.
.
Este grupo de las SS fue el
encargado de crear una religión alemana que sustituyera a la católica
Desde buscar el origen de la raza aria
hasta planear viajes para robar todo tipo de reliquias y obras de arte. Estas
eran algunas de las tareas para las cuales fue fundada la
Ahnenerbe, una organización
que, aunque oficialmente fue creada para dar valor a las tradiciones alemanas,
acabó
convirtiéndose en un grupo de estudio de las ciencias ocultas con una
finalidad clara:
destruir el cristianismo e instaurar una nueva
religión nazi en Alemania
«El 1 de julio de 1935 se creó la
Deutsches
Ahnenerbe, o
"Sociedad de Estudios para la Historia
Antigua del Espíritu"», explica el escritor José Lesta en su
libro «
El enigma nazi» (editado por
Edaf).
Por aquella época, Hitler ya había sido nombrado Canciller de Alemania y el
Partido Nazi dominaba toda la política del país. Sin embargo, el Führer quería
enfrentarse al mundo y sabía que necesitaría varias cosas: toda la ayuda
necesaria para vencer (ya fuera usual o paranormal) y, sobretodo, que la
sociedad aceptara el nazismo como una creencia indiscutible. Ambas tareas
serían encomendadas a esta nueva secta paracientífica.
El
nazi obsesionado por el ocultismo
El encargado de crear la Ahnenerbe fue
uno de los miembros del Partido obsesionado por el ocultismo:
Heinrich Himmler,
comandante
en jefe de las SS nazis (un cuerpo de soldados de élite dedicados,
entre otras cosas, a la protección de Hitler). «Himmler era con toda seguridad
el más fanático creyente en las ciencias ocultas, profesando una fe ciega en
"
las fuerzas desconocidas que nos rodean"», afirma
el escritor.
«Ya en el poder se hizo con la dirección
de las temibles SS. Un cuerpo de élite o de monjes guerreros, como a él le
gustaba denominarlos, con los que formaría una auténtica Orden Negra que
seguiría los preceptos del antiguo paganismo germano y los dogmas
de fe del nazismo como creencia religiosa», explica Lesta.
«Himmler dio la orden para la
constitución de la sociedad inspirado por
Hermann
Wirth, profesor holandés especialista en el estudio del germanismo.
El primer departamento de la organización fue creado directamente por Wirth, y
prestaba particular atención al estudio del
antiguo alfabeto rúnico
que tanta importancia tendría en la simbología del nazismo», completa el experto.
De hecho, tal era su admiración por el lenguaje rúnico que escogió como símbolo
para la Ahnenerbe uno de estos emblemas; el de la vida.
Objetivos
oficiales y organización
«Los objetivos de la sociedad eran
fundamentalmente tres: investigar el alcance territorial y el espíritu
de la raza germánica, rescatar y restituir las tradiciones alemanas, y difundir
la cultura tradicional alemana entre la población», determina Lesta.
Tras la formación de la sección dedicada al estudio de
las runas vinieron varias más. « En 1936 se constituyó el departamento de lingüística, en 1937 el de
investigación sobre los contenidos y símbolos de las tradiciones
populares, y un año después el departamento de arqueología germánica. Este
último se haría famoso por sus extrañas expediciones», sentencia Lesta.
«Estas actividades, extraordinariamente
diversificadas hacían que se multiplicaran los departamentos en el seno de la
sociedad. Llegó a tener 43, dedicados a danzas populares y canciones
tradicionales, estilos regionales, folclore, leyendas, geografía sagrada,
ciencias paranormales, etc.», aclara el escritor.
«Andre Brissaud escribe que los trabajos
de la sociedad eran "asuntos secretos del Reich", y
comprendían desde temas clásicos como "la lengua y literatura
germánicas" hasta temas tan curiosos como el "yoga y el zen,
doctrinas esotéricas e influencias mágicas sobre el comportamiento
humano"», sentencia el experto en su libro.
De todas las premisas necesarias que
había que cumplir para formar parte de la Ahnenerbe, la principal era la de
contar con el título de doctor universitario. Por su parte, el sistema de
trabajo consistía en la organización de diferentes grupos de estudio a cargo de
un coordinador.
Sin embargo, no todas las secciones de la
Ahnenerbe tuvieron la misma repercusión. Entre las más conocidas, se encontraba
la rama ocultista. «La
sección esotérica estaba a cargo de
Friedrich Hielscher y
Wolfram Sievers; así mismo el
famoso escritor Erns Jünger y el filósofo judío Martin Buber colaboraron con
ella», explica el escritor.
El
origen, los asesinos de Thule
Pero, en contra de lo que pudiera
parecer, esta sociedad no nació de la nada, sino que basó su estructura y la
mayoría de sus ideas en una organización conocida como la sociedad
Thule. Este grupo, que estuvo operativo desde la primera década del
SXX hasta la creación de la Ahnenerbe, destacó porque contaba con un líder que
se autodenominaba el precursor del anticristo.
Un joven Adolf Hitler pasaría a formar
parte de esta organización una tarde de 1922. «Para entrar se debía facilitar
una fotografía que el Gran Maestre examinaba para descubrir en los rasgos
antropométricos huellas de sangre extranjera. Asimismo, tenían que jurar pureza
de sangre hasta la tercera generación», sentencia Lesta.
Sin embargo, por lo que destacaba esta secta era por
su particular forma de hacer justicia en las calles de Baviera, su sede
principal. «Sólo entre 1918 y 1922 se contabilizaron (en este estado) 354 crímenes y asesinatos
políticos. Según J.M Romaña, las fuerzas de seguridad estaban siempre al corriente de esta “justicia
paralela”, y es que muchos de los oficiales de la policía eran
adeptos de la sociedad Thule», explica el experto.
«Además, también se daban muchos casos de
personas desaparecidas siempre en extrañas circunstancias. Y
entre estos individuos, la mayoría de los cuales eran judíos o
comunistas, debemos buscar a las víctimas de los “sacrificios” que
fueron asesinadas en rituales de magia astrológica”», señala el escritor, que
apostilla por otro lado que aún no se han encontrado datos totalmente
concluyentes que demuestren la existencia de estos rituales.
Finalidad:
acabar con el cristianismo
Entre las prioridades de la Ahnenerbe se
encontraba el acabar con el cristianismo y dar forma a una religión
propia del nazismo: «Una de las consignas subterráneas del régimen
nazi era eliminar progresivamente la influencia que para el pueblo alemán
tenían los ritos de la Iglesia Católica», determina el escritor.
Para ello, la organización disponía de
uno de los mayores y más conocidos personajes dentro del ocultismo nazi: el
«sumo sacerdote» Friedrich Hielscher. Aunque se conoce poco de este maestro de
lo paranormal, las investigaciones coinciden en que era temido por todos los
oficiales alemanes.
«Para que nos hagamos una idea, el jefe de la Gestapo
(policía secreta alemana) leprofesaba una profunda
devoción. Heinrich Himmler hablaba de él en respetuosos
susurros y le consideraba la figura más importante de Alemania después de
Hitler. Si Alemania llegara a ganar la guerra, seguramente Hielscher saldría a
la luz, convertido en el sacerdote supremo de la nueva religión, como Hitler
como divinidad encarnada», afirma el experto.
Ahnenerbe,
la organización que robó la Navidad
Para lograr acabar con el cristianismo,
Hielscher creó a través de Himmler una religión basada en la sangre y el valor
de los soldados alemanes. A su vez, hizo que las fiestas paganas se
superpusieran a las cristianas, de esta forma, pretendía que los
católicos dieran de lado a sus creencias y abrazaran la nueva religión de la
Ahnenerbe.
«Himmler y su Estado Mayor personal,
constituido por hombres de su más absoluta confianza concibieron un
calendario festivo para la Orden Negra de las SS que establecía unas
fechas sagradas a lo largo del año. En ellas, las SS renovaban sus compromisos
de honor y lealtad para con el Führer y la orden», afirma Lesta en el texto.
«Estas festividades servían para
sustituir a las fiestas cristianas por otras que estuvieran más próximas a la
tradición germano-pagana», explica el escritor. Una de las celebraciones más
llamativas que se llegó a suprimir fue la de la Navidad. De hecho, el día en
que se recuerda el nacimiento de Jesús se cambió nada menos que por una jornada
en la que se reverenciaba al sol.
«Efectivamente, en el 25 de diciembre
se conmemoraba el “día del nacimiento del sol invencible”
–el Sol Invictus, que para los romanos representaba el nacimiento de Mithra-,
es decir, el día en que este astro, después de ir acortando su presencia desde
el solsticio de verano, parecía recobrar nuevamente sus fuerzas tras el periodo
agónico del otoño y la muerte invernal», sentencia el experto.
A su vez, otras fiestas pasaron a ser
suprimidas en favor de las nuevas creencias nazis: «Otros períodos del año
habían sido igualmente reciclados en forma de fiestas neopaganas.
La
Pascua se transformó en la fiesta de “
Ostara”, por
ejemplo.», determina Lesta. En este caso, los miembros de las SS celebraban el
comienzo de la primavera recordando a la diosa de la fertilidad que da nombre a
esta celebración.
Los
nuevos matrimonios nazis
Además, la Ahnenerbe buscaba que el rito
del matrimonio cristianofuera sustituido en favor de una ceremonia
creada por los nazis. «Hace poco se ha revelado una filmación inédita
que muestra la ceremonia llevada a cabo por una pareja para contraer matrimonio
bajo el ritual de las SS», comenta el escritor.
«En ella, se ve claramente que la sala en
la que se celebra la ceremonia esta presidida por una gigantesca bandera negra
con una S rúnica grabada en plata. Previamente los cónyuges habían realizado su
matrimonio civil y en el curso del acto el oficial superior –el propio Himmler
en este caso- les entrega el pan y la sal, símbolos de la tierra
y de la fertilidad», sentencia Lesta.
Por supuesto, para que se celebrara la
unión de la feliz pareja era también necesario demostrar la pureza de
sangre, es decir, que ambos eran alemanes. Como curiosidad, también
destaca que, como principales regalos del matrimonio, no solía faltar un
ejemplar del «Mein Kampf» («Mi lucha»), la biografía de Adolf
Hitler. Tras cumplir todos estos preceptos, el marido y la mujer estaban listos
para vivir felices en el Reich.
Bautismo
y muerte en las SS
Dos de los ritos que se practicaban en
las SS y que la Ahnenerbe pretendía que se extendieran con el tiempo a toda la
sociedad alemana eran los de un curioso bautismo y una extraña forma de dar el
último adiós a aquellos miembros de la Orden Negra tras su muerte.
En el primero de los casos, Lesta deja
claro su funcionamiento: «Durante el bautismo del hijo de un afiliado a la
Orden Negra se les hacía entrega de una medalla con signos rúnicos para
el recién nacido, y se pronunciaba la fórmula de ingreso del bebé en
la comunidad de las SS».
Por otro lado, el castillo que servía de
sede para la Ahnenerbe guardaba en su interior una curiosa estancia
dedicada a venerar los restos de sus miembros. «En la cripta, se
hallaba la sala de los muertos, un recinto abovedado y circular. Albergaba en
su centro una pira y en los muros doce habitáculos en los que se ordenó que se
levantaran trece alturas alrededor de una gruesa mesa de piedra», destaca el
experto.
«Se hizo para el momento en que un
miembro de tan restringido círculo de elegidos en las SS dejara este mundo.
Entonces, se debían colocar sus cenizas en la correspondiente urna
encima de uno de esos altares, justo después de que el escudo de armas
del fallecido acabara de ser pasto de las llamas, y todo para que fuesen
veneradas al mejor estilo religioso por el resto de los supervivientes»,
completa el experto.
«En el techo de la bóveda, justo encima
de la pira, se encuentra todavía una esvástica y cuatro aspilleras por las que
el humo del ritual fúnebre debía ascender, formando una columna», sentencia
Lesta.
Oraciones
en una extraña lengua
Finalmente, una última y curiosa práctica
de este grupo (y secta) pudo observarse cuando el tribunal aliado juzgó por
crímenes contra la humanidad en Nuremberg a dos de los principales líderes de
la Ahnenerbe, Hielscher y Sievers. Y es que, ambos mostraron una extraña
actitud durante el proceso.
«El prisionero (Sievers) escuchó con
extraña indiferencia su condena a muerte y, acompañado por Hielscher, se hincó
de rodillas mientras este entonaba los cánticos de una misa negra.
Un himno final de adoración a los poderes del mal que
aguardaban a su alma al otro lado de la tumba», comenta el experto.
«Tal y como relatan sus cuidadores de
celda: “Pronunció oraciones en una lengua desconocida,
oraciones de un culto que nadie conocía y del que no habló jamás», afirma el
escritor en el texto.
MANUEL
P. VILLATORO/ abc
CUATRO PREGUNTAS A JOSE LESTA
m.p.vmadrid
1-¿Quién
fue el ideólogo de esta organización?
Hay muchas
hipótesis al respecto ya que la información documental sobre esta vasta organización
se encuentra aún soterrada en Rusia y, muy escasamente, en Estados Unidos.
Siguiendo los escritos y los comentarios del famoso y polémico escritor Ernst
Junger, que perteneció colateralmente al círculo interno de la orden secreta,
sabemos que el «sumo sacerdote» era Friedrich Hielscher, seguido de Wolfram Von
Sievers. Este último tuvo una fugaz pero llamativa aparición en los juicios de
Nuremberg, ya que su mentor -Hielscher- había desaparecido. En cualquier caso,
la fundación y el impulso oficial desde el partido nazi, le correspondió al
jefe de las SS, Heinrich Himmler, que profesaba una gran admiración por los dos
personajes.
2-¿En qué
proyectos de carácter paranormal participó la Ahnenerbe?
No hay
prácticamente información detallada al respecto, sin embargo; sí sabemos que
los trabajos preliminares de exploración en ese campo se dieron, ya que uno de
los cuarenta y tres departamentos de que constaba la Ahnenerbe, el dedicado a
lo que denominaban ciencias esotéricas, intentaba desarrollar «métodos de
concentración con técnicas como observar una manzana partida en dos durante
largos períodos de tiempo», realizar practicas de Yoga y Zen, etc. Esto último
fue relatado por testigos como el científico Willy Ley, uno de los padres de la
astronáutica y cohetería moderna.
3-¿Se podría
decir que fueron los ideólogos de la religión nazi?
Aunque Alfred
Rossenberg es considerado como uno de los «filósofos» del nazismo con su
trabajo «El mito del siglo XX», es indudable que la Ahnenerbe era el núcleo del
entramado ideológico que pretendía formar toda una nueva cosmovisión de las
creencias del pueblo alemán, y eso incluía la religión y sus tradiciones más
preciadas. Además tenía algo único en ese terreno: un incondicional apoyo
gubernamental, y una cantidad ilimitada de recursos con los que difundir a la
población la nueva fe. Incluso se instauró un nuevo calendario donde las fechas
anuales más importantes, como la Navidad, fueron cambiadas por festividades y ritos
pagano-germanos.
4-¿Qué
repercusión tuvieron en el nazismo?
En una
ocasión, Hitler le espetó a Herman Rauschning, mandatario nazi, lo siguiente:
«si cree usted que nuestro partido se reduce únicamente a un partido
político... es que no ha entendido nada». Sin embargo, la influencia de todo
ello fue ignorada por los historiadores de postguerra. En la actualidad eso ha
cambiado drásticamente, pero aún así siguen ofreciendo un papel secundario a
dichas creencias. Me sigue pareciendo una posición ya superada. Los
historiadores modernos deberían saber que el primer dinero para la fundación
del partido de Hitler provino de una sociedad secreta, que algunos personajes
pertenecientes a logias masónicas alemanas ayudaron a que miembros del NSDAP
accedieran a elitistas círculos de la alta sociedad berlinesa, o que, como sí
está aceptado, varios mandatarios del régimen profesaban los credos de la nueva
fe.