

Al entrar se agacha, levanta el jergón sucio donde duerme y me enseña, ahí, debajo de su propia cama, la tumba de su nieta Mariam. Ante mi cara de estupor, agachado delante del colchón, mirando ese suelo duro donde no hay lápida, ni flores, ni velas, me susurra: “Es que si la entierro ahí fuera, seguro que acabarían profanándola y llevándose sus huesos”.

Mientras le ayudo a bajar la cama, me pregunto a qué extremos de amor y devoción hay que llegar para enterrar a alguien dentro de casa. Qué desolación hay que sufrir para dormir todas las noches con esa presencia etérea en la habitación y qué remordimiento por no haber podido evitar su muerte.

Jon Sistiaga

El Pais

martes, 6 de septiembre de 2011

Ya esta disponible el número 68 de la revista gratuita EL OJO CRITICO

En este número:



Sai Baba, UMMO, OVNIs, Ica, OUIJA, Detectives Psí, Sufis, Desclasificación, Fraudes, Templarios, Publicidad Viral, Chamanismo, y mucho más…



¿El fin de la HPS? Una invitación a la reflexión sobre la Hipótesis Psico- Social

La OUIJA “resuelve” un crimen “ritual” El último caso de “detective psiquíco” en España

El encuentro OVNI del Comandante Andreu Uno de los primeros expedientes OVNI redactados por el Ejército del Aire español según su protagonista.

Los 13 expedientes no desclasificados La fuente de EOC nos revela cuales son los 13 expedientes OVNI que el Ejército del Aire no va a desclasificar

INFORME: El Caso Sai Baba La investigación más imparcial y completa sobre “el gurú que susurraba a sus creyentes”.

Misterios y falsos misterios de Google Earth y Street View: Fraudes, bromas, paraedolias… ¿y algo más)

Caso Petit-Rechain: el Valderas belga. EOC reproduce en su taller las fotos del OVNI más famoso de Europa

INVESTIGACION: Las piedras de Ica. El informe más completo e independiente realizado hasta la fecha sobre la biblioteca lítica de Javier Cabrera.

Investigación en Caravaca de la Cruz. Trabajo de campo sobre las supuestas apariciones del fantasma legendario.

Nuevos datos sobre las Caras de Bélmez. Apuntes sobre el nuevo viaje de EOC a Bélmez de la Moraleda, y nuevos documentos descubiertos en los archivos municipales.

Iªs Jornadas Homenaje del Misterio. Asistimos al último congreso sobre anomalías celebrado en Valladolid

Los CONFIDENCIALES de EOC

Tablón de anuncios

Sufí: La senda mística del Islam. Una reflexión crítica sobre el sector más devocional del mundo musulmán.

La leyenda más oscura del Temple. Ensayo histórico sobre la realidad y leyenda del Baphomet.

Ultima Hora




Ya puedes descargartelo gratis en:

http://www.dimensionlimite.com/eoc.html
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http://www.forosdelmisterio.net/files/pdf/elojocritico/EOC_68.pdf
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http://www.anosagalicia.es/descargas/EOC68.pdf

Y también en:

http://www.mediafire.com/?qi26bebc1oeg6jj
y
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jueves, 1 de septiembre de 2011

Mentes criminales: ¿Qué tienen los asesinos de masas en su cabeza?


La escuela de Columbine, el instituto tecnológico de Virginia, la escuela de Tussula en Finlandia, la tragedia de Arizona… ¿Qué tienen en común? Tiroteos más o menos indiscriminados que se cobraron la vida de inocentes a manos de un asesino que buscaba venganza y reconocimiento público. La última de las masacres ha sucedido en Oslo (Noruega), donde un hombre ha provocado un baño de sangre con la muerte de 76 personas en un doble atentado. La sociedad se indigna y se pregunta qué ocurre con estos «asesinos», qué les mueve a provocar desgracias y sobre todo qué pasa por sus cabezas cuando disparan a sangre fría a un inocente y lo ven caer frente a ellos desangrándose.

Paul S. Appelbaum, profesor de Psiquiatría y Medicina Legal de la Universidad de Columbia (EE UU), manifiesta que «todavía no existe un perfil único de quienes cometen los asesinatos en masa. Algunos reúnen personalidades dominantes y están impulsados por ideologías políticas, étnicas o religiosas. Otros son seguidores pasivos, sin firmes puntos de vista propios, que se dejaron llevar en la participación de tales actos. La mayoría no se consideran enfermos mentales, pero algunos pueden tener rasgos psicóticos, que vienen motivados por las creencias delirantes acerca de las personas que tratan de hacerles daño».
¿Cómo son? Por su parte, Kenna Quinet, profesora de Derecho Penal de la Universidad Purdue Indianápolis, en declaraciones a Efe, explicaba que «los asesinos en masa son técnicamente suicidas, a diferencia de los homicidas en serie que suelen tener motivos sexuales y operan durante periodos más largos de tiempo». Las estadísticas que manejan los expertos apuntan, en ese sentido, que el 95 por ciento de estos criminales son hombres, tienden a ser individuos solitarios y que, pese a su apariencia «normal», sienten un gran resentimiento. Quinet señala, además, que generalmente son personas «que han experimentado algún tipo de pérdida en una o más áreas, ya sea un fracaso escolar, laboral o amoroso y no tienen capacidad para hacer frente a las decepciones».

Por su parte, José Léon-Carrión, médico rehabilitador del Centro de Rehabilitación de Daño Cerebral (CRECER) y Universidad de Sevilla y colaborador del Departamento de Defensa de los EE UU, sostiene que hay razones neuropiscológicas y conductuales que explican el comportamiento de estos sujetos. «Daños en la corteza cerebral preforntal, en el dorso lateral, indican un ser impulsivo que que obsesiona con las cosas. Además, si hay hipertrofía estas características se acentúan», explica León-Carrión, quién además resume una serie de rasgos conductuales de peligro de desarrollar este comportamiento extraño como una personalidad alienada, actitud favorbale a la violencia, con antecedentes de delitos, abuso de sustancias, en su mayoría son varones y cuentan con una historia de violencia, entre otros.

Susan Lewis, una psiquiatra experta en criminología del Hospital Tufts New England (Boston), manifiesta, que, aunque se han identificado algunos rasgos, «es muy difícil predecir la violencia. El mejor indicativo es que la persona haya participado en otro acto violento en el pasado». Las personas que padecen lo que la psiquiatra define como «narcisismo patológico» tienen sentimientos de humillación y vergüenza y sienten un odio primitivo al percibir que su identidad ha sido violada. Lewis reconoce, que de todos modos, ese tipo de individuos siguensiendo en gran medida un misterio: «Ojalá pudiésemos entender más sobre el fenómeno». Alfonso Rodríguez-Palancas, psiquiatra y Máster en Psiquiatría Legal, expone que «rasgos de una personalidad límite pueden apuntar a la existencia de una persona dispuesta a cometer este tipo de actos. Además, ha de tener rasgos histriónicos».

¿Qué les mueve?
En cuanto al objetivo, Appelbaum apunta a que «algunos asesinos en masa tienen objetivos particulares (a menudo las personas que creen que les han hecho mal), mientras que otros sólo buscan matar a tantas víctimas como sea posible. Es posible que se deleiten en el comportamiento sádico o parezcan dolidos por sus acciones». Y quizás, por ello, se suicidan ya sea al terminar la masacre o al verse acorralados.
Sin embargo, una de las cuestiones que suscita un acto de este tipo es la prevención del mismo. Tan sólo en alguna ocasión, como en el tiroteo de Virginia perpetrado por Cho Seung-Hui, se contaba con antecedentes de trastornos psicóticos, pese a lo cual se pasaron por alto y tuvo lugar la masacre estudiantil. «La diversidad de creencias y motivaciones hace que sea muy difícil detectar asesinos de masas antes de actuar. Así, en lugar de tratar el perfil de los posibles autores, la mayoría de los esfuerzos de prevención están dirigidos a los grupos de seguimiento con predisposición violenta que pueden atraer a las fuentes de armas y explosivos. Por mucho que la gente se pregunte por qué alguien se comporta de esta forma extrema, es improbable que lleguemos a encontrar una única respuesta», considera Appelbaum. Descubrir un asesino en potencia que se esconde tras un vecino ejemplar o un estudiante «invisible» no resulta fácil. «Las personas con mente criminal no van y se tumban en el sofá de un psicoanalista. Nuestra información sobre su psicología procede de entrevistas breves e intensas con ellos (por ejemplo, mientras están en la cárcel), a partir de las descripciones detalladas de sus vidas y el conocimiento clínico de ciertos mecanismos mentales. La mayoría de los sujetos que cometen un asesinato lo hacen por motivos individuales (debido a los celos, la codicia, la humillación, el honor, los temores paranoides, acto simbólico de la «libertad» de una persona que oprime, por ejemplo)», cuenta Vamik D. Volkan, profesor emérito de Psiquiatría de la Universidad de Virginia (EE UU). «Algunas presentan alteraciones de la concepción de la realidad, como Brevik, y llaman la atención de los médicos. Dado que estas personas o los criminales no van a los psiquiatras no hay manera de predecir que una persona que no conocemos bien será un asesino en masa», señala Volkan.Si a eso se añade que en internet y en las redes sociales proliferan miles de sujetos que podrían atender a este tipo de perfil, los expertos lo consideran un fenómeno desbordante, que hoy por hoy resulta complicado encuadrar en un caso concreto de riesgo potencial. «Me atrevería a decir que en todos y cada uno de los casos que han ocurrido nos sorprendemos preguntándonos si es posible cometer un acto así sin sufrir un trastorno mental. En la inmensa mayoría de los casos el trastorno no existe, y es posible identificar motivaciones muy concretas y diversas para explicar el asesinato sin recurrir a ningún tipo de psicopatía. Se podría argumentar que el asesino medio puede poseer algún tipo de trastorno de la personalidad, pero entre ellos el número de pacientes mentales con psicopatías serias es extremadamente reducido», reflexiona Dennis C. Dirkmaat, director del Departamento de Ciencias Forenses de la Universidad de Pittsburg (EE UU).

La visibilidad de los medios
Así, este fenómeno, que ya lleva más de un siglo, cobra interés gracias a internet y a la proliferación de las redes sociales. Tal como apunta Luis Cabo-Pérez compañero de Dirkmaat en la Universidad de Pittsburg (EE UU): «Han venido a aportar al menos tres elementos claves que pueden promover este tipo de atentados, así como de nuevas organizaciones terroristas. El primero es la promoción del sesgo de información; el segundo, la formación técnica en armamento y, por último, la puesta en contacto de personas con ideología similar».

En resumen, la red ofrece el componente ideológico, los medios físicos y el apoyo social y afectivo. «Internet también les sirve para expresar su narcisismo y relacionarse socialmente sin encontrar las barreras físicas », subraya Rodríguez-Palancas. Vídeos, blogs... el único «legado» de los asesinos que posteriormente puede servir para poder comprenderlos.

Pílar Pérez


Pekka Eric Auvinen por cricri819