Solo. Aislado del resto. En régimen restringido, vigilado
las 24 horas del día en el módulo de enfermería y con solo dos horas de
patio. Así pasa los días Juan Carlos Aguilar, el falso monje 'shaolín'
detenido por la Policía vasca el pasado 2 de junio en el interior de su
gimnasio, un local subterráneo en una de las zonas más céntricas de la
villa. En una pequeña dependencia del gimnasio Zen4 agonizaba,
destrozada a golpes y con bridas, cuerdas y cinta sujetándole el cuello,
las piernas y las manos, la prostituta nigeriana Mauren Ada Otuya, que
fallecería tres días después en el hospital. Dos llamadas telefónicas
habían alertado horas antes de que Aguilar arrastraba por el pelo a una
mujer negra al interior de la lonja.
En un registro posterior, la Er-tzaintza descubrió,
guardados en bolsas de basura y esparcidos por el local y en su
domicilio, los restos de otra mujer, la colombiana Yenni Rebollo, de 40
años, así como grabaciones en las que se veía al asesino místico tumbado
al lado de mujeres desnudas, amordazadas y narcotizadas. Dos de ellas
habían sido sus novias. El horror se había instalado en pleno centro de
Bilbao.
Desde el pasado día 12 de julio, Aguilar, de 47 años,
trasladado desde el presidio alavés de Zaballa, ocupa una pequeña
habitación en la prisión de Dueñas, a 75 kilómetros de Palencia capital.
El centro penitenciario recibió el rimbombante nombre La Moraleja en su
inauguración, en 1997, pero quienes han ocupado sus celdas pueden dar
fe de que el apelativo es puro sarcasmo. Estos días sus 1.300 internos
deben soportar temperaturas de hasta 35 grados en pleno corazón de
Castilla.
La cárcel tiene dieciséis departamentos y el falso monje
'shaolín' se encuentra en el centro del complejo. Se trata de un grupo
de celdas para una veintena de presos enfermos, en aislamiento y
observación, donde se distribuyen también los servicios médicos del
presidio así como las salas de consulta y de curas. También están aquí
los servicios de salud mental y las consultas del psicólogo y del
psiquiatra.
Aguilar ha sido incluido en el protocolo de prevención de
suicidios. Se le ha aplicado el régimen restringido, una posibilidad que
contempla el artículo 10 de la Ley General Penitenciaria de 1979. ¿Qué
significa esto? En la práctica, el asesino confeso de las dos
prostitutas está acompañado en todo momento por un preso de confianza,
un «recluso de apoyo», como se les conoce en las cárceles. Se trata de
un hombre que vigila cada movimiento del 'shaolín' y que está atento a
sus estados de ánimo, a sus subidones y a sus 'depres'. Ambos comparten
celda, baño, ducha y confidencias. Aguilar ha sido desposeído del
cinturón, de los cordones de los zapatos y de cualquier otro objeto con
el que pueda lesionarse. Solo usa en sus comidas un juego de cubiertos
de plástico, que conserva en su poder.
En pijama y bata
El preso ha podido elegir entre un régimen vegetariano y
otro normal y tiene libertad para acudir (por la mañana o por la tarde)
al economato de su sección. Dispone, como el resto de los reclusos en
los penales españoles, de 100 euros semanales para gastar en la tienda,
el pecunio, y de una tarjeta, la «catumba», para pagar sus compras.
También puede hacer uso del 'demandadero', una persona del exterior que
se encarga de conseguir los objetos que los internos no encuentran en el
economato, como televisores, zapatillas deportivas o ropa. El 'shaolín'
se ha visto obligado a abandonar las túnicas y los pantalones
anaranjados y viste el sencillo pijama penitenciario de dos piezas y una
bata, de su propiedad.
Sus relaciones con los demás reclusos (a excepción de su
'ángel de la guarda') son nulas. El guerrero 'shaolín' sale siempre solo
al patio. Dispone de dos horas de paseo, al mediodía, cuando el resto
de los internos lo han abandonado. Sus únicas vistas son el cielo
castellano y el módulo de enfrente, el que acoge las actividades
socioculturales y deportivas de la prisión de Dueñas, un muro simple de
ladrillos anaranjados y ventanas con barrotes.
En la celda, Aguilar es vigilado por los funcionarios, que
no le pierden de vista. Cada habitación del módulo de enfermería dispone
de un ojo de buey por el que los carceleros inspeccionan el interior a
su antojo. Tras superar el actual periodo de observación y una vez
«controlado», el presunto homicida pasará al módulo de preventivos,
donde duermen los reclusos a la espera de juicio. Mientras, el monje
seguirá en su celda. A solas con su 'ángel'.
JULIAN MENDEZ
http://www.lasprovincias.es/v/20130729/gente/monje-celda-20130729.html
1 comentario:
La verdad es que más que un monje shaolín me parece un choni macarrilla de barrio ;)
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