Por primera vez en la historia, 40 investigadores y divulgadores, entre los que se encuentras abogados, preriodistas, geólogos, criminólogos, ingenieros de telecomunicaciones, astrofísicos, secretarios judiciales, arqueólogos, físicos, psicólogos, policías, médicos, historiadores, diplomáticos, etc., se han unido en un proyecto bibliográfico común, cuyos beneficios van integramente destinados a la ONG Médicos sin Fronteras.
Sectas destructivas, y sectas constructivas, pseudo-arqueologia y "misterios históricos", anomalías, fronteras de la ciencia, sociología de las creencias... son algunos de los temas afrontados por los autores de "Hay otros mundos... pero están en este". Un libro llamado a convertirse en un referente imprescindible en toda biblioteca.
PROLOGO
En 1930, tres
años antes del ascenso de Hitler al poder, y dos antes de su exilio voluntario
a EEUU, Albert Einstein, que ya era una
institución cultural en Berlín tras la obtención del Premio Nobel de física en
1921, escribió un pequeño artículo titulado “Lo que yo creo”. En él afirmaba: "La cosa más bella que podemos experimentar
es lo misterioso. Es la fuente de toda verdad y ciencia. Aquel para quien esa
emoción es ajena, aquel que ya no puede maravillarse y extasiarse ante el
miedo, vale tanto como un muerto: sus ojos están cerrados... Saber que lo
impenetrable para nosotros existe realmente, manifestándose como la prudencia
máxima y la belleza más radiante que nuestras torpes capacidades pueden
comprender tan solo en sus formas más primitivas... este conocimiento, este
sentimiento, se encuentran en el centro de la verdad religiosidad. En ese
sentido, y sólo en ese sentido, pertenezco a las filas de los hombres
religiosos devotos".
El párrafo, al menos las dos primeras frases, han
sido citadas en miles de ocasiones por quienes intentan buscar en el genial
físico alemán, un argumento en pro de sus propias creencias religiosas. Vano
intento. Durante toda su vida Einstein expresó en innumerables ocasiones su
desinterés, rozando a veces el desprecio, por toda forma de religión
organizada. En la carta escrita por Einstein al filósofo Eric Gutkind, el 3 de
enero de 1954, subastada a finales de 2012, lo deja bien claro: “La palabra Dios para mí no es más que la
expresión y producto de las debilidades humanas, la Biblia, una colección de
honorables pero aún primitivas leyendas que sin embargo son bastante infantiles.
Ninguna interpretación, sin importar cuán sutil sea, puede (para mí) cambiar
esto...”.
Einstein, a pesar de ser judío, no creía en el
Dios del Talmud y la Toráh, ni en el de la Biblia o el Corán. El mismo lo dejó
muy claro: “Creo en el Dios de Spinoza
que es idéntico al orden matemático del Universo”. Y su reivindicación del
misterio, como “la cosa más hermosa que
podemos experimentar… fuente de toda
verdad y ciencia”, nada tiene de genialidad. Al contrario, es una obviedad. Mucho antes que él, el otro gran
referente de la física, Isaac Newton sentenció: “Lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es el océano”.
Nuestro
conocimiento científico es exponencial. Cada año, cada decenio, cada siglo,
sabemos mucho más que el anterior. El desarrollo tecnológico, las publicaciones
especializadas, las bases de datos, cada año más numerosas, hacen que cada día
los investigadores tengan más herramientas que sus predecesores, y nuestro
conocimiento del universo y de la mente aumente exponencialmente. Nunca antes
en la historia de la humanidad, habíamos estado tan cerca del conocimiento.
Pero al mismo tiempo, paradogicamente, muchas de las cosas que hoy consideramos
reales, serán refutadas por nuestros hijos y nietos. Como nosotros refutamos
las creencias de nuestros padres y abuelos.
Hubo un tiempo
en que la esfericidad de la tierra, la existencia de meteoritos, la evolución
de las especies, la aplicación de la electricidad, la división del átomo, o la
relatividad especial, se consideraron supersticiones pseudocientíficas. El
dogma consensuado de la época, comprensible por el contexto cultural,
científico y social del momento, satanizaban a quienes, como Newton, o
Einstein, abogaban por ir más allá de lo conocido. Por indagar al otro lado de
las fronteras del misterio. Y es que, y
por ello la cita de Einstein es una obviedad, nuestro saber científico, social,
o cultural, solo puede avanzar cuando intrépidos aventureros se atreven a ir
más allá de lo conocido. Lo que suele implicar el enfrentamiento con la
ortodoxia, y la burla, la incomprensión, y el desprecio de los defensores del
dogma de la época. Ya lo sentenció el controvertido escéptico, y después
converso, Giovanni Papinni: “Hasta las ciencias más adelantadas están saturadas de misterios y de preguntas
sin respuesta”.
Investigar lo desconocido
Siempre han
existido pensadores inconformistas. Aventureros intrépidos. Curiosos inquietos
y rebeldes, que no se han contentado con las respuestas convencionales, que les
han tocado en suerte en su época y en su contexto cultural. Por mucho que
irrite a sus biógrafos más políticamente correctos, Isaac Newton escribió más
de un millón de palabras sobre astrología, alquimia y esoterismo, mientras
revolucionaba nuestro conocimiento de la física y las matemáticas, para
siempre.
Este libro está
escrito por un selecto grupo de esos pensadores inconformistas, curiosos
inquietos, y aventureros intrépidos, dispuestos a jugarse su tiempo y su
dinero, por descubrir que se esconde más allá de los límites de lo conocido.
Hombres y mujeres que, errados o no, intuyen que nuestro conocimiento del
hombre y del universo todavía encierra demasiados interrogantes sin solución.
¿Existe vida inteligente en otros sistemas solares? Si es así, ¿es posible el
contacto? ¿Acaso ya se ha producido? ¿Existe vida después de la muerte? ¿Posee
el cerebro humano más de cinco sentidos?
Intentar
responder a esas preguntas, careciendo de más recursos, laboratorios, fondos e
instrumental -salvo algunas excepciones- que el entusiasmo, la lucidez y el
empeño del investigador, resulta tan utópico como pretender descifrar el orden
del universo, observando la caída de una manzana. De hecho es probable que
nuestra generación no llegue a encontrar un respuesta irrefutable a ninguna de
esas preguntas pero, ¡caray!, es tan estimulante intentarlo. Quizás no
lleguemos nunca al final de este camino, pero aprenderemos tanto mientras lo
recorremos…
Lo maravilloso
de este utópico empeño, investigar lo desconocido, es que exige vocación
interdisciplinar. El estudio de las anomalías, por definición, obliga al investigador
a familiarizarse con la física, química, sociología, arqueología, astronomía,
biología, acústica, aeronaútica, astronaútica, exobiología, meteorología, etc.
¿Puede existir una forma mayor de enriquecimiento intelectual? De hecho es
probable que pocos campos de estudio fomenten tanto la concepción renacentista
del conocimiento, como el estudio de las anomalías.
Ahora, entre tus
manos, tienes el fruto del esfuerzo generoso y desinteresado de casi cuatro
docenas de hombres y mujeres, que han dedicado su tiempo, esfuerzo y dinero en investigar
diferentes anomalías de la ciencia. Y lo han hecho desde sus diferentes
especialidades profesionales (sociólogos, astrofísicos, psicólogos, geólogos, teólogos,
lingüistas, médicos, criminólogos, historiadores, juristas, periodistas, etc).
Misterios solidarios
Con frecuencia
el estudio de las anomalías, los misterios del universo, la mente y la muerte,
son utilizados con fines pseudo-religiosos. Cultos, credos y sectas de todo
tipo, intentan argumentar sus dogmas de fe, con interpretaciones
pseudo-religiosas de esos fenómenos anómalos. Sin embargo, quienes no creen en
más espiritualidad que la social, reniegan de todo dogma estricto y ven en la
solidaridad la expresión de esa mística humanista. El mismo Einstein lo definió
así: "El comportamiento ético de un
hombre debe basarse en la solidaridad, educación, y reglas sociales; ninguna
base religiosa es necesaria. Sin embargo, el hombre estaría en un lugar pobre,
si tuviese que estar restringido al miedo al castigo y a la esperanza de una recompensa
después de la muerte".
Esta es la
maravillosa paradoja. En estas páginas no encontrarás homilías, discursos ni
propaganda pseudo-mística. No busques argumentos emocionales a prejuicios
religiosos. Ni las firmas de gurús, guías o profetas espirituales. Normalmente
quienes presumen, carecen.
Por el
contrario, los autores de estos textos son, en gran parte, agnósticos, incluso
ateos. La mayoría profundos escépticos, en el real sentido etimológico del
término. Buscadores que dudan de las respuestas, y por ello continúan
investigando. Y a diferencia de la mayoría de esos gurús, guías y profetas, no
recibirán otra gratificación, por el esfuerzo, tiempo y dedicación que implican
sus aportaciones a este libro, que la satisfacción de saberse parte de un
proyecto común. Tal vez las páginas de esta obra no resuelvan todos los
misterios que nos rodean, aunque te aseguramos que en muchos casos nos acercarán
mucho más a la verdad de algunos de ellos. Pero en el peor de los casos
contribuirán a que otras personas, menos favorecidas que nosotros, reciban una
ayuda más necesaria que nunca. Y como decía Einstein, sin “miedo
al castigo” ni por “la esperanza de
una recompensa después de la muerte". Quienes se dicen religiosos,
místicos y espirituales, y algunos grandes divulgadores demasiado ocupados para
utopías sociales, deberían tomar ejemplo.
Esta iniciativa,
encabezada por David Cuevas y Carlos Fernández, sigue una forma de entender el
misterio, que se inició en 1992, en el norte. Cuando un grupo de
investigadores, inconformistas, decidieron que los discursos
pseudo-espirituales que suelen aderezar los eventos paranormales, eran pura
hipocresía si no se concretaban en una realidad social. Aquel primer congreso
benéfico sobre fenómenos anómalos, celebrado en 1992 reunió, como este libro, a
algunos de los nombres más relevantes del momento en el campo de las anomalías.
Benítez, Argumosa, Blanco, Carrión, Sixto Paz… Todos aportaron al evento sus
conocimientos, sin recibir ninguna gratificación económica a cambio. Algunos,
como Benítez, incluso corrieron con los gastos de alojamiento y desplazamiento,
para abaratar las costas a la organización. Todos donaron desinteresadamente su
participación al primer congreso 100% benéfico sobre misterios. Todos salvo
uno. Sixto Paz, el místico representante del movimiento contactista New Age fue
el único que amortizó económicamente su participación. Paradojas de la
espiritualidad.
Por fortuna
aquel primer guante no cayó en el olvido, y fue recogido por otros
investigadores y divulgadores, que creen en esa forma de espiritualidad social,
y que tomaron el relevo. Otros eventos solidarios sobre anomalías se han
celebrado desde entonces. Y personajes como David Ortega, Rafael Campillo,
David Cuevas o Carlos Fernández, se ocuparon de mantener viva la llama de esa
manera de entender el misterio, durante los últimos veinte años.
Más tarde
algunas editoriales, como Corona Borealis o Minotauro, trasladaron la idea al
mundo de los libros. Reuniendo en volúmenes relacionados con el misterio, a
firmas de prestigio, que renunciaban –como en este libro- a todo derecho de
autor, destinando los beneficios a organizaciones humanitarias como Médicos sin
Fronteras o la Fundación Vicente Ferrer. Pero, sin ninguna duda, si alguna
editorial ha ejemplarizado esta forma de entender la espiritualidad y el
estudio de las anomalías, es Ediciones Cydonia. Este libro solo es el último
ejemplo.
Mientras videntes, contactados, místicos, gurúes e
iluminados llenan sus discursos mesiánicos y apocalípticos, sus cursos y
meditaciones colectivas, sus “avistamientos previa cita” y sus retiros
espirituales, de mensajes de paz y amor, un grupo de investigadores, más
críticos que visionarios, hacen realidad esos mensajes. Willian Booth, el
fundador del Ejército de Salvación dijo: “un estómago vacío no puede pensar en
Dios”… ni en extraterrestres. Y aunque otro mundo es posible, nadie va a
construirlo por nosotros. Ni espíritus, ni extraterrestres, ni hermandades
blancas, ni ángeles, ni Dios… Carlos
Fernandez, y ediciones Cydonia lo comprendieron hace años, haciendo compatible
la investigación más crítica y rigurosa de los fenómenos anómalos, con esa
forma social de entender la espiritualidad. No hay otra.
Comienzas ahora
un viaje fascinante, revelador y en ocasiones profundamente desmitificador, a
través de los fenómenos más extraños, insólitos e inexplicados del misterio.
Fenómenos aéreos no identificados, sucesos paranormales, cultos extraños,
conspiraciones, anomalías históricas, fraudes pseudo-científicos… Un viaje a
otros mundos, que como sentenció el poeta francés Eugène Grindel (Paul Eluard), están en este.
Manuel Carballal
Puedes comprar on line tu ejemplar, sin gastos de envio, en: http://www.edicionescydonia.com/hayotrosmundos/hayotrosmundos.htmlSumario, portada y primeras páginas: http://www.edicionescydonia.com/hayotrosmundos/hayotrosmundos.pdf
"Hay otros mundos... pero están en este"
Ediciones Cidonya.
Autores:
J.J. Benítez, Miguel Blanco, Jacques Vallée, Bruno Cardeñosa, Jesús Callejo, Manuel Carballal, Carlos Canales, Lorenzo Fernández, Fernando Rueda, Miguel Pedrero, Chris Aubeck, Francisco Contreras, Juan Ignacio Cuesta, Marcelino Requejo, José Miguel Parra, Juan Antonio Belmonte, José Antonio Caravaca, Víctor Martínez, Miguel Ángel Ruiz, Lourdes Gómez Martín, David Benito, Antonio Luís Moyano, Vicente París, Diego Cortijo, Carlos G. Fernández, Moisés Garrido, Yvan Figueiras, Beatriz Erlanz, David y Germán Tenorio, José Juan Montejo, Mikel Navarro, Óscar Iborra, Manuel Berrocal, Jaume Esteve, José Luís Ortiz, José Miguel Pérez Navarro, Anabela Cardoso, Juan José Sánchez-Oro y David Cuevas.
J.J. Benítez, Miguel Blanco, Jacques Vallée, Bruno Cardeñosa, Jesús Callejo, Manuel Carballal, Carlos Canales, Lorenzo Fernández, Fernando Rueda, Miguel Pedrero, Chris Aubeck, Francisco Contreras, Juan Ignacio Cuesta, Marcelino Requejo, José Miguel Parra, Juan Antonio Belmonte, José Antonio Caravaca, Víctor Martínez, Miguel Ángel Ruiz, Lourdes Gómez Martín, David Benito, Antonio Luís Moyano, Vicente París, Diego Cortijo, Carlos G. Fernández, Moisés Garrido, Yvan Figueiras, Beatriz Erlanz, David y Germán Tenorio, José Juan Montejo, Mikel Navarro, Óscar Iborra, Manuel Berrocal, Jaume Esteve, José Luís Ortiz, José Miguel Pérez Navarro, Anabela Cardoso, Juan José Sánchez-Oro y David Cuevas.
Coordinación: David Cuevas
MIRATE EL POST QUE TE HE DEJADO EN LO DE ALCASER. VA POR LAS ALUSIONES DE ANOCHE. ECHANDO PIEDRAS SOIS ÚNICOS.
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