viernes, 2 de octubre de 2009

Maras: una nueva dimensión del crimen organizado en América Latina


Hace 2 años, en EL ARCHIVO DEL CRIMEN reclamamos la atención de criminólogos, funcionarios y analistas del fenómeno criminal, sobre las Maras, una nueva forma de criminalidad "tribal" organizada: (http://manuelcarballal.blogspot.com/2007/06/maras-la-criminalidad-tribal-que-viene.html).


El pasado 2 de septiembre, el asesinato del periodista español Christian Poveda, en plena investigación de estas bandas latinas, volvió a reactivar el interés mediático por el tema.

Hasta este momento un policía y varios miembros de la Mara 18 han sido detenidos por su presunta vinculación con el asesinato de Poveda.


Los detenidos fueron identificados como el policía Juan Napoleón Espinoza y el presunto pandillero Calixto Rigoberto Escobar. También se responsabilizó a José Alejandro Melara y Luis Romero Vásquez, capturados recientemente, así como a Nelson Lazo Rivera, quien es considerado el autor intelectual del crimen.El subdirector de investigaciones, Howard Coto, detalló que, según las investigaciones, el asesinato se perpetró después de que el policía, que obtenía beneficios de las extorsiones, "en una acción personal e irresponsable", dijera a los pandilleros que Poveda daba información a las autoridades.

Poveda había investigado a fondo el mundo de las Maras, obsequiándonos con un excelente documental titulado: "La vida loca". Este es el trailer de dicho documental:


Tras el asesinato de Poveda, Ryan Grant publica esta semana esta excelente síntesis sobre el pensamiento y las motivaciónes de las Maras.

El corazón de las maras

La guerra civil desarrollada en El Salvador durante la década de los ochenta del siglo pasado dejó decenas de miles de muertos, un país devastado y un efecto colateral que aún hoy se paga en la pequeña nación centroamericana: el nacimiento de las maras. Los miles de refugiados que huyeron a Estados Unidos, especialmente a California, para escapar del conflicto comenzaron a agruparse en pandillas, sobre todo en la ciudad de Los Ángeles. Su objetivo era defenderse de los pandilleros mexicanos y afroamericanos que expulsaban de sus territorios y extorsionaban a los inmigrantes salvadoreños. Así nacieron las maras, y en Los Ángeles se creó la más temida de ellas, la Salvatrucha, uno de los grupos de delincuencia organizada más poderosos del mundo, que desde la ciudad angelina ha extendido sus tentáculos hasta buena parte de Estados Unidos y a varios países de Centroamérica. Hoy, la Salvatrucha está compuesta por unos 100.000 pandilleros, entre los que hay salvadoreños, ecuatorianos, estadounidenses, mexicanos, hondureños...

Viven de negocios ilegales como la extorsión, el
tráfico de drogas y el tráfico de personas. Su creciente poder e influencia en Estados Unidos llamó la atención del FBI, que en 2005 llevó a cabo la mayor operación policial contra estos grupos: encerró a 600 pandilleros y descabezó a las principales bandas. Casi todos los miembros de la Salvatrucha llevan tatuadas la M y la S que les distinguen de los componentes de otras maras, como La 18, la más acérrima enemiga de la Salvatrucha.

La 18 nació en la 18th Street de Los Ángeles y desde su nacimiento ha mantenido con la Salvatrucha una lucha a muerte que se ha prolongado durante décadas en diversos escenarios. Los miembros de La 18 llevan tatuados tres seises (que suman 18) o el número romano XVIII.

Las autoridades salvadoreñas tienen ambiciosos programas para sacar de la calle a los pandilleros y para castigar a los que decidan continuar siendo fieles a sus maras. El Plan Mano Dura no ha acabado con ellas. Muy al contrario, la firmeza del Gobierno ha propiciado que las dos principales maras formen un armisticio y se repartan el territorio para evitar seguir desangrándose en una guerra civil. Además, los servicios secretos salvadoreños ya han detectado una nueva generación de dirigentes y pandilleros que, a imagen y semejanza de los takfires musulmanes, admiten en sus principios y dan por buena la simulación y el camuflaje: no llevan tatuajes y no hacen visible su militancia. Son aún más peligrosos porque tratan de ocupar espacios de poder allí donde las maras nunca habían llegado: en despachos de empresas y organismos oficiales.

Ryan Grant


5 comentarios:

  1. Es ingenuo creer que por darle amor a una serpiente, esta dejara de vertir su veneno. Es mejor sacar la basura y hacer espacio para lo que si se necesita. En lugar de hacer centros de rehabilitacion, podrian hacer escuelas, hospitales, empresas. Oportunidades para los que si quieren hacer y exterminio para las plagas.

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  2. que Dios los bendiga y los recupere porque El todo lo puede!!!

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