Hace pocos días la editorial Martínez Roca publicaba, sin ningún tipo de presentación ni publicidad “El Negocio de la Fe”, un libro firmado con el pseudónimo de Juan Gonzalo, que relataría la experiencia de un periodista infiltrado en el mundo de los videntes que, durante un año, convivió con santeros, adivinos, cartomantes, curanderos, etc. Juan Gonzalo no concede entrevistas, sin embargo la revista especializada en fraudes, estafas y delitos asosciados a las creencias religiosas, El Ojo Crítico ha conseguido, en exclusiva, su permiso para reproducir uno de los capítulos de este libro, que ha generado todo tipo de rumores en el seno de la comunidad paranormal y escéptica españoles. Una oportunidad única para conocer las bambalinas de las tiendas, gabinetes y consultorios esotericos del país y sus oscuros negocios.
Muchos pretenderán ver en el empleo en este libro de personajes del panorama rosa seudofamosos, políticos, o empresarios un afán de publicidad y mercantilismo sin fundamento movido, exclusivamente, por el deseo de vender más ejemplares. Nada más lejos de la realidad. Lo que me llevó a escribirlo después de haberlo meditado y medirlo con fría lógica fue, principalmente, el contar una realidad cotidiana, desde la experiencia de aquellas personas que son referente para muchos, por su condición de famosos o por su responsabilidad política, por ser personas importantes, de éxito, que los demás vemos en la televisión, la radio, las revistas, e incluso los consideramos un modelo a seguir y hasta un estímulo para nuestra vida.
Entonces descubrí que muchos de estos famosos, empresarios o políticos hacen de su particular forma de ver las cuestiones de fe un negocio mediante el cual desean lucrarse, ya sea profesionalmente o de cualquier otra manera. Muchos resultaron ser en su privacidad muy distintos de lo que parecen, y nada tienen de valioso para ser el referente de alguien o modelo de conducta de persona alguna. Además, por acudir a santeros y videntes desaprensivos también se convierten, aún sin quererlo, y muchas veces sin saberlo, en referente para otras personas que también quieren obtener éxitos y glamour. Es por esto por lo que me veo en la necesidad de contarlo, para alertar a quienes no son concientes de esta realidad, para que tomen las medidas adecuadas para acabar con este entramado de mentiras. Deberían salir a defenderse para proteger a todos los que gracias a su reclamo publicitario acuden a las tiendas de videncia y santería razonando únicamente que: “Tiene que ser buena, porque si tal o cual famoso acude, seguro que lo es”.
El comerciante de fe conoce el potencial comercial de estos casos, lo explota y no tiene tapujos en decir: “Por aquí ha venido, o aquí acude, tal o cual famoso”, porque sabe que con ello atraerá mas clientes dispuestos a lo que sea para obtener lo que quieren, pagando lo que se pida. Cuenta con la subjetiva garantía de que el famoso televisivo de turno tiene éxito gracias al “trabajo” que el santero le ha realizado, por lo que avocan a las personas a seguir este camino y caer en las redes de extorsión de los comercios de videncia y santería.
Por supuesto que esa realidad está distorsionada, envuelta en glamour y colorido, adorada con dosis de hipocresía y verdades a medias. Por eso pensé que publicar las historias que hacen referencias a conocidos famosos sería la mejor manera de hacer comprender al gran público el engaño al que les someten estos traficantes de fe.
Jamás se me hubiese ocurrido implicar a personas que solamente creen o acuden a la santería desde un ámbito privado y discretamente, que no lo pregonan, que no se aprovechan. A quienes aquí expongo, son aquellas personas que se alían con los comercios, con el afán de conseguir que sus dueños se lucren gracias a su implicación, totalmente a sabiendas de que lo que hacen, de pleno implicados en algo que no es sino una estafa. Y a los otros muchos, que son inconscientes de que son utilizados, y que lo ven como parte de su privacidad y no lo vinculan a nada negativo, quisiera recordarles que en España, aunque la población sea plural en cuanto a creencias, la santería y la videncia tienen mala prensa debido a la distorsión informativa que se ha realizado a conciencia desde sectores que les interesa generalizar esta opinión de forma pública, y no es como en cualquier país latinoamericano o africano, donde ser creyentes de estas prácticas pasa por algo normal y cotidiano.
Además, agrego que muchos pseudofamosos, cuando no tienen nada que ventilar en televisión de su vida privada, se llegan a inventar historias relacionadas con santería o similares para que el toque exótico les ayude a crear expectativas y a vender mejor sus pretendidas noticias. También es verdad que grandes cadenas televisivas han invertido en programas relacionados con el esoterismo con el único fin de ridiculizar y deslegitimar a creyentes y practicantes de estas creencias, no haciéndolo con rigor, ni profesionalidad, ni tan siquiera en pos de un objetivo claro. Todo ello ha contribuido significativamente a la percepción que se tiene de este fenómeno en España.
Mancias y videntesLos santeros y confidentes que me han ayudado a recopilar todas estas anécdotas pueden estar tranquilos: igual que confío en la honestidad de sus comentarios, su identidad está salvaguardada como les prometí. Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a los famosos que abiertamente han accedido a explicarme sus experiencias y recordarles que con ello han contribuido a salvar a otras personas y a desenmascarar a quienes usan su imagen falsamente como reclamo publicitario. Respecto a otros muchos que se mencionan, me justifico diciéndoles que ha sido una fuerza de causa mayor lo que me motiva a contar su historia. Y a todos en general, debo insistir, que los delitos deben ser denunciados y los hechos que aquí cuento en muchos casos lo son.
No me importa la fama, lo que realmente me importa y persigue este libro es hacerle justicia a las religiones y creencias loables, de pueblos y personas dignas, que no merecen se juzguen a justos por pecadores.
Estamos acostumbrados a considerar lo esotérico y lo místico como si se tratara de un aspecto de la vida cotidiana, en el que no nos paramos a pensar su origen, y ni tan siquiera nos cuestionamos, en muchos casos, su veracidad. Sin importar condición social, ideología o área geográfica crecemos entendiendo las creencias de nuestro entorno como algo paralelo a nuestras vidas.
Este fenómeno, prácticamente generalizado en todas las sociedades, y que tiene un papel fundamental en la idiosincrasia del individuo, tiende, en muchas ocasiones, a ser interpretado como verdad con el único argumento de que siempre ha sido así, o de que oí decir, o me dijeron, alegando siempre causas subjetivas, que en ningún caso prueban la eficacia o legitiman el fenómeno del estigma esotérico de todas las sociedades.
Cada cultura, en mayor o menor medida, tiene una importante afinidad con un determinado sector de estas creencias, que, además, con relativa frecuencia tienden a arraigarse más que la propia cultura autóctona. La visión foránea es la de mayor influencia y, por ende, de la que menos conocimientos se tiene. Este es el caso de la santería cubana en España, que inexplicablemente en los últimos tiempos ha tenido un auge importante dentro de la sociedad, a pesar de no ser los inmigrantes cubanos un porcentaje significativo dentro de este fenómeno religioso migratorio. Esto se puede deber, principalmente, a los disímiles puntos coincidentes que la santería cubana tiene con el catolicismo, que es la religión mayoritaria en España, y de esta manera se explica cómo ha desplazado a otras creencias enmarcadas dentro del campo del esoterismo y arraigadas en España desde hace generaciones.
Nuestra investigación tenía dos objetivos muy claros, el primero indagar sobre la veracidad de los supuestos milagros que se atribuyen a esta creencia, partiendo de la base de que nos parecían meras suposiciones cercanas a las leyendas urbanas, y en segundo lugar, demostrar la realidad oculta detrás de un argumento fantástico y maravilloso, más cercano a la ciencia ficción que a la realidad.
Nos motivaron las inquietudes ciudadanas que surgían en los medios de comunicación cuando se producía un hecho relacionado con el comercio esotérico, y que en el cien por cien de los casos eran noticias que emanaban de denuncias, robos, estafas, o de trabajos de investigación de otros colegas periodistas que desenmascaraban supuestas vírgenes aparecidas, operaciones milagrosas, y presuntos poderes espirituales de videntes que en un auténtico reality show se exponían a la opinión pública para luego perder valor informativo, con lo que se nos dejaban sumidos en un mar de dudas. Dudas que pretendemos aclarar en esta investigación, con pruebas y argumentos objetivos, lejos de cualquier tipo de especulación o criterio viciado.
Mancias y videntesNo se pueden defender ni atacar las creencias esotéricas, si no se hace un análisis profundo de las condiciones y del entorno donde se ejercen estas prácticas religiosas. Deben analizarse cada uno de sus singulares personajes. Por un lado está el comerciante de productos esotéricos que no tiene por qué creer en las propiedades curativas o místicas del artículo que oferta, ya que los ve, y los comercializa como mero producto mercantil, sin más valor que el monetario que se le da. También está el vidente autónomo, que explota sus cualidades psíquicas, o más bien sus cualidades cognitivas como modo exclusivo de obtener beneficios económicos, o el vidente que se cree a sí mismo con cualidades siempre definidas con palabras rebuscadas y poco legibles, pero que viene a decirnos que tienen capacidades superiores a las de cualquier mortal, y que con ellas puede cambiar el curso de nuestras vidas e intervenir en todos sus aspectos para crearnos una realidad a medida.
Entre los clientes de este comercio destaca un tipo de cliente que desempeña el papel más importante, ya que es él quien hace crecer la demanda de artículos cada vez más rebuscados. Porque él quiere hacer de su fe un negocio, quiere que le aporte algún valor aquello en lo que elige creer, no se conforma con rezar a una virgen o encomendarse a algún santo milagroso. Este cliente no comulga con el catolicismo, es más, diríamos que no tiene una religión definida, pero presiente que mediante el esoterismo puede alcanzar un bien definido que mejore sus condiciones de vida, o que le ayude a satisfacer un capricho. Sea famoso o no, este tipo de cliente es el que tiene la gran culpa del mercantilismo al que está supeditado el comercio esotérico y de las astronómicas sumas que se pagan por un “trabajo”. Quien esto escribe ha visto cheques en blanco de muy venerables señores para seducir con un hechizo a una joven. También existe el cliente creyente por arraigo o naturaleza, aquel que sí tiene una fe sana y que es engañado. Éste es el más perjudicado de la cadena de personajes de este triste entramado social.
Se tiene la creencia de que el esoterismo forma parte exclusiva de las sociedades menos desarrolladas, o de personas con bajo nivel cultural, y aunque esta hipótesis es totalmente falsa, se tiende, sobre todo en los medios de comunicación, a menospreciar el valor social y constructivo que pueden llegar a tener cualquier tipo de filosofía de este género, siempre y cuando sea de uso común y regenerativo. Por otra parte, cabe destacar, que es un esfuerzo inútil intentar erradicar un fenómeno que es prácticamente inherente al ser humano.
Con muchas hipótesis y más dudas sobre la veracidad de videntes y santeros, emprendimos esta investigación, propia de un puzzle complejo, y que a lo largo de estas páginas intentaremos organizar.
La centramos en el fenómeno de la santería cubana, que aunque no es el más difundido en España, sí es el más exclusivo, y aunque estuvimos obligados a tocar otras creencias pretendemos despejar las dudas más básicas sobre este culto. Reiteramos que la santería afrocubana es una creencia milenaria, respetable, constructiva y solidaria en sus tesis, y que en ningún momento nuestra intención es menoscabar sus fines, como tampoco lo es agredir ni desprestigiar a las personas que libremente ejercen este culto. Única y exclusivamente, nos interesa el aspecto comercial de esta creencia, y los personajes que intervienen en ella con afán de lucro, así como otros intereses muy distantes, desde luego, del verdadero fin religioso de esta cultura.
Aunque en mi vida, en varias ocasiones, me había codeado con personas que practican esta creencia, y en mis diferentes viajes a Cuba había visitado templos, mercadillos e iglesias, y había charlado durante horas con santeros de todas las generaciones, lo que me había proporcionado una idea de todos los personajes y factores que forman parte de esta creencia, me era difícil explicarme por qué el fenómeno de la santería en España se reducía al mero mercantilismo. Para mi sorpresa descubrí que son más los españoles, incluso de otras nacionalidades, los que ejercen la santería en España que los propios cubanos, si bien es cierto que los que mayor notoriedad han alcanzado son estos últimos.
También descubrí que la santería en España es un fenómeno muy antiguo que se ha ido transformando con el tiempo. Ha pasado de mostrar una marcada tendencia elitista y de ser únicamente practicada en altas esferas de la sociedad española, a convertirse en un fenómeno popular, e incluso desde hace muy poco tiempo encontramos una santería enriquecida con elementos de otras creencias más europeas, como las tradiciones celtas, el tarot o la astrología.
Me sentía excitado como un niño que tiene una ilusión. Todo lo que hacía me parecía poco. Me recordaba a mis años de adolescente cuando me quería comer el mundo. Comencé a llamar a aquellos amigos en los que podía confiar para que me dieran ideas y me ayudaran. Eran tantos los hilos que tenía que seguir que no sabía cómo organizarme. Por suerte encontré a algunos que me querían seguir en la aventura de esta investigación. El trabajo nos seducía. Aunque sabíamos cómo empezar no imaginábamos cómo íbamos a terminar.
Mancias y videntesLo primero fue preparar un personaje al que di el nombre de Juan Gonzalo. Debía tener unas características muy concretas y saber manejarse dentro del mundo del esoterismo, cosa que no es nada fácil. Empecé a recopilar información en Internet, en revistas periódicas especializadas en esoterismo y en libros de santería, para devorarlos muy interesado, ya que sin lugar a dudas servirían para enriquecer al personaje.
Paralelamente, acudí a un periódico de tirada nacional para publicar un anuncio en el que ofrecía mis servicios como vidente y santero. Para ser sincero, lo compuse con palabras de otros muchos anuncios similares que se publican, de esta manera no resultaba ni mejor ni peor. Puse un número de teléfono móvil con el contestador permanentemente activado. Con ello quería conocer qué tipo de impacto causan en la sociedad esta clase de anuncios. Y también me ayudaría a hacerme una idea de las personas que responden a estos anuncios. Por otra parte, iba a ser un instrumento idóneo para poder hacerles encuestas a los potenciales clientes. Eso sí, todo muy sutilmente.
Seguidamente, contraté un apartado postal para tener una dirección para mi nuevo nombre y para mi hipotética empresa, AGGO ORICHAS. SL. Y, por supuesto, tuve que contratar un local, el único barato que encontré en todo Madrid, que tan sólo tenía veinte metros cuadrados, pero que eran suficientes para el poco uso que tenía previsto darles. Su ubicación en la calle Galileo, en la zona de Argüelles de Madrid, me permitía facilitarle el acceso a cualquier persona con la que me citara en él. Por último, tuve que hacerme con una indumentaria adecuada: collares de santería típicos en Cuba acompañados de una pulsera, y, por recomendación de un amigo, ropa blanca. Ése sería el uniforme de Juan Gonzalo en su nueva empresa: penetrar el mundo esotérico. Tras esta preparación, me presentaría ante los miembros del gremio del esoterismo como un comerciante más.
La parte más difícil y débil de mi personaje fueron siempre las referencias. Para ello conté con la inestimable ayuda de mi amigo Manuel, que me dio nombres de santeros de su confianza en Cuba, los cuales me servirían de padrino y madrina para las preguntas indiscretas o futuras comprobaciones.
La historia que le creamos a Juan Gonzalo era bastante simple y además típica en España. Un español que visita asiduamente Cuba se “hace santo” (esto es, se inicia en santería) no porque tuviera un problema concreto, sino porque se sentía atraído por esta creencia, y viendo el filón de este negocio en España había decidido poner todos sus ahorros para montar una empresa que explotaría este lucrativo negocio. Nadie pondría en duda este argumento, ya que en el transcurso de esta investigación he conocido santeros con esta misma historia e incluso otros que decidiéndose de antemano a dedicarse al negocio de la santería han viajado a Cuba con el fin de hacerse santo y con la seguridad de que al volver a España recuperarían, con creces, su inversión.
Acostumbrados, como están, en el gremio del esoterismo a conocer todo tipo de personajes, no era de extrañar este tipo de comportamiento. Hay quien ni siquiera se molesta en ir a Cuba para ser iniciado en santería, le bastaba con comprar un libro sobre el tema, unos caracoles, collares y poner una consulta en su casa. Algunos eran más refinados y se inventaban títulos de Universidades en Miami, Buenos Aires o cualquier otra ciudad, cuanto más lejana mejor, e incluso supuestos cargos en asociaciones afrocubanas inexistentes.
Tuve suerte: el inicio de la investigación coincidía con la celebración en Madrid de la Feria Esotérica y de Ciencias Ocultas, situada en la estación del AVE, en Madrid. Éste era un foro ideal para iniciar mis pesquisas, ya que reúne a los principales comerciantes esotéricos de Madrid y la casi totalidad de los productos que se ofertan sobre estos temas en España. Incluso asisten personas extranjeras, feriantes ambulantes que podían enriquecer mucho la investigación. Solicité la colaboración de mi amigo Manuel para que en su condición de periodista pudiera hacer entrevistas a cámara abierta a varios comerciantes para que nos explicaran abiertamente lo que siempre se dice del esoterismo, para que nos vendieran sus mil maravillas. Esos argumentos son los que más tarde me encargué de desmontar uno por uno, y que suponen el hilo conductor de esta investigación.
Mancias y videntesNunca antes había visitado una feria esotérica en España. Había estado en algunas en otros lugares del mundo, como en la del gran mercado de brujos de México D. F., en la de Salvador de Bahía, en la de la Plaza de Roque Santero en Angola, o mercados incluso más cercanos como el de Rotterdam (Holanda) o en Casablanca (Marruecos). Mi primera impresión de la feria de Madrid fue poco representativa: la feria parecía más un mercadillo de artesanía barata y bisutería que lo que propiamente conocía como feria esotérica. Había casetas a ambos lados de un pasillo no muy ancho. Desprendían olores de inciensos diferentes que se mezclaban, ofreciendo un aroma peculiar, a veces excesivo, pero en definitiva purificador, que se mezclaba con sonidos musicales estridentes, relajantes, y alguno publicitario, que se fusionaban con el bullicio típico de estos eventos. Un colorido desbordante de anuncios de ofertas y de augurios de todo tipo de suertes completaban este singular paisaje. A pesar de mi negativa primera impresión reconozco que tenía cierto halo de misticismo. Fue en este entorno donde Juan Gonzalo dio sus primeros pasos.
Di una primera vuelta para hacerme una idea general del lugar del evento y de las personas que por ahí merodeaban, y sin gran dificultad detecté tres casetas que estaban especializadas en el negocio de la santería. Me pareció bastante curioso que de las muchas casetas que exponían en la feria, sólo tres ofertaran artículos de santería. Pensé en un primer momento que eso podría suponer dos cosas: que mi ámbito de investigación se iba a reducir y que tal vez el impacto de esta creencia en España no era muy considerable. Con un fajo de panfletos de publicidad y catálogos de productos de todo tipo, puse mi cámara oculta discretamente en una mochila que llevaba cruzada sobre el pecho para obtener el mejor ángulo posible mientras andaba. Me dirigí a la primera caseta de santería que había detectado nada más entrar, se llamaba Botánica la India Juana.
Había estado observando esta caseta durante un tiempo y me había percatado de que una señora de unos cuarenta años, morena, siempre sonriente, que de vez en cuando dejaba sus funciones de vendedora para esparcir incienso y soplar unos polvos blancos desde su mostrador en todas direcciones, aposté por dirigirme a ella.
--Hola soy Juan Gonzalo -le dije mientras extendía mi mano para darle una tarjeta donde figuraba mi empresa.
--¡Ah! ¿tienes una tienda?, yo me llamo Elizabeth y soy la dueña de este stand ——¡Bingo!, he entrado con buen pie, pensé.
--Estoy buscando productos de santería y he visto algunas cosas que me pueden interesar.
--Claro, por supuesto. También vendemos al por mayor.
--Sí, lo que pasa es que no creo que sea el momento oportuno, hay mucho jaleo aquí, quizás si me dieras tu teléfono pudiéramos quedar en otro momento. ¿Tienes tienda en Madrid?
--Sí —dijo mostrándome una tarjeta de su comercio—, te voy a dar el número del móvil por si no me localizas en la tienda.
--Gracias, ya hablaremos.
Misión cumplida, mi primer contacto con una tienda había resultado, ya tenía por dónde empezar, y sin perder tiempo me dirigí discretamente a la otra caseta. Contaba tan sólo con noventa minutos de grabación, y con las prisas y los nervios había olvidado llevar una de las baterías de repuesto de la cámara. Mi segundo objetivo era la caseta de Merlín y Morgana. Eran los únicos que estaban vestidos con atuendos típicos de los santeros, ropa blanca, collares y pulseras, además tenían en la caseta un Eleggua, una divinidad del panteón de la santería, rodeadas de ofrendas y encendida con una vela blanca. Era un chico joven con claras muestras en su rostro de acné juvenil, por lo que dudaba si podía ser el dueño, pero como no había nadie más le abordé.
--¿Eres el dueño? –pregunte sin preámbulo.
--Sí, ¿deseaba algo?
--Me llamo Juan Gonzalo y estoy montado un negocio de santería y quería información sobre vuestros productos.
--Soy Óscar. ¿Tu tienda estará aquí, en Madrid?
--Sí. Veo que tienes santo hecho, ¿Obatala? –había notado la pulsera blanca que adornaba su mano izquierda, signo inequívoco de su pertenencia a esa creencia.
--Sí, lo hice en Cuba, nosotros somos fabricantes y tenemos unos precios inigualables, léete el catálogo, lo puedes comprobar.
--¿Nosotros? -dije siguiendo el ritmo de sus palabras.
--Sí, tengo un socio que ha salido y que es quien fabrica todo los productos que ves aquí.
--¡Qué bien, no! He visto en otro stand que hacen franquicia.
--Ah, los de la Santería Milagrosa, ésos son unos estafadores, todo lo que venden es falso y no tienen ni los permisos sanitarios. Hace poco les metieron presos a todos, y el santero que tienen es un teatrero.
--Bueno, eso no lo sabía, pudiéramos quedar en otro momento para charlar.
--Claro, en el catálogo viene nuestro teléfono, llámanos cuando quieras ¿tienes tarjetas?
--Claro, perdona -le dije con tono ingenuo mientras le daba mi tarjeta.
Miré el reloj, todavía me quedaban cuarenta minutos de batería. No quería prologar más la situación, no era un ambiente adecuado donde pudiera obtener información completa, y ya tenía el cotilleo sobre su competencia, que me serviría para retomar la conversación en un ambiente más distendido, así podría sacarle más provecho.
Mi último destino era la caseta de la tienda de la que me acaba de decir que eran unos estafadores: Santería Milagrosa. Pues sí que dan golpes bajos a la competencia, me dije. Es de justicia decir que la caseta en cuestión era más grande que las dos anteriores y contaba con una parafernalia de mercadeo que la hacía sobresalir del resto. Tenían un altar impresionante justo en una de las entradas al recinto que estaba presidido por Santa Bárbara. Dentro, un individuo que se decía santero preparaba amuletos para la suerte, el amor o cualquier cosa que le reclamaban los visitantes. Después de estar unos minutos observando cómo se desenvolvía me acerque a él.
--Hola, ¿eres el dueño?
--No, el dueño vendrá mas tarde ¿te puedo ayudar en algo?
--Quería hablar con él, ¿me puedes decir cómo localizarlo?
--Claro, toma esta tarjeta y llámale a este teléfono, se llama Ricardo –respondió con un marcado acento cubano.
Ya tenía los números de teléfono que deseaba, sólo me quedaba esperar a que terminara la feria para comenzar a fijar las citas que me llevarían a mis objetivos. Entre tanto, como la feria tardaría unos días aún en finalizar, me pude dedicar a prestar atención a mis clientes telefónicos. El contestador se llenaba cada dos por tres y tenía que estar pendiente de descargarlo para que no se colapsara. La respuesta al anuncio era muy positiva. Estaba muy claro que aquél tenía que ser un negocio en alza cuando recibía más de treinta llamadas diarias.
Curiosamente, la preocupación de mis interlocutores era siempre la misma. Cada vez que devolvía una llamada, lo primero que preguntaban era cuánto les cobraría. Ante mi respuesta de que los consejos espirituales eran gratis, se quedaban un poco descolocados. Era un problema con el que me enfrentaba muy a menudo, los clientes estaban muy preocupados por cuánto debían pagar y si les decía que nada, no se lo creían, hasta el punto de que algunos dejaron de llamar y no devolvían mis llamadas. Me parecía inaudito pero es una actitud colectiva muy arraigada en los consumidores de este tipo de servicios, están concienciados de que tienen que pagar como en cualquier otro tipo de comercio o servicio. Para solucionar ese escollo, y aconsejado por un amigo, les contaba que lo hacía por un mandato espiritual y esto, curiosamente, bastaba para convencerlos.
Su segunda pregunta era: ¿haces “trabajos”?, seguida de: ¿cuánto tiempo se tarda en lograr resultados? Era un patrón casi idéntico, excepto por algunas mínimas variaciones que se repetían sin cesar en cada conversación. Bastaba con decirles que dependía del tipo de “trabajo” que fuera para que soltaran toda su verborrea y contaran todo su problema. Con una clientela así, no había necesidad de tener ningún don especial, ellos mismos te facilitaban toda la información, incluso en algunos casos eran muy precisos en sus inquietudes. Quiero saber si me van a echar del trabajo, o conozco a un chico, quiero saber si me quiere. Sobre este estilo de cuestiones preguntaban directamente y, casi sin excepción, todos contestaban a una encuesta elaborada de antemano por mí sin darse cuenta de que estaban siendo entrevistados. Mi técnica, aunque simple, era muy precisa, les devolvía la llamada y les daba cita telefónica para la consulta, lo que me permitía, además, tener preparada la grabadora. En muy contadas ocasiones cité al cliente personalmente; fueron excepciones, algunas de las cuales tienen un lugar especial en este libro y que valían la pena por su importancia informativa.
Estos mismos clientes me fueron descubriendo nombres de individuos videntes y santeros soterrados en la sociedad, escondidos detrás de un número telefónico y un anuncio que ejercían ilegalmente una actividad comercial dispersados por pisos de Madrid y que se convirtieron en objetivos de mi investigación. Me suministraron información de los precios de los “trabajos” y una visión muy amplia de los motivos que llevan a personas a acudir a este tipo de servicio para poder caracterizarlos.
El caudal de información que iba acumulando era muy exacto en casi todos los casos: los clientes me facilitaban su nombre, edad y trabajo, así como el de algunos de sus familiares, hijos, conyuges etc. Igualmente recopilaba direcciones de videntes y comercios de fe que habían visitado y en los que no habían conseguido su propósitos, algunos habían gastado sumas importantes. Estos casos eran mis principal objetivo.
Me parecía muy curioso que se repitieran una y otra vez nombres de videntes y comercios, la coincidencia en el itinerario esotérico de los clientes y en los métodos con los que eran engañados, con lo que ya tenía suficiente material para comenzar a verificar todos los datos.
Entre tanto la feria ya había terminado y tal como estaba previsto fijé citas con las tres tiendas de santería que encontré en el evento, siguiendo el mismo orden en las que la había abordado. Mi amigo Manuel también había estado haciendo su trabajo, cámara al hombro se había recorrido las tiendas seleccionadas y con un cuestionario que completaba el que hacíamos a los clientes telefónicos estaba realizando entrevistas, obteniendo resultados muy positivos. También intentamos visitar a algunos de los videntes que se anunciaban en los anuncios clasificados y otros de los que teníamos información para hacerles una encuesta que consistía en preguntas elaboradas con la información que los clientes nos suministraban. Por ejemplo, ¿existe la videncia?, ¿son efectivos los “trabajos” que usted hace?, ¿algún cliente no se ha sentido satisfecho?, las respuestas son asombrosamente idénticas en todos los casos. Como si de un guión aprendido se tratara, sin embargo, mentían. Ya tenía testimonios suficientes para llegar a esta conclusión.
Juan Gonzalo
MY NONBRE ES "COLABORADOR" QUIERO AYUDAR CONTRA EL CRIMEN ORGANIZADO DE LOS VIDENTES ESTAFADORES,,EN EL PASADO YO PARTICIPAVA DESTAS BANDILLAS DE ESTAFADORES PERO HAORA CONOCI A JESUS Y ME ARREPIENDO DE TODO QUE HA ECHO,YO FUY USADO POR ESTA BANDA DE LOS MARTINS Y LOS TRAICO,VACITE Y GIMENES ,ELLOS SON BRASILEROS Y FUERON PRESOS SABADEL 7 ESTAFADORES PRESOS EN SABADEL" TE ACUERDAN DESTA NOTICIA DE LA PRENSA ,,JONI MARTINS TRAICO Y SU MADRE OLGA MARTINS VIVEN EN BRASIL EN LA CIUDAD DE CAMPINAS-SAO PAULO EN LA CALLE FERNAO LOPES ,972 -BARRIO TAQUARAL Y ALBANO DOMINGOS VACITE Y MARIA HELENA GIMENES VIVEN EN EL LUJUOSO CONDOMINIO ALPHAVILE "1" EN SAO PAULO-_:TODOS SON CONOCIDOS POR LA POLICIA BRASILEIRA
ResponderEliminarSantero OSCAR ALONSO Dice nació con el don de vidente mejor de España. Don de la estafa. Huyó de Andalucía para irse a Madrid
EliminarLOS BRASILEIROS PRESOS EN ESPANA EN LA CIUDAD DE SABADEL POR LA BURLA DE VIDENCIA -TODOS TIENEN PASAGEN POR LA POLICIA BRASILEIRA-:
ResponderEliminarJONI MARTINS TRAICO:ESTAFADOR-ROBO-FALSIFICADOR-NARCOTRAFICANTE.
OLGA MARTINS :ESTAFAORA-ROBO-NARCOTRAFICO.
ALBANO DOMINGOS VACITE:ESTAFADOR-DOBLE IDENTIDAD COMO JOAO GRECO PETROVIH Y TAMBIEN JOAO PEDRO GAICHE -ROBO.
MARIA HELENA GIMENES:ESTAFADORA-DOBLE IDENTIDAD COMO CRISTINA K. -TRAFICO DE MUJERES P ESPANA Y TRAFICO DE DROGAS ACTUANDO HOY EN LISBOA PORTUGAL.
JOSE CARLOS GAICHE :ESTAFADOR-TRAFICO DE DROGAS
Os agradecería mucho que alguien me ionformara de si tiene idea de un santero estafador por murcia. Son cubano, el padre se llama Toni y la mujer Reina y estos son unos cara duras sinverguenzas que las van a pagar todas juntas. También me gustaría que me pasaráis algún enlace para obterner información sobre cómo desmontar a esta gentuza y recursos legales.Mil gracias
ResponderEliminarhola mira te digo el maetro estafados
ResponderEliminares antony kwiek este es el pez grande se marcho de brasil despues de aver estafado mucho en espana i portugal i
ahora vive en Guayaquil Ecuador repito anthony kwiek volgo tcholdy chifronesio ANTONY KWIEK
Mas estafadores son los de la religiones organizadas y establecidas desde hace años
ResponderEliminarO sea las religiones oficiales
ResponderEliminarHola he leído en Internet acerca de estos estafadores residentes en Sao Paulo Brasil se comprometió golpes en Portugal, España y Argentina llaman a sí mismos como falsos videntes y la mayoría de los hombres son marido fueron citados en la caja de la fortuna falso que la mayoría de ellos utilizan nombres falsos como Domingo utiliza Albans Vacit nombre de Albano Santos Moreira su esposa Regina Lepa Petrovit también utiliza nombres falsos, que tengo en mi poder documentos de prueba de la verdad. Otro ejemplo: Osvaldo Vacit Hijo sobrino Domingo Vacit Alban y su esposa Zoraida Yanov comprometido golpe falsa adivina en la ciudad de Mons y la ciudad de Porto en Portugal y la policía portuguesa y brasilha Interpol consciente de estos hechos sería contar con su ayuda para encontrar golpes aplicados por Zoraida Ianov que trabajaban en la ciudad de Bilbao con el nombre de doña Vitoria España n denucialos necesita esta información a la policía con su historia de Brasil ayuda más rápido a mi correo electrónico es prendelos boby_nicoli@hotmail.com
ResponderEliminaresta maldita familia de olga traico martha cruz marcelo cruz martins liliana martins vivieron a bolivia santa cruz estan estafando mucha gente ahora la semana pasada se llevaron mas de 100.000sus. mios estamos en busca de esta banda de delicuentes agradezco a utedes me escrigan a este correo si saben de sus paraderos dzambranasalazar@gmail.com
ResponderEliminarEl mayor de los estafadores Oscar Alonso supuesto santero.
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