"Papá, me he equivocado". Una frase tan
simple estremece cuando es Julián Rodríguez Giner quien la pronuncia. Repite lo
que le dijo Mario, su hijo de 21 años, poco antes de morir. Su error: abandonar
el tratamiento médico de su leucemia para abrazar una pseudoterapia recomendada
por un curandero que asegura ser capaz de curar el cáncer con vitaminas. El
calvario de Mario duró seis terribles meses hasta que falleció en julio de
2014. Su padre aprieta con rabia los dientes al repetir: "Papá, me he
equivocado".
"O te tiras por la ventana o peleas".
Es tan duro lo que ha sufrido Julián que decidió luchar para que nadie más
vuelva a pasar por lo que él ha pasado. Dos semanas después de que muriera
Mario ya había declarado la guerra contra los curanderos que se aprovechan de
las tragedias de la gente y su falta de conocimientos médicos: "Es tan
doloroso saber que tuvo una oportunidad tan clara de salvarse... A mi hijo lo
ha matado la incultura científica".
Su primera batalla es denunciar al curandero que
apartó a Mario del tratamiento que podría haberle sanado. La Audiencia
Provincial de Valencia le acaba de dar la razón y exige al juez —que
inicialmente desestimó la denuncia— que reabra el caso para procesar al falso
médico "como mínimo, por un delito de intrusismo". Las magistradas
consideran que este pseudoterapeuta, que se presenta como experto en
"medicina natural y ortomolecular", debe responder por fingir que es
capaz de curar el cáncer con sus recomendaciones.
Según el médico que trataba a Mario —el de
verdad—, no sólo le convenció para que se negara a un trasplante y a darse la quimio,
sino que le prescribió un tratamiento que interfería en su recuperación con
elementos contraproducentes, como hongos y alcohol. En su martirio, a Mario
hubo que intervenirle en el intestino por una infección.
Pero Julián tiene muchas más batallas por
delante: quiere ayudar a la gente —"no podemos saber de todo"— a
evitar el error de su hijo: "Es necesario ofrecer información para
contrarrestar los mensajes de estos estafadores". Para encauzar esa labor,
ha creado la Asociación para
Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP), desde la que
pelea con ayuda de divulgadores, activistas y especialistas contra la difusión
de mensajes contrarios a la ciencia médica que, como se ha visto, puede costar
la salud y hasta la vida. Sus primeros objetivos: evitar
que los charlatanes vendan sus servicios en espacios públicos o con el aval
de instituciones académicas y ofrecer información contrastada sobre la verdad de las
pseudoterapias.
El trabajo que tienen por delante es monumental.
Para empezar, porque los charlatanes cuentan con importantes plataformas de
difusión en la red y medios como Discoverysalud, que promociona sin tapujos
estas pseudoterapias y que aparece mencionado en el escrito de la Audiencia,
porque esta web promocionó el falso tratamiento contra el cáncer del curandero.
Además, se presentaba como médico aunque no tenga el título: la Generalitat de
Valencia retiró el cartel de su consulta después de la denuncia de Rodríguez.
Además, va a ser complicado romper la espiral de
engaño y confusión porque en muchos casos el caballo de Troya está en casa. En
el caso de Mario, fue su madre quien le llevó a la consulta del falso médico:
el 7 de enero diagnosticaron su leucemia y el 9 de enero "ya tenía un saco
de píldoras". Julián Rodríguez calcula que su hijo tomaba
"religiosamente" unas 25 pastillas al día por encargo del denunciado.
La madre del joven fallecido colocó un panel en casa con las pautas indicadas
para seguir este inútil tratamiento, que les costó unos 4.000 euros, calcula el
padre. Siempre en negro, sin facturas, a una familia sin apenas recursos que se
veía obligada a convivir bajo el mismo techo incluso después de que padre y
madre se hubieran separado.
Alrededor del 13% de los españoles, según un
estudio del CIS, prefiere las medicinas alternativas, aquellas que están fuera
del sistema sanitario por no haber probado su utilidad. Pero si no se combate
su discurso, los crédulos y engañados podrían crecer. Era el caso de la madre
de Mario, que sumó sus creencias al pavor que su hijo sentía por los efectos de
la quimioterapia. El joven, sin embargo, no era para nada ajeno al método
científico, ya que estudiaba Física en la universidad. "Mucha gente me
pregunta cómo un estudiante de Física pudo tomar esa decisión", asegura su
padre, "y yo les respondo: estudiante de Física y enfermo de cáncer. Nunca
sabes cómo te va a afectar al coco algo así".
Hoy Julián reconoce, conteniendo las lágrimas,
que se arrepiente de no haber peleado más contra la decisión de su hijo, aunque
ya era mayor de edad, mientras modula la voz para enumerar situaciones
sobrecogedoras que vivió junto a él en la habitación del hospital por culpa del
curandero. Se exalta al relatar que los centros de pseudoterapias proliferan de
forma imparable ante la "pasividad de las autoridades sanitarias",
que "no protegen a la gente" en momentos tan delicados como los que
tuvo que vivir. Y agarra con fuerza una foto de Mario mientras repite las
palabras con las que le respondió aquel día, cuando ya sabía que iba a
perderlo: "No te has equivocado, hijo, te han mareado".
NOTA DE EL ARCHIVO DEL CRIMEN:
Julián Rodríguez ha habilitado una recogida de firmas en la plataforma Change para denunciar prácticas como las que costaron la vida a su hijo. Puedes firmar aquí: