domingo, 28 de julio de 2013

ARIEL CASTRO "EL MONSTRUO DE CLEVELAND" SE LIBRA DE LA PENA DE MUERTE


Ariel Castro pasará el resto de su vida en prisión. El monstruo de Cleveland secuestró, torturó y abusó sexualmente de manera sistemática a lo largo de una década de tres jóvenes en su casa, en Ohio. Castro, de 52 años, ha aceptado declararse culpable de los 977 cargos que pesaban contra él a cambio de evitar la pena de muerte. De acuerdo con el trato al que ha llegado este viernes con la fiscalía, el secuestrador cumplirá una sentencia de cadena perpetua sin posibilidad de fianza y otros 1.000 años de prisión. El juez todavía debe aceptar los términos del acuerdo, en lo que parece un mero trámite formal.

“¿Entiende que nunca más volverá a salir en libertad?”, le ha preguntado el magistrado. “Soy consciente de la pena y consiento a la misma”, ha respondido Castro. “Sabía que me iba a caer la pena más grave”, ha añadido. Entre los casi 1.000 cargos de los que se acusaba al exconductor de autobús escolar se encontraban —además de varios secuestros, violaciones y torturas— dos delitos por homicidio imprudente, por haber provocado dos abortos a una de sus víctimas tras patearle el abdomen. 

Esos crímenes están sancionados con la pena capital en el Estado de Ohio. Pero, finalmente, tal y como querían los abogados de Castro, este va a evitar la muerte. Este trato con la fiscalía pone fin a la historia del secuestro múltiple más sonado del año, una vez que las tres muchachas consiguieron escapar, el pasado mes de mayo.

Los abogados de las víctimas han saludado el acuerdo entre la fiscalía y su captor. “Ellas están satisfechas con la resolución del caso y están deseando que termine cuanto antes el proceso”, han indicado en un comunicado. De no haberse llegado a un pacto, el juicio hubiera comenzado el 5 de agosto y las tres jóvenes deberían haber tenido que comparecer y recordar el calvario al que las sometió Castro.


La ausencia de juicio librará a las jóvenes a las que mantuvo cautivas de tener que testificar delante de su captor en un juicio público, un trance por el que ninguna quería pasar, según sus portavoces. La fiscalía, no obstante, se ha reservado la posibilidad de solicitar la pena de muerte si se descubren nuevos delitos.

Durante la vista, Castro se ha mostrado más locuaz que en anteriores audiencias, en las que apenas levantaba la cabeza del suelo. “Mi adicción a la pornografía y mis problemas sexuales me han afectado mentalmente”, ha indicado. “Yo fui una víctima de abusos de niño y eso ha ido a más”, ha tratado de justificarse el secuestrador. El juez no le ha permitido continuar, advirtiéndole de que cualquier explicación debía guardarla para el día en que se leyera la sentencia.

El acuerdo es el epílogo de una pesadilla que se inició el 22 de abril de 2002, cuando Castro secuestró a su primera víctima, Michelle Knight. Un año después, capturó a Amanda Berry, en la víspera de su 17 cumpleaños, y en 2004 invitó a subir a su camioneta roja a Gina Dejesus. Durante esos diez años, Castro sometió a sus tres víctimas a un infierno, manteniéndolas en condiciones infrahumanas, abusando de ellas, matándolas de hambre, teniéndolas atadas con correas... Durante el encierro, Berry dio a luz a una hija de su captor.
El pasado 6 de mayo los gritos desesperados de Berry tras la puerta del número 2207 de la Avenida Seymour alertaron a sus vecinos y permitieron poner en libertad a las tres jóvenes. La noticia conmocionó al país y especialmente a los residentes del barrio de Castro cuyas atrocidades les pasaron completamente desapercibidas durante 10 años.


El pacto entre el monstruo de Cleveland y la fiscalía puede ser un punto y final para Castro, pero solo es un punto y seguido para sus víctimas. Hace apenas un mes, las tres jóvenes aparecían en público por primera vez desde su liberación en un emotivo vídeo. En él muestran su agradecimiento por el apoyo prestado por sus familiares y amigos, pero las sonrisas de sus rostros no logran ocultar las huellas del sufrimiento que han pasado y que, según los expertos, aún tardarán tiempo en superar.

http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/07/26/actualidad/1374851108_091439.html

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domingo, 21 de julio de 2013

Lucy Johnson, desaparecida en 1961, reaparece cincuenta años después

Una mujer vista por última vez en 1961 en la provincia canadiense de Columbia Británica, por cuya desaparición su marido fue sospechoso de asesinato, fue hallada viva en Yukón, el más occidental de los tres territorios del norte de Canadá. Y tiene una nueva familia, anunció la policía el viernes.
Lucy Johnson, ahora de 77 años, fue vista por última vez en septiembre de 1961 por un vecino en la localidad de Surrey, Columbia Británica, donde estaba viviendo. La policía investigó entonces a su marido, en parte porque no informó de su desaparición hasta cuatro años después. Incluso llegaron a excavar el jardín familiar para buscar pistas, pero no descubrieron nada que señalara lo ocurrido y el caso se enfrió.
El marido, Marvin, murió a finales de los años 1990.
El mes pasado, la policía de Surrey destacó la desaparición de Lucy, esperando encontrar nuevas pistas en una revisión rutinara de los casos de personas desaparecidas, mientras su hija Linda publicó un anuncio en un periódico de Columbia Británica.
Poco después, la Policía Montada de Canadá (RCMP) recibió una llamada de una hermanastra de Linda, diciéndole que ella no sabía que existía y afirmando que su madre vivía ahora en Yukón.
"Todo se puso en marcha y se encontró a Lucy Johnson viva y bien", afirmó el cabo de RCMP, Bert Paquet, a la AFP. "Recibimos una llamada telefónica de su hija en Yukón que afirmaba haber visto la foto de una persona desaparecida en el periódico y que la persona desaparecida que buscábamos era su madre", dijo.
"Es un suceso que cambia la vida", comentó Paquet. "Ella tiene ciertamente algunas cosas que explicarle a su familia". Los investigadores están tratando de determinar por qué Lucy se fue sin decir una palabra.

sábado, 20 de julio de 2013

Juan Carlos Aguilar: Descubiertas con vida las mujeres de las fotos del falso "shaolín", y levantamiento del secreto de sumario


La jueza que instruye la investigación de los asesinatos presuntamente cometidos por Juan Carlos Aguilar, el falso monje shaolín de Bilbao, acaba de levantar el secreto del sumario. 

46 días y tres prisiones diferentes. Este es el balance de la estancia del falso monje «shaolín», Juan Carlos Aguilar, en privación de libertad. La jueza del juzgado número 3 de Bilbao ordenó esta semana el levantamiento del secreto de sumario. En el expediente al que han tenido acceso las partes determina que por el momento no hay «ningún indicio» de que el acusado de asesinar a la colombiana Jenny Sofía Rebollo y a la nigeriana Ada Otuya haya acabado con la vida de más mujeres. Sin embargo, la Ertzaintza continúa revisando el material informático requisado para poder recabar mayor información. Aunque, como «Xuang» mantenía encriptadas las claves de acceso a su media docena de equipos informáticos, entre los que hay ordenadores, portátiles y tabletas, no han podido acceder aún a todo el material. De hecho, los investigadores han pedido de oficio poder entrevistarse con el acusado. Además, la Policía también incautó en el domicilio del «shaolín» y en el gimnasio Zen-4 cámaras fotográficas y de vídeo, tarjetas de memoria y demás utensilios de almacenamiento masivo de datos.
En el material requisado la Ertzaintza encontró centenares de imágenes con prostitutas de origen extranjero con las que se retrató en escenas sexuales violentas. La abogada de la Asociación Campoamor, Maite Iturrate, que ejercerá como acusación popular, aseguró que tras estudiar los 500 folios de sumario y visionar el material audiovisual, pedirán el resto de pruebas judiciales para determinar si el falso monje pudo «incurrir en otros delitos con las mujeres». Según detalló, en algunas fotos se pudo ver a Jenny Sofía Rebollo, asesinada y descuartizada presuntamente por el «shaolín», «que podría estar dormida, inconscientes o ya muerta». Además, la abogada se mostró segura de que Juan Carlos será condenado por asesinato.

La Ertzaintza, por su parte, tras revisar toda la documentación incautada, se ha puesto en contacto con todas las mujeres grabadas para comprobar que se encuentran bien. Así, la defensa de Aguilar ha pedido anular la testificación de dos posibles parejas por no habérsele ofrecido su derecho a guardar silencio. Pero la acusación puede pedir que se cite a declarar a esas mujeres y al resto de las que aparecen filmadas para comprobar «si las relaciones sexuales fueron consentidas o usó la violencia». Así como si eran conocedoras de que estaban siendo grabadas.
46 días después de que se conociera el caso, sus vecinos continúan viviendo «una pesadilla». «No queremos ni subir a su descansillo. Mirar para su ventana nos da pavor», comentaron. En este tiempo, «Xuang» ya ha estado en tres prisiones. Cinco días pasó en la cárcel bilbaína de Basauri, para luego ser instalado en un módulo especial de la prisión de Zaballa, en Álava. Y mientras desde Basauri justificaban el traslado para alejarle del foco mediático, fuentes consultadas por este diario comentan que «se había hecho el dueño de la prisión. Incluso se ganó a todos los presos». Un hecho que no sorprende en su vecindario, ya que «es un embaucador». Así, sus propios vecinos no creen que tuviera un tumor. «Había tenido un accidente, por eso se mareaba con frecuencia y tenía mala cara», destacaron. Esta semana Juan Carlos Aguilar ha sido trasladado a la prisión de Dueñas, en Palencia, según informó ayer El Correo.

Clara Campoamor: acusación particular

 La asociación Clara Campoamor, que ejerce de acusación popular en el caso del 'falso Shaolín', acusado de matar a dos mujeres en Bilbao, pedirá a la juez que instruye la causa que investigue si el acusado cometió otras infracciones penales con otras mujeres a las que grabó mientras mantenía relaciones sexuales con ellas, mientras parecían estar "inconscientes", y con las que tenía conductas que rayan "la violencia".

Una de mujeres con las que Juan Carlos Aguilar --que presuntamente asesinó a la colombiana Jenny Sofía Revollo y la nigeriana Maureen Ada Otuya-- solía mantener relaciones sexuales confesó que, aunque no ejercía la violencia directamente contra ella, sí le vendaba los ojos y la ponía en la pared, contra la que lanzaba cuchillos, todo ello mientras sacaba fotos o grababa.

Según ha informado a Europa Press la letrada de Clara Campoamor, el numeroso material gráfico del que dispone el Juzgado de Instrucción número 3 de Bilbao, que la semana pasada levantó el secreto sumarial, refleja que este tipo de actitudes eran habituales en el sospechoso, que en la actualidad se encuentra prisión. Su intención es que se interrogue a cada una de las mujeres que aparecen en las grabaciones y fotografías para determinar si éstas mantuvieron ese tipo de relaciones con su consentimiento o no, si fueron presionadas o si estaban narcotizadas, ya que, al parecer, algunas de ellas parecen estar "inconscientes o dormidas".
Además, todavía no ha sido analizada toda la información contenida en ordenadores, tabletas, pendrives o cámaras de fotos, que se localizaron en el gimnasio 'ZEN4' que regentaba y en su domicilio. Precisamente, en el gimnasio fue donde la Ertzaintza le detuvo el pasado 2 de junio después de que arrastrara a Maureen Ada Otuya y la golpeara brutalmente hasta dejarla en coma. La víctima falleció el día 5 de ese mes en el Hospital de Basurto de Bilbao. Una vez en comisaría, el 'falso maestro shaolín' habría confesado haber matado a otra mujer días antes. Los agentes registraron el 'ZEN4' y localizaron un cadáver descuartizado metido en bolsas de plástico, que pertenecía a Jenny Sofía Rebollo.

Con los datos a su disposición, y falta de analizar todavía imágenes y documentos, la asociación Clara Campoamor cree que Juan Carlos Aguilar buscaba mujeres "vulnerables" para mantener relaciones sexuales.
En muchas ocasiones, según asegura su abogada, frecuentaba prostíbulos, ya que parecía tener "obsesión" por las prostitutas y porque éstas parecieran que estaban "muertas o dormidas" mientras mantenía con ellas relaciones sexuales. Esto se refleja en las grabaciones o fotos que se incautaron al 'falso shaolín', en las que también aparece una de las asesinadas, Jenny Sofía Revollo, que, en ese momento, "podría estar dormida, inconsciente o ya muerta".

"Dos asesinatos"
Clara Campoamor cree que, en principio, acusará al 'falso shaolín' de dos asesinatos, ya que la investigación parece demostrar que no ha habido ninguna víctima mortal más. En el caso de Maureen Ada Otuya, considera que hubo "claramente" ensañamiento, ya que la golpeó brutalmente, tras maniatarla, causándole "más daño del necesario". En el sumario consta, según el informe forense, que la causa de la muerte de esta víctima fue la de la asfixia porque estuvo atada por el cuello con una cinta y cuerdas, mientras que no se ha llegado a determinar cómo falleció Jenny Sofía Revollo.

La acusación particular ha manifestado, además, que está a la espera de ver si el forense realiza un informe sobre el estado psiquiátrico y psicológico de Juan Carlos Aguilar, que, en un principio, se prestó a mantener conversaciones que, posteriormente, el acusado interrumpió.

http://www.larioja.com/videos/actualidad/espana/2553426513001-jueza-levanta-secreto-sumario-caso-falso-monje-shaolin.html

martes, 16 de julio de 2013

Entrevista a NATALIA CARDENAS: SECTA EDELWEIS, EL HOMBRE QUE SUSURRABA A LOS NIÑOS

 
Publicado en El Ojo Crítico nº 73

El 1 de septiembre de 2013 se cumplirá el 15 aniversario del asesinato de Eduardo González Arenas, alias Eddie, el líder de la secta Edelweiss.  Aquella mañana Juan Martín García, compró un gran cuchillo jamonero en una tienda de “Todo a cien”. Probó el filo en un bar cercano, y se encaminó al encuentro de Eddie. Lo degolló de un tajo en la terraza de una cafetería de Santa Eulalia (Ibiza), donde Eduardo González se había ocultado tras cumplir solo seis años de los 168 a que fue condenado tras el mediático juicio a la secta Edelweiss, que traumatizó a la opinión pública española en 1991. Eduardo González, uno de los españoles fascinados por el fenómeno OVNI durante las oleadas de los años 70, engatusaba a niños de corta edad, haciéndose pasar por el príncipe extraterrestre Alain, llegado del planeta Nazar, y  utilizaba trucos de ilusionismo para aparentar poderes sobrenaturales. Con la promesa de una evacuación al planeta Delhais, tras un inminente Apocalipsis en La Tierra, seducía a los menores para tener relaciones homosexuales. Los más convencidos llegaban a grabarse a fuego en la axila el símbolo de UMMO: )+(. Entre ellos Ignacio, hijo del famoso sociólogo Amando de Miguel…  
 
Editorial Shepa acaba de publicar “Yo jugué con un asesino”, primera novela de la periodista Natalia Cárdenas. Cárdenas fue vecina y compañera de juegos infantiles de Juan Martín García, Juanito, el asesino confeso de Eduardo González, y en tras una investigación periodística reconstruye la historia no contada de aquel crimen, y de la secta Edelweiss. EOC la ha entrevistado en exclusiva. 

A pesar de que su historia fue portada en toda la prensa nacional, muchos lectores jóvenes quizás no recuerden el caso Edelweiss ¿Cómo resumirías la personalidad de Eduardo González y la secta que lideró?
Eduardo destacaba por su carisma, tenía don de gentes y mucha seguridad en sí mismo. Sin embargo, debajo de esa apariencia impecable sufría lo que la psicología popular llama ‘Síndrome de Peter Pan’. En el libro comparo a Eduardo con El Flautista de Hamelin, pero en lugar de tocar la flauta derrochaba su creatividad contando cuentos sobre extraterrestres, él mismo se creó un personaje alienígena y se sirvió de ello para engatusar a los niños y fundar Edelweiss. La secta  que lideró en apariencia se trataba de un club de montaña al estilo boy scouts pero en las trastienda se desató el más oscuro de los pasatiempos para los adultos, el abuso de menores de edad después de manipularles mentalmente y convencerles para someterse a ellos. 


Aunque Eduardo González se ha hecho un lugar en la historia como un pederasta homosexual, en tu libro mencionas varias relaciones heterosexuales, e incluso varios hijos del Eduardo González con diferentes parejas, como Julia, la nieta del dictador dominicano Trujillo ¿Cómo es posible?
Porque él en realidad se declaraba bisexual, lo que pasa es que desconfiaba de las mujeres. Por eso imponía una norma a sus chicos sobre las mujeres y les prohibía tener relaciones con ellas hasta alcanzar una edad concreta. Eduardo no tenía pluma, su homosexualidad iba más encaminada al placer que le producían las relaciones con niños. De hecho los prefería de corta edad, cuando ya alcanzaban la adolescencia los ascendía dentro del club y pasaban a convertirse en sus recaudadores de niños, monitores de cara a la galería. 

De hecho uno de los episodios más duros de tu novela, es la recreación de los primeros contactos sexuales de Eddie con su hijo Iván…
Efectivamente en cuanto Julia Trujillo se dio cuenta de lo que Eddie, como le llamaban por aquel entonces en el Madrid de la Transición, le hacía o podía llegar a hacer a su bebé de pocos meses le abandonó. En cierto modo, creo que él veía  las mujeres sólo como una vía para tener hijos. Es duro tratar de comprenderlo pero Eduardo no consideraba que estuviera haciendo nada malo.

“Rangers”, “Boinas Verdes”, “Camisas Pardas”…  A pesar de que mediáticamente la historia de Eddie González pasó a la historia como el Caso Edelweiss, en tu libro desmenuzas con detalle el organigrama de sus organizaciones, tanto la Guardia de Hierro como los Doberman.  ¿Podías dibujarnos la complejidad de los grupos y subgrupos que estructuraba con los niños, en función de su complacencia a sus deseos sexuales?
El guión que él seguía era la temática militar que tanto había mamado en casa con su padre. De ahí que en cuanto el grupo primer grupo empezó a crecer, y lo hizo pronto porque sus acampadas ‘extraterrestres’ se hicieron muy populares, se basó en una norma muy simple: Ascender a los más fieles y premiarles con tareas de responsabilidad. Pasaban los años, los niños crecían en edad y número, así que los mayores pasaban a distinto grupo según el grado de fidelidad que le demostraban. Un grupo era la cara visible, los que realmente organizaban excursiones, auténticos montañeros que ya no querían participar en las orgías, pero como él los necesitaba no se metía con ellos. Después otro grupo se encargaba de tantear a los nuevos miembros, otros captaban nuevas y jovencísimas caras para que se apuntaran a las acampadas. Sin duda su grupo más potente en Madrid fue La Guardia de Hierro,  el ‘germen de Edelweiss’. Sobre las relaciones cuanto mayor se hacían menos le atraían y tampoco le gustaba mucho repetir, por eso se extendió tanto que llegó a fundar este sistema de campamentos en otras ciudades españolas. A veces incluso los de la Guardia de Hierro ‘estrenaban’ a los chicos en temas sexuales para preparárselos a Eddie. Los Doberman era su versión alternativa de los noventa cuando ya estaba en Ibiza tras salir de la cárcel y procuraba ser más discreto de lo que lo fue en Madrid.

¿En qué consistía la fantasía del Príncipe  Alain,  del planeta Nazar, y su mesiánica promesa de una evacuación al planeta Delhais?
Así se presentaba él, como el Príncipe Alain venido del lejano Nazar, se inventó el personaje y era muy consciente de su mentira, inspirado por el boom paranormal de los años 70-80 en la prensa, el cine y la literatura sobre ovnis e invasiones alienígenas. El Príncipe Alain anunciaba a los niños que venía para salvarles de la hecatombe mundial que se aproximaba, Nazar ya había caído y lo próximo sería la Tierra. Su historia le sirvió para picar en su curiosidad. Sabía muy bien que decir a los niños para convencerles de que le siguieran y sólo aquellos que demostraran una absoluta lealtad se ganarían el puesto en la nave espacial que los llevaría a Delhais, un planeta habitado sólo por niños, sin adultos ni normas ni problemas. Tenía tanta imaginación que hasta llegó a ganar algunos concursos de relatos con estas mismas historias.

Llama la atención que Eddie González, como otros líderes sectarios, utilizase trucos de ilusionismo y “juegos” como la OUI-JA para convencer a los menores de sus poderes sobrenaturales. ¿Hasta qué punto resultaban convincentes para los niños?
Algunos no se lo creían y dejaban  de ir a las acampadas, otros dudaban pero ante los engaños orquestados por los compinches de Eddie para representar escenas ‘mágicas’ caían rendidos. Influía también que no se portaba como un adulto con ellos y les daba alcohol entre otras cosas anulando sus capacidades. También jugaba con ventaja porque buscaba el punto débil de los niños, sí habían perdido a un padre si tenían algún problema… Él se ofrecía para ayudarles,  escucharles, lo suyo era puro arte para camelar. 

Uno de los detalles sorprendentes que revelas en “Yo jugué con un asesino” es la visita de los “Boinas Verdes”, en octubre de 1975, al hospital La Paz, para rendir tributo a Francisco Franco. O más tarde, una visita al Valle de los Caídos para rendir tributo a los mártires del franquismo… ¿Cómo es posible que un grupo sectario homosexual profesase una ideología política de extrema derecha?
Primero porque él no hablaba de homosexualidad como tal con sus chicos, si no que consideraba natural que tuvieran relaciones como una manera de fraternizar entre ellos y de prepararlos para sus futuras relaciones con las mujeres. Eduardo admiraba el liderazgo de Franco, su padre era franquista y así creció. Lo único en que no comulgaba con Franco era que condenase a los homosexuales, pero por lo demás, lo veneraba.  Y el resto, le seguía fuera donde fuera sin rechistar. 

En septiembre de 1991 estalla el escándalo. Dedicas un capítulo al juicio que catapultó a Eduardo González y Edelweiss a las portadas de los informativos.  Tú libro señala directamente a otros implicados, ¿Cómo es posible que no hubiese más condenados y que Eddie saliese tan pronto de prisión tras ser condenado a 168 años de cárcel?
Porque la misma fidelidad que él reclamó a sus seguidores la devolvió en el juicio declarándose el único culpable después de ver cómo iban subiendo al estrado sus chicos y se derrumbaban contando lo que hacían en los campamentos. El resto de condenados, el ‘germen de Edelweiss’ acababan de entrar en la veintena pero se les consideró víctimas-verdugos porque Eduardo los captó con 12-13 años y fueron los primeros en sufrir sus abusos, ellos también abusaron de otros pero eran menores de edad y estaban bajo su influencia cuando pasó. Que Eddie saliera a los seis años de prisión y se librara de la condena se debe a que durante su estancia en la cárcel se dedicó a desmenuzar el código penal español, mantuvo una fluida correspondencia con su abogado buscando la manera de salir de allí y la encontró. Escribió una carta de arrepentimiento, que está completa en el libro, y eso junto a su intachable conducta le bastó para que le redujeran la condena.  

Ignacio de Miguel García-Mas, hijo del famoso sociólogo Amando de Miguel, fue uno de los imputados que había llegado a grabarse a fuego en la axila el símbolo de UMMO )+(. ¿Hasta qué punto Eddie González convirtió los ovnis y la creencia en extraterrestres en un arma de control mental contra aquellos niños? ¿Y hasta qué punto personajes como Ignacio de Miguel pasaron de victimas a verdugos?
Ignacio de Miguel fue de los primeros que captó, pertenecía a ese ‘germen de Edelweiss’ que pasaron de ser las primeras víctimas a ocupar el puesto de ‘monitores’ en las acampadas y difundir las fantásticas historias de Eddie sobre el fin del mundo y el planeta Delhais. Si llegaron a grabárselo a fuego se debía a que creían en ello tanto como una religión.  

Tras su salida de prisión, Eduardo González se oculta en Ibiza, y ahí comienza la segunda parte de tu libro. ¿Cómo se gestó Los Doberman en Ibiza?
Allí quiso contenerse porque acababa de salir de la cárcel. Él creía que uno de los motivos por los que le habían pillado en Madrid fue porque los niños eran de buena familia, por lo que en Ibiza se rodeó de chicos con menos recursos, con problemas familiares, incluso alguno sin padres. Seguía contando sus historietas de extraterrestres pero montó un bar y ya no necesitaba tanta parafernalia para atraer a los niños, le bastaban las galas juveniles y examinar quien venía con la cartera llena y quien no, a estos podía engatusarlos invitándoles  copas y drogas. Ya no iban de excursión y se le había pasado la fiebre militar. Entonces ya era un empresario y los chicos le seguían por el bar para que les invitara. A estos primeros seguidores les dio una chapa con una imagen del perro doberman y los convirtió en su grupo selecto. 
 
Precisamente, en el capítulo “El ex recluso se aísla en Ibiza”, pasas de utilizar una redacción en tercera persona, para insertar párrafos en primera persona. Tú te conviertes también en protagonista de la historia.  ¿Cómo recuerdas el Sa Gavia, a Juanito, a Guille y a los demás?
Mi personaje Marina y el de Guille son una mezcla de mis experiencias con Juanito y de las de ‘mis fuentes’, es decir, de unas personas que me contaron lo que pasó entre Eduardo y Juanito. Esas personas me pidieron que no revelara su identidad así que los reduje a estos dos personajes. Mi recuerdo de Juanito se centra principalmente en la infancia, cuando vivíamos en el mismo barrio, y lo que sufrió en su hogar hasta que se marchó de casa a los 13 años, más o menos. 

Tu descripción de la violación de Juanito, por parte de Eddie y sus dos amigos, es muy amable y elegante. Sin morbo gratuito. Pero ¿ese fue finalmente el móvil del crimen?
No podría aventurarme a decir si realmente ese fue el móvil o no. Eduardo respondió a la denuncia de violación con amenazas, como contó Juanito en su juicio. Juanito estaba convencido de que sí no le mataba acabarían matándolo a él, así lo declaró. No olvidemos que Eduardo exigía una fidelidad extrema a sus seguidores y si uno desobedecía achuchaba al resto contra el que desobediente.
 
Juanito denunció la violación ante la policía, y también la paliza que sufrió a manos de Los Doberman… ¿El asesinato de Eddie González fue un caso de incompetencia policial al no dar crédito a una denuncia?
Posiblemente, si la policía hubiera metidos las narices y descubierto lo que hacía en Sa Gavia habría vuelto a la cárcel ya que estaba en libertad condicional. Pero como aparentaba ser un hostelero de éxito y Juanito era un delincuente habitual de la isla lo dejaron correr. 
 
Estremece leer que te cruzaste con Juanito cuando salía de comprar el arma con que planeaba cometer el asesinato ¿Qué pensaste al recordar aquel encuentro, cuando trascendió la noticia del crimen?
Aquel encuentro lo vivió una de las fuentes que he mencionado antes, me lo contó cuando comencé a escribir el libro y estuve buscando información por Santa Eulalia, el municipio ibicenco donde tuvieron su historia Eduardo y Juanito. Su recuerdo es como lo cuento en el libro, tenía una actitud más extraña de lo normal, eso le llamó la atención y después escuchó lo que pasó. No le sorprendió porque él ya había oído decir a Juanito que le iba a matar, pero no se lo tomó en serio hasta que pasó. 

Después de tu investigación periodística, y de tu experiencia personal con Juanito ¿el trágico final de Eduardo González fue justificado?
Más que justificado creo que se lo buscó, abusar de más de una centena de niños y que no venga alguien a darle un escarmiento cuando la justicia se lava las manos es raro. Si Juanito fue el que terminó dándole el escarmiento creo que fue porque era el que menos tenía que perder ya que su vida siempre fue complicada. 

EOC