John Allen Muhammad, conocido como el “francotirador de Washington” por haber aterrorizado la capital estadounidense en 2002 matando al azar a 10 personas en tres semanas, será ejecutado el martes por la noche en Virginia (este).
La Corte Suprema rechazó el lunes el último recurso de este hombre de 48 años que fue condenado a muerte en 2004 en Virginia (este) por la serie de agresiones que dejó además tres heridos, entre el 2 y el 22 de octubre de 2002 en la región de Washington.
Muhammad ya fue transferido a la prisión de Greensville, cerca de Richmond, donde está la cámara de ejecución, indicó a la AFP el portavoz de las autoridades penitenciarias de Virginia, Larry Traylor.
El martes, debía recibir la visita de su familia y sus abogados, precisó. A las 21H00 locales (02H00 GMT), si el gobernador demócrata del estado de Virginia no suspende la ejecución, recibirá la inyección letal.
Para cometer sus asesinatos, Muhammad se escondía en el baúl de su automóvil para abatir a sus víctimas con una sola bala, en el exterior de centros comerciales, escuelas o estaciones de servicio. Una persona fue abatida en Washington, seis en el Estado vecino de Maryland y tres en Virginia.
Hombres, mujeres, niños, blancos, negros: nadie parecía poder escapar al francotirador, que actuaba acompañado de un cómplice, Lee Boyd Malvo. En ese entonces de 17 años, Malvo purga una pena de prisión perpetua.
Formado como francotirador de élite en el Ejército estadounidense, John Allen Muhammad había participado en la primera guerra del Golfo.
En dos oportunidades, la Policía encontró en el lugar del asesinato, clavado a un árbol o en una bolsa de plástico, mensajes que afirmaban “Llámenme Dios” o “Vuestros hijos no están nunca seguros en ninguna parte”, reclamando 10 millones de dólares para detener la masacre.
Los dos hombres fueron detenidos tras una larga búsqueda.
La ejecución de John Allen Muhammad ocurre siete años después de los hechos, un periodo mucho menor al habitual, ya que en promedio un condenado a muerte en Estados Unidos debe esperar unos 12 años en el corredor de la muerte.
Según sus abogados, no tuvo tiempo de agotar todos los recursos jurídicos. Por eso solicitaron a la Corte Suprema suspender la inyección letal mientras estudia una apelación que sostiene que el acusado no fue correctamente representado durante su proceso.
Pero la mayor instancia judicial de Estados Unidos rechazó el lunes postergar la ejecución, contra la opinión de tres de sus jueces que protestaron en una declaración separada.
“Este caso ilustra una vez más que es perverso ejecutar a detenidos antes que se completen por completo los procedimientos de apelación”, explicó el juez John Stevens.
Para los abogados que lo defienden desde que fue condenado a muerte, no se debió permitir a Muhammad representarse solo durante una parte de su proceso, ya que presentaba según un neurólogo, “graves anomalías” cerebrales.
“Su paranoia y sus arrebatos delirantes eran evidentes y pudieron tener un efecto devastador” en su comportamiento durante el proceso, afirman.
¿Lo mataron o se salvó?
ResponderEliminarParece que a las nueve de la noche del martes (hora norteamericana), le aplicaron la inyección letal en la penitenciaría de Greensville, Jarratt (Virginia), así que ya no hay vuelta atrás.
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